La Champions despierta a Messi
Liderados por La Pulga, los azulgrana superan al City, aún inexperto en las grandes citas, en un duelo digno de la Copa de Europa, nada que ver con la excursión campestre a Valladolid
La banda de Zorrilla funcionó ayer como una orquesta en el Camp Nou. La fanfarria de la Champions despierta al mejor equipo y también a Messi. Necesita el Barça más que nunca al 10 para marcar las diferencias en partidos comprometidos y difíciles como el que planteó anoche el Manchester City. La zurda del argentino es como un taco de billar por los efectos que le da a la bola. El gol que ayer le marcó a Hart fue precioso, tanto por la definición como por la determinación, manifiesta en el jugador desde que salió a la cancha, igual de participativo en el sufrimiento que en la alegría, punto final de un plantel muy solidario en la defensa de su continuidad en Europa.
BARCELONA, 2-CITY, 1
Barcelona: Valdés, Alves, Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Cesc (Sergi Roberto, m. 86); Neymar (Alexis, m. 80), Messi y Iniesta. No utilizados: Pinto; Bartra, Adriano, Song y Pedro.
Manchester City: Hart; Zabaleta, Kompany, Lescott, Kolarov; Fernandinho, Touré; Nasri (Navas, m. 74), Silva (Negredo, m. 72) , Milner; y Agüero (Dzeko, m. 46). No utilizados: Pantalimon; Clichy, Boyata, Javi García.
Goles: 1-0. M. 67. Messi. 1-1. M. 89. Kompany. 2-1. M. 91. Alves.
Árbitro: Stéphane Lannoy (Francia). Expulsó a Zabaleta (m. 78) por doble amonestación. Mostró cartulina amarilla a Fernandinho, Kolarov, Cesc y Kompany.
Camp Nou. 85.957 espectadores.
Ya pasaron los tiempos de exhibición en el Barcelona. Ahora se trata de competir, jugar con cabeza, ponerse serio y confiar en Leo. La mejor versión del argentino presidió un partido de palabras mayores, futbolístico y salpicado de jugadas preciosas, digno de las noches de Champions. Únicamente el empeño del colegiado en equivocarse manchó una jornada en la que Neymar provocó de nuevo división de opiniones en la entregada hinchada del Camp Nou. Neymar continúa a rebufo de Messi, que ayer completó una excelente actuación para desespero del City, todavía inexperto en torneos que exigen muchas derrotas para aprender a ganar los partidos más complejos.
Pellegrini siempre ha estado pendiente del Barça. Jugó la ida con un respeto reverencial y afrontó la vuelta sin la figura de un 9 clásico para ganar movilidad y presión en la línea de tres cuartos, dispuesto a fracturar a los azulgrana con una presión muy alta. No le fue bien y se corrigió en el descanso con Dzeko, mejor ayer que el Kun Agüero y también menos virtuoso y acertado que Messi. El 10 hizo bueno el plan de Martino. El técnico politiqueó con la formación, respetuosa con el estatus de la plantilla y las fichas de los jugadores, sobre todo porque calzó a Cesc y a Neymar en el equipo a cambio de perder simetría e intensidad sin Alexis y Pedro. Los referentes se repartieron el esfuerzo y resolvió el 10.
Ya no se trata de apretar, como síntoma de interés, compromiso y protagonismo, sino que ayer se imponía controlar el partido y la pelota, evitar daños más que correr riesgos, acabar las jugadas para facilitar el repliegue y jugar como un equipo, nada que ver con la excursión campestre de Valladolid. Aun cuando menguó la profundidad, aumentó la concentración defensiva y las llegadas selectivas. Messi buscaba siempre a Lescott y en poco más un cuarto de hora cayeron dos ocasiones que no acabaron en gol por decisión del árbitro, que no advirtió penalti en una caída del argentino y pitó un fuera de juego discutible a Alba, habilitado por Cesc.
Pellegrini jugó la ida con un respeto reverencial y la vuelta sin un nueve clásico
El partido se puso muy interesante por la ambición del City y la tensión competitiva del Barcelona. El despliegue inglés era tan numeroso como bonito, y también estéril, mientras los azulgrana no sólo disputaban los balones divididos sino que percutían con saña en ataque, exigiendo a Hart, decisivo en dos tiros a quemarropa de Neymar y Xavi. Hacía tiempo que no se veía a Messi correr tanto a por la pelota, ir a por los delanteros y los defensas, de la misma manera que los azulgrana agradecían el regreso del exquisito Iniesta. El empeño era a veces tan notorio que los locales perdían la calma, no tenían pausa y se contagiaban de la prisa del City.
A Neymar le costó dejar de jugar al pie y atacar el espacio para recibir los pases interiores de Messi. Justo cuando supo interpretar el juego, el brasileño se descolgó con dos remates estupendos, el último salvado por la cabeza de Fernandinho. El City sólo enfocó una vez a Valdés. La jugada, sin embargo, fue extraordinaria por el pique de Touré y la espuela de Silva, delicioso en el salto y el golpeo, tan luminoso como cegado Nasri en la pegada, neutralizada por Valdés. Los muchachos de ambos equipos se ganaron el descanso después de un laboro estimable, imbatidos los dos en un ejercicio muy exigente. Los errores penalizaban y la concesión de un gol podía ser definitiva.
A Neymar le costó atacar el espacio para recibir los pases interiores del astro
El City estaba convencido de que si se adelantaba en el marcador tendría asegurado el remonte de la misma manera que si el Barça a añadía un tercer gol a los dos de ventaja de la ida supondría certificar su pase a los cuartos de la Champions. Así las cosas, Pellegrini prescindió de Agüero, lastimado y poco presente en la cancha, y dio entrada a Dzeko, un ariete que remata y descarga igualmente la pelota, excelente para el juego directo. El cambio activó al City y desequilibró al Barça. Kolarov se coló repetidamente por la banda mal defendida por Neymar y empezó a poner centros, uno matemático a la cabeza de Dzeko. La genial pirueta de Valdés evitó el gol del City.
Muy replegados, los azulgrana perdieron el balón y se entregaron a un peligroso intercambio de golpes. El vértigo nunca fue un buen aliado del Barça. Al rescate acudió entonces Messi, que no paró hasta quebrar la cintura de Lescott. La disponibilidad del 10 ayudó al equipo a salir de su cancha y a volver a gobernar la contienda pese al desfonde de Neymar. Enrabietado por un remate que repelió el poste, el argentino enganchó una pelota filtrada por Cesc, rechazada por Lescott y sorprendió a Hart con un remate diabólico con la zurda cuando la acción demandaba un tiro con la diestra. Un golazo del explosivo 10 para cerrar un disputado partido y una ronda celebrada por todos los rivales.
El impacto de la jugada convirtió en anecdótico el penalti no pitado de Piqué a Dzeko, la expulsión de Zabaleta, el gol de rigor a la salida de un córner de Kompany, la sustitución de Neymar y el tanto de la victoria de Alves después de una acción estupenda de Iniesta. Imprevisible en el día a día de la Liga, no falla de momento el Barça cuando enfrenta a los contrarios de más renombre, días en que se gana la bula para seguir siendo considerado uno de los grandes de Europa desde hace 10 años, en la derrota y en la victoria, como ayer contra el City.
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