Los uruguayos vuelven a soñar con repetir la historia en Brasil
Las calles de Montevideo se llenan de gente celebrando la victoria ante Inglaterra que les mantiene con vida en el Mundial
Miles de personas se echaron este jueves a las calles de Montevideo para celebrar la victoria ante Inglaterra (2-1), desafiando la oscuridad y el frío del invierno austral, con la esperanza renovada de mantener o superar el cuarto puesto del Mundial de Sudáfrica que devolvió a Uruguay a la élite mundial del fútbol.
Luis Suárez fue el héroe de todo un país que vivió con hondo pesar el anuncio de su operación del menisco hace apenas 28 días y celebra ahora el regresó de un héroe moderno. Coincidencias del calendario, los uruguayos festejaban este jueves el nacimiento de su libertador y prócer José Gervasio Artigas. Así que muchos empezaron el día cantando el himno nacional en la jura de la bandera que realizan los niños de seis años el 19 de junio de cada año, según marca la ley. Un himno que repetirían antes del partido, de pie y solemnes: “uruguayos la patria o la tumba…”.
Contrariamente al sábado pasado, cuando los aficionados se disponían a disfrutar de una posible victoria ante Costa Rica, algo que nunca llegó a pasar, este vez hubo menos banderas y escarapelas celestes en las calles. Muchas personas se reunieron en la Plaza Independencia, en el centro de Montevideo, pero la mayoría no acudió esta vez a las pizzerías (lugar tradicional para seguir los partidos) y se limitaron las grandes reuniones de amigos y compañeros de trabajo. Los que pudieron se quedaron en casa, tensos, con la prensa anunciado esta mañana en grandes titulares: ”Uruguay se juega la vida hoy contra Inglaterra”.
No defraudó La Celeste, devolviendo a los orgullosos uruguayos la esperanza en seguir en el Mundial, tras la lamentable derrota 3 a 1 contra Costa Rica el sábado pasado. En el Arena de Corinthians se rompió también un récord y una maldición: La Celeste no ganaba ante un equipo europeo en un Mundial desde el México de 1970, cuando se impuso 1 a 0 contra la Unión Soviética.
La Celeste se impuso 2 a 1 a la poderosa Inglaterra cuando ya no tenía más opciones que la victoria, cumpliendo su destino de ganar siempre sufriendo y perder cuando tiene todo a su favor. Sin duda, Luis Suárez, la bestia, como lo llaman cariñosamente en su país, fue el factor decisivo del partido; pero sería un error centrar el éxito en su persona porque en Sao Paulo jugó un equipo desconocido si se compara con los hombres que se enfrentaron a Costa Rica, cargados de faltas, erráticos, sin fútbol. El destino de La Celeste: la victoria en el sufrimiento, es una realidad que supera al mismísimo Suárez.
“Presión alta, toca abrir el gol con abrelatas” decía un locutor uruguayo durante un partido que satisfizo las expectativas de un público particularmente exigente. Desde el primer gol, Suárez salvó el honor de todo un país, que con sus 3.2 millones de habitantes cuida su reputación de pequeño milagro del balompié, con dos Mundiales en su historia (1930 y 1950) y el título vigente de Campeón de América (2011).
Con el empate los uruguayos volvieron a su destino de sufrir, con calculadora en mano, contando los puntos y especulando con el resultado de los otros partidos de su grupo. Pero el gol de contragolpe de Suárez los devolvió al sueño de Sudáfrica, cuando varias generaciones de uruguayos paseaba por las calles repitiendo que después de una vida de perder y perder bajo la sombra del mito del Maracanazo, por primera vez, La Celeste volvía a brillar en un Mundial.
“Este partido estaba lleno de simbolismo y demostramos que no estábamos muertos”, dijo el entrenador Tabárez en la rueda de prensa de la victoria. Uruguay juega e martes próximo contra Italia, un equipo al que respeta y teme. El sufrimiento está garantizado para una selección que juega desde el orgullo y la sed de gloria.
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