El algoritmo del Eibar
Con el menor presupuesto de Segunda aplica una economía de guerra en sus cuentas
Éibar es una ciudad bien defendida. La montaña abraza su espigada figura orográfica, mientras el río Deva hidrata una tierra de color verde intenso. Muchos de los 27.000 habitantes de este municipio guipuzcoano se reúnen en la Plaza Unzaga, a la que llegan tras recorrer una suerte de calles escurridizas y estrechas para conversar en torno a una mesa, o en un banco, lo mismo da.
En lo alto, la autopista AP-8 que conecta Bizkaia con Gipuzkoa y llega hasta Francia, circunda el borde de Ipurua, el estadio de su equipo, el Eibar, un clásico de Segunda, ahora en Primera, el centro del gran ojo del fútbol. Para llegar hasta él hay que subir una cuesta que bien podría ser un puerto de montaña de la antigua Bicicleta eibarresa, ahora conocida como la Vuelta al País Vasco.
Al Eibar, el equipo, sin tilde, le diferencia de la mayoría de los clubes con los que ha competido durante 25 años en Segunda (18 de ellos de manera consecutiva) que no tiene deudas. Para ello ha utilizado el “sentido común aplicado a la economía”, según dicen en el club, con un tono que denota la total ausencia de egolatría en la medida. Su fórmula, nada secreta, tiene mucho de sabiduría popular. De no gastar si no se tiene.
“En Segunda B salía más rentable tener cerrada la taquilla”, se jactan en el club guipuzcoano
Su presupuesto para la temporada 2013-2014 en Segunda era de 3,9 millones de euros, el más bajo de la categoría. Para la composición de la plantilla se destinaron 2,6 millones, el 66,6% del total. El resto se repartió entre los cuatro trabajadores en nómina del club y los gastos propios del club: instalaciones, electricidad, jardinería… De las 5.000 localidades con las que cuenta Ipurua, solo 1.200 se ocuparon de media durante los últimos cuatro años que pasó el equipo en Segunda B (2009-2013). “Salía más rentable tener cerrada la taquilla”, bromean en el club.
En el curso 2013-2014 se registraron 3.500 abonados. Los precios de los carnés iban desde los 209 hasta los 297 euros. Calcularon que la recaudación máxima llegaría a los 60.000 euros. La buena trayectoria del equipo hizo que se alcanzase esa cifra ya en el mes de diciembre. Al final del curso se llegó a los 120.000 euros.
Al margen de lo que supone la taquilla en el balance final de los activos, la base sobre la que se sostiene el proyecto del Eibar está en el dinero que recibe de la Real Sociedad por tratarse de un club convenido, de la ayuda de la Diputación de Gipuzkoa y la aportación de los patrocinadores.
¿Cómo se ha conseguido llegar a esta situación de déficit cero teniendo en cuenta el tiempo que se ha permanecido en Segunda B, categoría no integrada en la Liga profesional y por la que no se obtienen ayudas económicas? Desde la temporada 1988-1989 hasta la 2008-2009 (con un curso interrumpido en Segunda B en la 2006-2007), el Eibar permaneció en la categoría de plata, lo que le reportó una serie de ingresos económicos que fue reservando en una hucha. Las cuatro temporadas en Segunda B generaron pérdidas al final de cada ejercicio. Para tapar esos agujeros se recurrió a la hucha. Pero el dinero se iba agotando y la Junta Directiva, con el presidente Alex Aranzabal a la cabeza, tomó la decisión de aplicar “una economía de guerra”, de déficit cero.
Ipurua no cumple el mínimo aforo de 6.000 espectadores exigido en Primera División
Se prescindió del filial, el Eibar B, se ajustaron los sueldos de la primera plantilla (pasaron a cobrar el mínimo establecido en el convenio, 3.100 euros brutos al mes) y se aumentaron las cuotas del fútbol base. A pesar de los recortes, el equipo subió a Segunda y un año después a Primera. Un logro que no se había producido en sus 74 años de existencia.
La parte deportiva de la hazaña estaba completa, solo faltaba la económica. Y ahí es donde la legalidad está acorralando al Eibar más que cualquiera de sus rivales en el campo. El Real Decreto 1.251/1999 que regula las Sociedades Anónimas Deportivas (el Eibar lo es desde 1992) establece la necesidad de que los clubes que vuelven a Segunda desde Segunda B deben poseer en nuevas acciones un capital social equivalente a la media del gasto del resto de clubes de la categoría. Un cálculo que se extrae dejando fuera a los dos equipos que más gastan y los dos que menos.
En el caso del Eibar, se le exige una ampliación de 1.724.272,95 euros. Cuatro veces más de lo declarado por el club en sus cuentas: 422.253 euros. Para afrontar semejante odisea la directiva aprobó una ampliación del capital social hasta los 2.380.007 euros, y la emisión de 39.600 acciones con un valor nominal de 60 euros: 50 a cargo del accionista y los 10 restantes los pone el club. Eso sí, para evitar a los grandes inversores “sin sentimiento Eibar”, se ha establecido un tope de inversión de 100.000 euros por individuo.
El sustento está en lo que recibe de la Real, la Diputación y los patrocinios
Hasta el momento se ha recaudado algo más de un millón, de todo el mundo: Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Holanda, China… “Vamos a tener que agrandar la sala de reuniones”, comentan en el club. Unas planchas alrededor de Ipurua homenajean a los “defensas accionistas”, como se les ha denominado en la campaña de captación de inversores.
La fecha tope para la presentación de la cantidad exigida es el 6 de agosto. Sin embargo, Javier Tebas, presidente de la LFP, y Miguel Cardenal, máximo dirigente del CSD, se han pronunciado a favor de la modificación de la ley. Según Fernando Tapias, catedrático de Derecho de la Universidad del País Vasco, se trata de un procedimiento complejo. “La modificación de un Real Decreto, norma de obligado cumplimiento, podría alargarse hasta dos meses, por lo que debería producirse antes de que se consume el ascenso, ya que de lo contrario se estaría produciendo la vulneración de la ley”, señala.
Para los juristas la regulación de las sociedades anónimas deportivas era algo necesario, ya que la ley debía establecer una garantía de pago para las posibles deudas que estas pudieran generar. En este sentido, la regulación del capital social era la herramienta más eficaz. Sin embargo, el problema se encuentra en la fórmula utilizada para el cálculo. “En un club como el Eibar genera unos efectos no deseados”, añade el catedrático.
En la fiesta del ascenso se lanzó confeti azulgrana “de segunda mano”
Lo curioso de la situación es que de reunir la cifra y formar parte de Primera, el Eibar recibirá un importe cercano a los 17,5 millones de euros en concepto de derechos de televisión. Es decir, tendrá más dinero que nunca después de haber tenido que hacer un esfuerzo financiero sin precedentes.
El siguiente problema en la lista tiene que ver con el aforo de Ipurua. Al tratarse de su primer año en Primera está obligado a ofrecer una cantidad mínima de 6.000 espectadores, algo que no cumple a día de hoy. De seguir un año más en la máxima categoría pasaría a ser de 13.000. Un grupo de arquitectos estudia las posibilidades de expansión del estadio a través de la instalación de gradas supletorias. Si no, podría tener que mudarse a otro campo.
En la fiesta de celebración del ascenso organizada por el equipo ayer en Éibar se lanzó confeti azulgrana “de segunda mano”. La comisión organizadora se lo compró al Barcelona, que lo tenía sin estrenar después de haber perdido el título de Liga ante el Atlético en el Camp Nou.
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