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EL CÓRNER INGLÉS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El demonio se viste de blanco

Tras los tiempos de San Pep, las calamidades que ha tenido que soportar el Barça últimamente recuerdan a las del Santo Job

Bartomeu vota la reforma del Camp Nou.
Bartomeu vota la reforma del Camp Nou.A. DALMAU (efe)

“La mente hace su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo del infierno, y un infierno del cielo”.

John Milton, poeta inglés

Job, como el Barça, lo tenía todo. Dinero, tierras, ovejas y una familia unida, feliz. También, una gran fe en Dios. A Satanás le irritó el espectáculo. Fue a hablar con Dios y, con el cinismo que le caracteriza, le dijo que Job confiaba en Él solo porque todo le iba bien.

Ok, le contestó Dios. Pondremos la fe de Job a prueba y ya verás tú, oh malvado, que no es verdad lo que dices. Te doy libertad, le dijo Dios a Satanás, para que le sometas a todos los sufrimientos que salgan de tu maldita imaginación y aún así veras que me seguirá siendo fiel.

¿Quién ejerce el papel de Satanás en Can Barça? Los vómitos de Messi apuntan a que se trata del auténtico, del original

Satanás no se cortó. Mató a los hijos de Job, a las ovejas, destruyó su casa, le cubrió el cuerpo de pústulas que le picaban sin cesar.

Las calamidades que ha tenido que soportar el FC Barcelona últimamente recuerdan a las del Santo Job. En tiempos de San Pep había conquistado la felicidad terrenal pero de repente se empezaron a acumular las desgracias. La grave enfermedad del entrenador, Tito Vilanova, y las lesiones de Puyol, Messi, Valdés, Piqué; la pérdida de Eric Abidal y Thiago Alcántara; la llegada de Neymar; el dinero que se fue con las multas de Hacienda; y, esta misma semana, la matanza de los niños en su templo, la sagrada Masía.

¿Quién ejerce el papel de Satanás en Can Barça? Los vómitos de Messi apuntan a que se trata del auténtico, del original. Todo indica que el 10 argentino ha recurrido al exorcismo sacramental. Pero como cualquiera con un mínimo de conocimiento de la fe cristiana sabe, Satanás se presenta en muchos disfraces.

Para los fieles de la iglesia culé el demonio se viste de blanco. En ciertas instancias quizá tengan razón. Por ejemplo, si el Real Madrid no se hubiera metido en la pugna por Neymar el Barcelona lo podría haber fichado por los 25 millones de euros que valía, que fue lo que el Bayern Munich dio por Thiago, en vez de pagar cien.

En cuanto a las multas, siempre es posible que Hacienda sea territorio madridista, pero una madura reflexión conduce a la sospecha de que la enfermedad de Vilanova y las lesiones de los jugadores se deben más a los infortunios del azar que a una poción maléfica confeccionada en las tinieblas del Bernabéu.

El último castigo ha sido la blasfemia de no solo dudar de la integridad moral de La Masía, insinuando que es un centro para el abuso de menores y no un sano seminario para futuros misioneros, sino también de prohibir el fichaje de jugadores adultos hasta junio de 2015 y el de niños extranjeros (sin excluir a los que provienen de La Mancha y Canarias) in secula seculorum.

Inevitablemente, dentro del club se ha llegado a creer que detrás de tanta maldad debe haber una mano merengue. La verdad delata una vez más el provincialismo de la gran institución catalana. Se trata de algo mucho más grande, de alcance mucho más universal, que la tediosa riña entre dos pueblos ibéricos. Se trata, sin ningún disimulo, de la FIFA, el Gran Satanás cuya misión consiste no solo en azotar al club que ha exhibido el mejor fútbol de los últimos —y quizá de todos— tiempos, sino en destrozar el deporte en su totalidad.

El fútbol es la única religión que une al mundo entero. Esto claramente indigna a la FIFA y por eso está iniciando su labor aniquiladora haciendo todo lo posible para arruinar la máxima fiesta futbolera, el Mundial. Por un lado elige el desierto de Catar como sede mundialista, por otro mira a otro lado cuando mil obreros extranjeros mueren en la construcción de los estadios cataríes y, por otro, acaba con los sueños de niños coreanos, africanos y argentinos deseosos de aprender a jugar al fútbol en una de las ciudades más bellas de la tierra. Mucha crueldad, la del Gran Satanás.

Pero, ¡ánimos!, las pústulas Fiferas no serán eternas. Hagamos un llamado tanto al Barça como a la gran tribu futbolera a seguir el ejemplo de Job, que mantuvo la fe y al final recuperó la felicidad. Paciencia nens, el Bien vencerá al Mal.

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