‘La caja negra’ del fútbol

Nacieron en 1930 y siguen tan campantes. Su cuna fue Uruguay y este mes de junio volverán locos a los aficionados del país más futbolero del mundo, Brasil. Se trata, claro, de los Mundiales de Fútbol. Desde ayer estos Mundiales, en los que ha pasado de todo y que constituyen la caja negra del fútbol, tienen una crónica general, que ha escrito Alfredo Relaño, director de As y colaborador de EL PAÍS.

El libro se titula Tantos Mundiales, tantas historias, ha sido publicado por Córner (de Roca Editorial) y fue presentado ayer en Madrid por el autor, arropado por dos veteranos de los Mundiales, el seleccionador, Vicente del Bosque, que llevó a España al estrellato y sigue ahí, esperando que Brasil sea su reválida este año, y José Antonio Camacho, que tiene experiencia como seleccionador y como futbolista en estas lides mundialistas.

Los tres coincidieron: un Mundial es la expresión del fútbol de su época, y en ese sentido es la caja negra de las tendencias, las tácticas y las ambiciones estéticas de los futbolistas de cada tiempo. El libro de Relaño está dedicado a Bernardo Salazar, que es un sabio de la historia del fútbol, y a Agustín Martín, que representa a la nueva generación de eruditos. Los dos, dijo el autor, le han impedido incurrir en errores; a ese rigor se añade, dijeron quienes le presentaron, el estilo de Relaño, que combina la velocidad de su prosa con la solvencia de sus relatos.

El libro fue presentado por el seleccionador, Vicente del Bosque y José Antonio Camacho

Alfredo Relaño explicó que no quiso tan solo contar la historia de los Mundiales desde el punto de vista de los sucesos estrictamente futbolísticos ocurridos en cada campeonato, desde Uruguay a Suráfrica; “quise también contar las vicisitudes de los países, sus afanes para organizarlos”, en tiempos en que planificar un campeonato de estas características chocaba con precios y distancias prohibitivas, y con circunstancias que desaconsejan su organización. Algún país, como Colombia en 1986, renunció a acogerlo, y México lo tuvo que organizar por segunda vez. Así que, junto a la crónica estrictamente futbolística (con datos y curiosidades) el libro está lleno de la sociología de estos encuentros.

De esta historia de los Mundiales se deduce, dijo Camacho, “la revolución informativa que ha acompañado a la historia del fútbol; al principio de estos campeonatos se recibían noticias a cuentagotas, y ahora cada instante y cada estornudo de un futbolista da la vuelta al mundo en el momento en que se producen”. A Del Bosque le llama la atención la diversidad de tácticas y de técnicas que han ido marcando el desarrollo de estas expos del fútbol, donde se muestran los avances del deporte.

En cuanto a la selección española, no se le escapó al seleccionador la defensa del estilo de juego que su equipo heredó del inolvidable Luis Aragonés. “Los Mundiales, además, nos han abierto puertas al fútbol de otras latitudes y nos han permitido aprender y perfeccionar”, explicó Relaño, que destacó el tiqui-taca como una innovación española. Para imitarla, dijeron Camacho y Del Bosque, sería imprescindible que quienes lo intenten tengan la excelente contribución de los futbolistas que aquí lo han convertido en una manera exitosa de hacer fútbol.