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“Ni 100 paradas igualan lo que sentí al marcar de cabeza al Shakhtar”

Andrés Palop reflexiona sobre su carrera tras retirarse a los 40 años y después de 19 temporadas en la élite y 12 títulos

Andrés Palop tras marcar de cabeza al Shakhtar.
Andrés Palop tras marcar de cabeza al Shakhtar.SERGEI SUPINSKY (AFP)

Tras concluir en junio su contrato con el Bayer Leverkusen, el portero Andrés Palop (L’Alcúdia, Valencia, 40 años, 19 temporadas de profesional y 12 títulos) volverá a su casa de Oliva para reflexionar. Aunque no haya podido debutar en el Bayer (suplente de Leno todo el curso), aprovechó el tiempo para presentar en el club alemán un proyecto de cantera, una idea sobre la que desarrollar su futuro tras anunciar ayer su retirada.

Pregunta. ¿Qué palabra resumiría su carrera?

Respuesta. Perseverancia. No soy un portero de 1,90, ni de los más dotados técnicamente, ni de mucho estilo estético. He estado un escalón por debajo, pero esa perseverancia me ha ayudado a conseguirlo todo.

P. En estos años en la élite, ¿qué ha aprendido?

R. A competir. Lo que más me motivaba e ilusionaba era competir en los entrenamientos y en los partidos. Siempre fui al máximo.

P. ¿Ha conocido a alguien que amara tanto su profesión?

Jugué seis meses con un ligamento roto en la muñeca; era mi ocasión de subir a Primera”

R. Sí, sobre todo mi excompañero en el Sevilla Fernando Navarro. Éramos un calco, siempre analizando al rival, pensando en el fútbol, sufriendo.

P. ¿Qué locuras ha cometido?

R. Jugué seis meses con un ligamento roto en la muñeca porque era mi oportunidad de subir a Primera con el Villarreal. Me lesioné en la décima jornada y aguanté sin operarme hasta el verano, con mucho dolor. Me vendaba la mano y casi no pasaba la sangre. Ascendimos tras una promoción contra el Compostela. Allí comencé mi carrera y ahora haré el camino de Santiago para cerrar el círculo. 350 kilómetros a pie.

P. El fútbol le correspondió.

R. Más de lo que esperaba. Salí de mi pueblo a los 17 años y entonces me tiraba de panza [a por el balón], no tenía técnica, pero el Valencia me vio potencial. Competía con niños que llevaban allí desde los 10 años, mucho más preparados. Me marcaba metas a corto plazo: jugar en Segunda B, en Segunda... cada año subiendo. Desde que salí de casa con un macuto hasta aquí, el fútbol me ha dado una educación y unos principios.

P. ¿Esa fuerza le viene de sus orígenes humildes?

Sentí un respeto brutal por Luis Aragonés. En sus charlas me sentaba en primera fila y lo miraba fijamente”

R. Al conocer el trabajo del campo [la agricultura], no quería volver a él, con todo el respeto a mi padre y a mis hermanos, que son labradores. Se me abría una puerta: el campo de césped, los viajes, conocer a mucha gente... y no quería volver a llevar la azada al cuello para ir a bisbar [arrancar] las malas hierbas. Ese miedo me hizo esforzarme más.

P. Por esta época, en Pascua, plantaba melones y tomates.

R. Sí, es el tiempo de plantar para recolectar en verano. Cuando mis amigos venían con las motos y se iban a comer la mona de Pascua, yo no podía: debía ayudar a mi padre a plantar el melonar.

P. Sus dos hijos lo habrán tenido mucho más fácil.

R. Educar es lo más difícil que hay. Pueden tener privilegios, pero deben asumir unas reglas y ofrecer estudios y un comportamiento. Estoy contento de que quieran ser porteros. El mayor, Jorge, juega en el sub-14 del Bayer, y Alejandro en el sub-11. Les hacen entrenarse muy duro. Están encantados con los estudios y no quieren irse de Alemania.

P. ¿Qué le faltó por hacer?

Al conocer la agricultura, no quería volver a llevar la azada al cuello para ir a bisbar [arrancar] las malas hierbas. Ese miedo me hizo esforzarme más

R. Debutar con España. Pese a ganar un título [la Eurocopa de Austria y Suiza 2008], no llegué a jugar. Faltó ese detallito, aunque no tengo ningún resquemor.

P. ¿Cómo fue su relación con Luis Aragonés?

R. De un respeto brutal. A sus charlas iba siete minutos antes para pillar sitio en la primera fila. Lo miraba fijamente y él transmitía muchísimo. Después sabía relajar la presión con un juego psicológico que al equipo le iba muy bien.

P. Como cuando, antes de la semifinal ante Rusia, les dijo que Arshavin...

R. ‘Lo sé cierto’, nos dijo, ‘que Arshavin no va a hacer nada porque se bebió una botella de wisqui él solo [para celebrar haber eliminado a Holanda en los cuartos de final]; el bueno es el otro, Pavliuchenko’. Y después fue verdad. Porque Luis tenía contactos y sabía moverse. Como cuando nos dijo antes de la Eurocopa: ‘Vamos a ganar la Eurocopa; y si no gano, soy un fracasado’.

P. En el podio de entrenadores, ¿a qué otros dos pondría?

R. A Rafa Benítez, aunque yo no jugaba, por cómo nos preparaba y analizaba a los rivales; y a Juande Ramos, por cómo cambiaba en un segundo un partido.

P. ¿Su mejor actuación?

R. La final de la Copa de la UEFA en Glasgow [con el Sevilla ante el Espanyol en 2007]. Di un pase de gol y paré tres penaltis en la tanda. Después unn día con el Valencia en Higbury ante el Arsenal de Henry, Ljumberg... El 0-0 nos permitió pasar de fase en la Champions. Al acabar, la grada de detrás empezó a aplaudirme, me giré y Ayala vino a abrazarme. Fue muy emocionante.

P. ¿El tiempo ha suavizado su rivalidad con Cañizares?

La muerte de Antonio Puerta fue lo peor. Perder a un compañero delante de ti, en el área pequeña...

R. No lo he vuelto a ver. Si algún coincidimos en algún campo, porque su hijo también es portero, nos saludaremos. Fue una rivalidad sana que se salió de madre. Pero yo estuve seis años [de suplente] por la ilusión de jugar en el Valencia. Al final no pudo ser y se acabó todo con Cañizares.

P. ¿El peor momento?

R. La muerte de Antonio Puerta. Perder a un compañero delante de ti, en el área pequeña, no se lo deseo a nadie.

P. ¿Qué sintió al marcar de cabeza al Shakhtar [en octavos de final de la UEFA 2006-07]?

R. Ni con 100 paradas puedes llegar a sentir eso. Veníamos de un 2-2 en casa, perdíamos 2-1 y, en el último minuto, voy subiendo al córner mientras miro a Juande Ramos, que me da el visto bueno. Me pongo sobre el punto de penalti y veo que el centro de Dani Alves viene a mí, giro el cuello y el portero no puede llegar. No sabía cómo celebrarlo. Chevantón marcó el tercer gol en la prórroga.

P. ¿El delantero más dañino?

R. El Morientes del Madrid y Messi. Los dos me marcaron muchos goles.

P. ¿Un estadio especial?

R. San Mamés. Notabas allí la esencia del fútbol.

P. ¿Y cómo definiría su amor entre el Valencia y el Sevilla?

R. Como una madre y un padre. El Valencia me crió y me hizo profesional; el Sevilla me ha querido mucho. Y ahora que se enfrentan [en una semifinal de la Europa League], espero que quien pase, gane la final. Como dijo Luis, las finales se ganan, no se juegan.

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