Colombia se concede otro homenaje
Japón apenas inquietó a los cafeteros (1-4) El meta Mondragón, de 43 años, releva al camerunés Milla como el más veterano en disputar un Mundial
A Colombia en este Mundial le pasa como a los buenos modelos: se pongan lo que se pongan, todo les sienta bien. Sin jugarse nada en el envite (solo una victoria de Costa de Marfil y por goleada le podía arrebatar el primer puesto), el fútbol le fluye como un río en calma, encaminado por Cuadrado, un futbolista que revive el pasado de los grandes interiores, que los mismo son laterales que extremos (es decir, lo que antes se llamaban interiores), y ejecutado por delanteros aguerridos como Quintero o Jackson Martínez, que sueñan con el gol, a veces demasiado.
Zaccheroni le ha dado a Japón el orden que a veces sucumbe a la velocidad con la que aplican el fútbol los países asiáticos. El contacto de muchos de sus jugadores con el fútbol europeo facilita el terreno. Kagawa, el futbolista del United inglés, se erigió en el líder de un equipo volcánico que necesitaba ganar para anular las tarjetas de embarque de regreso de Brasil. Pero el mundo se le cayó encima cuando ingenuamente el defensa Konno derribó al delantero colombiano Ramos por un exceso de ímpetu y miedo (mala combinación). El penalti lo transformó Cuadrado, el líder que otea todo el campo desde su costado derecho.
Kagawa tomó las riendas en el toque de generala. Honda le ayudaba desde atrás y Okubo intentó una chilena tan ágil como imprecisa. Colombia solo pensaba en el balón, en su dulce manejo, a veces un poco almibarado, pero casi nunca inútil, aunque la necesidad en el fútbol puede ser más efectiva que la virtud. Y en la prolongación del primer periodo, marcó Okazaki en un magnífico escorzo rem atando un centro lateral con la cabeza y de espaldas a la portería. Un remate de videojuego más que de fútbol real.
El grupo C, Colombia aparte, era lo más parecido a un ataque de nervios. El empate de Japón le dio alas, pero apenas diez minutos después (descanso de por medio), Jackson Martínez le puso de bajón con un gol inesperado que alejaba al equipo nipón de cualquier posibilidad de alargar su estancia en Brasil. Lo que a Japón no le llegaba, le salía a Colombia, que volvió a marcar por medio del delantero del Oporto. Con el partido y el grupo resueltos, Pékerman homenajeó al portero suplente Mondragón, que sustituyó a Ospina en el minuto 85 para premiar su longevidad: ayer se convirtió en el jugador más veterano en disputar un Mundial. El exportero del Zaragoza (entre otros muchos equipos), de 43 años, superó por uno al camerunés Roger Milla, que lo consiguió en el Mundial de EEUU de 1994.
Japón se fundió y Colombia se gustó. El envite en octavos será con Uruguay, probablemente el equipo más incómodo del campeonato. A Colombia no le inquieta.
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