Neuer, el nuevo titán
Eres titán por grande y por poderoso, en el punto adecuado para cubrir, espacio de la portería, atrapar los balones altos y ser ágil-
Quizá, Manuel Neuer, no te hayas enterado porque estás en Brasil, en ese complejo idílico con casitas separadas y palmeras que os han construido a los alemanes (en vez del típico hotel mamotreto), de que el otro día hubo una ronda de expertos futboleros en la segunda cadena pública de la televisión alemana. Y entonces coge el moderador y pregunta en un momento determinado, sin que venga poco ni mucho a cuento, si los presentes consideran que la selección nacional alemana continuaría en el torneo si no fuera por ti. Pues, para tu información, ninguno discrepó y todos afirmaron que sin tus actuaciones se habría acabado la intervención de Alemania en el Mundial. No te quejarás, ¿eh?
Aún no te han encontrado un apodo, pero ya he oído en un par de ocasiones nombrarte el Nuevo Titán. El nuevo o el segundo porque, como comprenderás, el primero, el original, fue Oliver Kahn, que lo era por tigre e impulsivo y gritador, un portero de armas tomar sobre el terreno de juego, al que luego escuchas como comentarista de televisión y parece un filósofo apacible.
Tú, en todo caso, eres titán por grande y por poderoso con tu estatura (1,93 m) en el punto adecuado para cubrir mucho espacio de la portería, atrapar los balones altos y ser ágil. Dos centímetros más y a lo mejor habrías tenido que ganarte los gabrieles con el baloncesto.
Eres grande y por poderoso con tu estatura. Dos centímetros más y a lo mejor habrías tenido que ganarte los gabrieles con el baloncesto
De lo que no hay duda es de que calzas la misma personalidad dentro y fuera del campo, entre los palos o cuando te entrevistan después del partido, de víspera, qué más da. Manuel, eres la tranquilidad en persona. Tienes a Benzema delante, a un minuto de acabar el partido, con el balón en su pie bueno, y no se te mueve una pestaña. Chuta a bocajarro y se lo desvías como si estuvieras echando un partidillo en el patio del colegio, durante el recreo. Pero ¿no te das cuenta de que estás en un Mundial? Disimula un poco, por favor.
Claro que ya era hora de que te pusieran a prueba. Llevas un par de años en uno de los puestos más cómodos que se conocen: de portero del Bayern Múnich. Confiesa que a menudo, durante los partidos, te aburres. De verdad, yo que tú me llevaría un libro o una revista mientras los demás bregan a 60 metros de ti. Partidos ha habido de los que saliste con la ropa tan limpia como antes de saltar al terreno de juego. Vamos, que te la podías haber puesto otro día sin necesidad de meterla en la lavadora. Claro que luego vino el Real Madrid y te dio más trabajo que en los 34 partidos de la Bundesliga y así te fue.
Llevas un par de años en uno de los puestos más cómodos que se conocen: de portero del Bayern Múnich. Confiesa que a menudo, durante los partidos, te aburres
El día contra Argelia fuiste elegido con cierta sorna, por la prensa de tu país, el mejor defensa del equipo. Te pusieron la nota máxima, que en Alemania es el 1, mientras que el resto del equipo recibió aprobados justos y suspensos. (El pobre Özil, a este paso, va a tener que repetir el Mundial desde el principio.) También contra Francia mereciste un sobresaliente.
Contra Argelia demostraste que no es tal tu sangre de horchata. Qué salidas, qué manera de marcar a los delanteros rivales, qué despeje aquel de cabeza in extremis fuera del área. Más de un susto les has dado a tus seguidores bávaros regateando dentro de tu área. Pocos porteros te aventajan en el juego con los pies. Es de colosos la potencia con que le zurras al balón en los saques. A tal punto que, si no midieras la fuerza del patadón, serías capaz de romperle las gafas a un espectador situado detrás de la portería del equipo contrario.
Ignoro si en lo que queda por jugar de la Copa Mundial, a tu selección le llegará la hora de disputar una ronda de penaltis al término de la prórroga. No lo tendrá fácil en tal caso el adversario por mucho que digan que los penaltis son una lotería. Sí, sí. Amargar la vida a quienes te los lanzan es otra de tus especialidades. Y es que eres demasiado alto y ancho, y tapas mucho. Eso para empezar. Luego separas las piernas y extiendes los brazos a la manera de los porteros de balonmano, y dejas tan poco sitio por cubrir que el adversario, en búsqueda visual de un hueco, delata su intención. A mí me da que por esa razón paras tantos penaltis.
A tus ostensibles cualidades deportivas se unen tus virtudes como persona, por las cuales te aprecian tus paisanos, puede que incluso poco a poco la gente del Schalke, a la que dolió mucho que te fueras a Baviera. Eres ponderado en tus palabras, no escatimas sonrisas, no pierdes nunca los papeles. Meses atrás, Rummenigge encomió tu inteligencia, y hasta se imaginaba que algún día, acabada tu carrera deportiva, pudieras ocupar un puesto de responsabilidad en el organigrama del Bayern Múnich. En el campo no eres gritón ni aspaventoso y, sin ser capitán, tu sola presencia te confiere un aire de líder. Nadie discute que hoy por hoy te corresponde la camiseta con el número 1 de tu país. Seguro que también la de la Tierra si hubiera campeonatos interplanetarios.
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