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Valverde y Rui Costa se acercan a Francia por vías diferentes

El murciano termina segundo en los Pirineos mientras el campeón del mundo gana por tercera vez la Vuelta a Suiza

Carlos Arribas
Rui Costa señala su arcoíris al cruzar vencedor la meta de la última etapa de la Vuelta a Suiza.
Rui Costa señala su arcoíris al cruzar vencedor la meta de la última etapa de la Vuelta a Suiza.JEAN-CHRISTOPHE BOTT (EFE)

Como solo Hennie Kuiper, en 1976, y Vittorio Adorni, en 1969, Rui Costa ha ganado la Vuelta a Suiza vistiendo el maillot arcoíris de campeón del mundo; y como ninguno antes, el ciclista del Lampre lo hizo por tercer año consecutivo. A dos semanas del comienzo del Tour, Costa mostró de que están hechas sus aspiraciones tan voceadas desde hace un año en la grande boucle, al mismo tiempo que su antiguo líder, el Alejandro Valverde al que abandonó para vivir sus propias esperanzas, vivía un fin de semana intenso en los Pirineos, terminando segundo en la Ruta del Sur tras Nicolas Roche, gregario de primer nivel de Alberto Contador.

Portugués residente, emigrante, en Suiza, entrenado en Sierra Nevada y enrolado en un equipo italiano, Rui Costa es, en cierta forma, un apátrida del ciclismo que corre como un superviviente o, visto desde la mirada de sus rivales derrotados, un oportunista. Así ganó su tercera Vuelta a Suiza, aprovechando con sabiduría el trabajo del Belkin de Mollema y del IAM de Frank, que atacaron al líder, Tony Martin, a falta de 40 kilómetros de la última etapa, la más dura, con final en el Saas-Fee, un ‘hors-catégorie’. Gracias a su magnífica contrarreloj del viernes, en la que solo cedió 28s a Martin (un síntoma de sus progresos respecto al año pasado), Costa era el mejor colocado parta la victoria final, la que remachó con un ataque sin levantarse del sillín a poco más de dos kilómetros de la meta con el que logró, de paso, la victoria de etapa, su primer triunfo del año. La celebró Costa como una burla a la llamada maldición del arcoíris que quiere temporadas aciagas para los campeones del mundo señalando justamente las bandas de colores de su maillot al cruzar la línea de meta.

Como apátrida también disputará el Tour Rui Costa, partiendo desde una teórica tercera línea de favoritos tras los escalones ocupados por Froome-Contador y Valverde-Nibali. Su falta de punch en montaña y su regularidad tremenda junto a su habilidad y frialdad para colocarse e infiltrarse en los momentos decisivos le convertirán en un rival peligroso.

No enterréis a Valverde antes de tiempo, no lo hagáis, que os equivocáis Eusebio Unzue

Contra esta distribución apriorística de papeles para el Tour se rebelan, precisamente, en el Movistar de Valverde, donde reclaman más papel para el murciano. “No enterréis a Valverde antes de tiempo, no lo hagáis, que os equivocáis”, advierte Eusebio Unzue, el director del equipo, para quien se ha sobrevalorado, quizás, la actuación de Contador en la pasada Dauphiné. Sin embargo, un análisis rápido de lo ocurrido el fin de semana en los Pirineos, podría valer para dar más fuerza aún a las posibilidades del chico de Pinto, pues sus simples coequipiers han derrotado al que debería ser su gran rival, Valverde. La victoria final de la Ruta del Sur ha correspondido a Roche, un hombre de Contador, y tercero ha terminado Rogers, otro de sus lugartenientes, con lo que se podría concluir que el Tinkoff será el equipo más fuerte del Tour (y que Contador perdió la Dauphiné porque le acompañaba el equipo C: el B estaba en Suiza, con otro par de buenos corredores, Kreuziger y Zaugg).

No lo ve así, por supuesto, José Luis Arrieta, también director del Movistar (contento entre otras cosas por los triunfos de etapa de Jesús herrada, el viernes, y Adriano Malori, el domingo), para quien Roche y Rogers han mostrado en la Ruta del Sur sencillamente que tenían mejor ritmo de carrera que el murciano gracias a su participación en el Giro. “En la etapa decisiva, la del Tourmalet y Val Louron, Valverde dudó y tenía fuerzas para ir a por Roche, pero no lo hizo porque pensó que le remacharía Rogers”, dice Arrieta. “Pero era normal su falta de ritmo de competición: no corría desde abril, desde la Lieja, y además está semana ha sido muy movida, pues hemos ido a ver Hautacam y Pla d’Adet, las dos etapas fuertes del Tour en los Pirineos, y también la contrarreloj de Perigueux. Estamos contentos. Ha hecho mucho calor y Alejandro ha recuperado bien. Se ha preparado perfectamente, sin tanto desgaste como hubiera sufrido si hubiera corrido la Dauphiné…”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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