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Empapados en psicología

Valverde asaltará en la contrarreloj de Périgueux el segundo puesto del podio tras Nibali

Carlos Arribas
Alejandro Valverde cruza la meta de Bergerac, este viernes.
Alejandro Valverde cruza la meta de Bergerac, este viernes.DIARIO AS

Valverde no es Indurain, que se callaba y pedaleaba y masacraba a quien se le pusiera por delante, como hace 20 años, entre Périgueux y Bergerac, una de sus obras maestras contrarreloj. Y luego decía: no debe de ser muy difícil lo que he hecho si yo he sido capaz de hacerlo… Con Valverde, lo saben en su equipo, alguno de ellos superviviente de los que rodeaban a Indurain, otros, sus herederos, el trabajo psicológico debe ser constante, como la lluvia que empapa. Y la mejor psicología, creen en su equipo, es la charla: después de un mal rato no hay que dejarle tiempo para pensar, y si piensa, que sea en positivo, claro.

En Lourdes, bajando de Hautacam en autobús, le dicen a Valverde: mejor cuarto que segundo. ¿Cómo?, responde en murciano el murciano. Sí, le repiten. No cuarto al final, claro, le aclaran, sino cuarto hoy, antes de la contrarreloj. Todo es teatro, le dicen. Si vas segundo todo el tiempo, por muy heroica que sea tu defensa de un segundo puesto, heroico como los héroes que cometen errores en las tragedias y se pasan la vida intentando remediarlos, no emocionarás a nadie, nadie dará mérito a tu sufrimiento: además, ¿qué es eso de defender un puesto que no sea el primero?; en cambio, siendo cuarto, como lo eres ahora, y tan cerca del segundo (15s) y del tercero (2s), terminarás segundo, que es como estabas antes, que es tu límite en este Tour de Nibali, pero lo harás después de atacar, de asaltar el podio, no de defenderlo… ¿Lo entiendes? Además, piensa otra cosa: tú saldrás antes que ellos (Valverde, a las 16.18, luego, cada tres minutos, Péraud, Pinot y Nibali), no tendrás tú la referencia de lo que hagan tus rivales en la contrarreloj, sino que serán ellos los que tengan la tuya, y serán tan buenos tus tiempos que les hundirás la moral. Hasta para eso es bueno ser el cuarto. Tú no puedes dudar, le dicen. Son ellos los que tienen que estar asustados de tu sombra.

Creo que podré terminar segundo, o tercero o cuarto; si me sale bien, podio, si me sale mal, cuarto." Alejandro Valverde

Y Valverde puede que lo haya entendido, porque él es de temperamento ofensivo, pero cuando le preguntan terminada la etapa que atravesó el Gers y sus bosques oscuros que inspiraban a Ocaña y el Périgord y sus viñedos junto al Dordoña bajo chaparrones que cegaban y empapaban, y sus granjas de ocas productoras de hígados grasos sabrosos y venenosos, él responde aún calado: “Creo que podré terminar segundo, o tercero o cuarto; si me sale bien, podio, si me sale mal, cuarto. Espero estar bien, a ver…”.

No es un discurso que transmita una seguridad infinita, aunque sus rivales en la contrarreloj de 54 kilómetros entre Bergerac y Périgueux (de sur a norte, al revés que Indurain, que la disputó camino de los Pirineos en el 94; 13.55, Teledeporte; 16.00, La 1) que ordenará los puestos de honor tras el intocable siciliano sean Pinot y Péraud, no Wiggins o Cancellara o Martin, el favorito, sean un escalador en forma y un exciclista de montaña que no lo hace mal contrarreloj, pero tampoco es tan especialista y agarra muy raro la bici, y pedalea metiendo los riñones para adentro; aunque Valverde sea el campeón de España de la especialidad.

Valverde habla desde su autobús, aparcado en la meta justo al lado del vehículo del Garmin, donde todo es fiesta y abrazos. Bajo un tiempo holandés, lluvia gris aunque cálida, no ganó su holandés heroico, el pequeño Tom Jelte Slagter, que estuvo escapado 200 kilómetros y hasta hizo un último esfuerzo para lanzar en el último repecho a su compañero ganador, sino un lituano gigantesco, el primer lituano que gana una etapa del Tour, una máquina de rodar llamado Ramunas Navardauskas. El rubio corredor del Garmin atacó a la subida entre viñedos de moscatel y sauvignon del château de Monbazillac, entre rayos y truenos, a 13 kilómetros de la meta, y logró tal ventaja que el pelotón lanzado a por él (tan lanzado, que en una curva se produjo una gran caída a menos de tres kilómetros: ni huesos rotos, ni abandonos, ni tiempos perdidos, aunque dolores para Bardet, el más famoso de los caídos, y Sagan, que perdió su penúltima oportunidad de ganar una etapa) no logró alcanzarlo.

Ramunas Navardauskas es el primer lituano que gana una etapa del Tour en más de cien años de existencia

Como los boxeadores antes de un combate, Valverde se pone una toalla alrededor del cuello para secarse y se monta en el coche al lado de su director, José Luis Arrieta, para revisitar el recorrido que le dará la oportunidad de terminar el Tour con moral ganadora y para someterse a una nueva sesión de psicología. “El recorrido ya lo conoce, ya lo hizo en junio en bicicleta, y le gusta”, dice Arrieta. “Es una contrarreloj durísima, para hacer grandes diferencias, con larguísimos falsos llanos en ascenso constante y luego abruptos, cortos descensos, lo que dará menor tiempo de recuperación. Si está bien Alejandro, no lo hará mal…”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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