Julio Grondona, ‘El Padrino’ del fútbol argentino
El dirigente deportivo presidió la AFA 35 años y fue vicepresidente de la FIFA
Julio Grondona fue durante 35 años uno de los personajes más poderosos y odiados de Argentina: su muerte ayer opacó incluso la expectación ante la posible cesación de pagos del país. Criticado en privado, y a veces en público, por todos los Gobiernos de la democracia, logró sobrevivir a cada uno de ellos (salvo al segundo de Cristina Kirchner, por culpa de un aneurisma de aorta) en un ejercicio de habilidades políticas subterráneas que le granjeó el apodo de El Padrino y confirió una aureola de secretismo cuasimafioso a su actividad como dirigente deportivo. Era bien sabido que no había contrato televisivo o patrocinio que se cerrase sin el visto bueno de Don Julio, como era principalmente conocido.
La permanencia de Grondona al frente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en un país obsesivamente balompédico era desde hace muchos años materia habitual de conversación en asados y tertulias. Ni el desprecio popular, ni las críticas de la prensa, ni las continuas sombras de corruptelas: solo la muerte pudo con un exferretero del conurbano bonaerense nacido en Avellaneda (1931) que fundó el club Arsenal de Sarandí en 1957, presidió Independiente de Avellaneda (uno de los cinco grandes) entre 1976 y 1979 y maniobró hasta convertirse en vicepresidente de la FIFA desde 1988, colocar a sus dos hijos en posiciones destacadas del balompié nacional y librarse sistemáticamente de las acusaciones que le salpicarían después de que en 1979, en plena dictadura militar argentina, solo un año después de la conquista del Mundial jugado en casa, fuese nombrado máximo dirigente del fútbol por el vicealmirante represor Carlos Lacoste.
La despedida de Messi
"Día muy triste para el fútbol, para toda la Argentina y para mí. Nuestro Presidente de la AFA, Julio Grondona, nos has dejado. Quiero mandar mis condolencias y un abrazo muy grande a todos sus familiares y amigos.
Really sad day for the football community, for Argentina and for me. Our AFA President, Julio Grondona, has left us. I want to send my condolences to the family and friends of the beloved".
- LIO
“Muy triste por la pérdida de un gran amigo”, escribió en Twitter nada más conocerse la noticia el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, a quien le unía una estrecha relación puesta en entredicho nuevamente por las recientes acusaciones de sobornos recibidos por la AFA a cambio del voto de Grondona para la cuestionada celebración del Mundial 2022 en Qatar. Su carrera estuvo siempre acompañada por la polémica, ya desde 1969, cuando siendo presidente de su Arsenal fue suspendido por un año tras agredir a un árbitro. Siempre atento a los detalles y poco amigo de la exposición pública innecesaria, frecuentó sin embargo declaraciones altisonantes. En 2003, a preguntas de un periodista, afirmó que “los judíos no llegan a ser árbitros de primera división porque no les gustan las cosas difíciles”, lo que le valió un procedimiento penal finalmente archivado.
No abundarán probablemente los elogios cariñosos hoy en la prensa hacia un hombre que presidió el lento pero inexorable declive de un fútbol local otrora legendario, progresivamente vaciado de talento por el derrumbe económico de 2001, pero que es además hoy uno de los máximos ejemplos continentales de gestión ineficaz, corrupta e inestable, sazonada por un ecosistema de violencia controlado por poderosos grupos de barrabravas vinculados a los dirigentes. En Argentina está prohibido desde hace un año el ingreso de hinchas visitantes en los estadios cada domingo. En los últimos 35 años han fallecido más de 150 aficionados en hechos violentos directamente relacionados con el fútbol. Los clubes de Primera argentina, que ha rozado la quiebra en más de una ocasión, suman más de 200 millones de euros de deuda.
Fue elegido no obstante seis veces presidente por los clubes argentinos, y entre sus méritos cabe mencionar el papel estelar concedido a la selección, cuyas categorías inferiores consiguieron numerosos campeonatos mundiales bajo la batuta de José Pékerman, la renovación de las instalaciones de Ezeiza, donde se concentra la escuadra nacional (entre las mejores del mundo) y su habilidad para moverse por los más altos despachos del fútbol internacional “defendiendo”, como solía repetir, “los intereses del fútbol argentino”.
En 2009 Grondona pactó con el Gobierno de Cristina Kirchner la estatalización de la transmisión de todos los partidos de la Liga, el llamado “fútbol para todos”, rompiendo un contrato televisivo de 20 años con la productora Torneos y Competencia, que en 1994 había sumado como socio al principal grupo de medios de comunicación de Argentina, Clarín, bestia negra del kirchnerismo. La jugada le devolvió el favor presidencial y le permitió continuar con sus en ocasiones bruscas modificaciones del sistema de competición. Su última criatura, que deja para la posteridad, es una Liga de 30 equipos (inédita en Europa) con un solo partido entre ellos, salvo en los casos de derbis tradicionales (Boca-River o Rosario Central-Newell's). El formato fue refrendado unánimemente a pesar de la falta de justificación de sus motivos. Muy pocos dirigentes se atrevían a discrepar en solitario o en público de Don Julio. Con el paso de los años creció tanto su poder como su impopularidad. “En los 32 años que tengo en AFA he tenido más denuncias que Al Capone, y jamás tuve una sanción por esas denuncias”, declaraba hace pocos años.
Su célebre anillo dorado, conocido en todo el país, llevaba inscrita la frase “Todo pasa”. Solo se lo quitó el año pasado, después de la muerte de Nélida Pariani, su esposa y compañera de toda la vida. Había visto pasar presidentes, Gobiernos, entrenadores, futbolistas, querellas y campeonatos de toda especie. “Los problemas del trabajo, del fútbol, la actividad, todo pasa… Pero hay cosas que no”, dijo escuetamente en el peor momento de su vida.
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