“En la anarquía no se juega bien”
Velimir Perasovic, entrenador del Valencia Basket, recuerda su etapa de jugador en la gran Jugoplastika de Split y habla de Kukoc, Petrovic y de su estilo y mentalidad como técnico
Llegó al Valencia en enero de 2012 y asegura que en ese primer año no vio la playa. Velimir Perasovic (Split, Croacia; 1965) vive entregado al baloncesto. El entrenador del segundo clasificado de la Liga Endesa —ayer ganó al Baskonia por 67-55— sigue con la misma obsesión por mejorar que aprendió como jugador en la inolvidable Jugoplastika de Split.
Pregunta. ¿Cómo es Split?
Respuesta. Una ciudad costera, parecida a Valencia. Es una ciudad de deportistas: Ivanisevic en tenis, Boksic en fútbol, Kukoc y Radja en baloncesto... La financiación ha cambiado y solo salen deportistas individuales, como Blanca Vlasic en salto de altura.
Trayectoria y palmarés
Como jugador:
1985-1991: Jugoplastika Split (Pop 84)
1991-92: Slobodna Dalmacija
1992-93: Breogán de Lugo
1993-97: Baskonia
1997-2002: Baloncesto Fuenlabrada
2002-2003: Lucentum Alicante
Como entrenador:
2004-2005: Caja San Fernando
2005-2007: Baskonia
2007-2008: Estudiantes
2008-2010: Cibona Zagreb
2010-2011: Efes Pilsen
2012-: Valencia Basket
Palmarés como jugador: cuatro Ligas yugoslavas (1998-1991) y tres Copas de Europa (1989-1991) con la Jugosplastika Split
Copa del Rey de 1995 con el Baskonia. Antigua Recopa con el Baskonia en 1996.
Campeón mundial en 1990 y europeo en 1991 con Yugoslavia.
Plata olímpica en 1992 y bronces europeos en 1993 y 1995 con Croacia.
Palmarés como entrenador: Copa del Rey de 2006 y Supercopa de España de 2007 con el Baskonia.
Copa de Croacia de 2009 y Ligas de 2009 y 2010 con la Cibona Zagreb.
P. ¿A qué jugó de niño?
R. Hasta los 14 años al fútbol, de delantero y defensa. Mi padre era funcionario y futbolista amateur. El baloncesto fue mi amor desde el primer día. Era muy popular en Yugoslavia, por la selección y la Jugoplastika. Los niños queríamos ser como ellos.
P. ¿Cómo era la Jugoplastika?
R. Crecimos juntos desde niños: Kukoc, Radja, Ivanovic, Pavicevic... Ganamos cuatro Ligas yugoslavas [1988-91] y tres Copas de Europa [89-91] seguidas. Ganar la Liga era casi más difícil. Solo los campeones jugaban la Euroliga. Y para eso tenías que ganar a Partizán, Estrella Roja, Zadar, Olimpia Liubliana, la Cibona de Petrovic...
P. ¿Es el mejor equipo que ha habido en Europa?
R. Soy subjetivo, pero para mí, sí. Por la continuidad. En esa época no se podía salir de Yugoslavia hasta los 27 años. Los jugadores maduraban en sus clubes. Fue ideal para el baloncesto yugoslavo, aunque fue un decreto en un sistema comunista, no se puede hacer. Ahora los jóvenes salen con 20 años y no maduran.
En la Jugoplastika competíamos a ver quién trabajaba más. La ambición te empujaba
P. ¿Le recuerda esa Jugoplastika al Madrid de ahora?
R. El dominio del Madrid en Europa es evidente. Ojalá mi amigo Pablo [Laso] repita con el Madrid los éxitos de nuestra Jugoplastika. Es difícil. El Barcelona en una final four te puede ganar sin problemas. El Madrid enamora. Veremos si eso les lleva a los títulos. Se divierte, como nuestra Jugoplastika. Nosotros teníamos también mucho orden y disciplina. Sabíamos lo que teníamos que hacer. Y es importante tener calidad. Teníamos a los mejores, Kukoc y Radja. En las dos finales contra el Barça [1990-91] marqué a Epi. Siempre le digo que me acusaban de no defender bien.
P. ¿Cómo era Kukoc?
R. Un dominio técnico y físico impresionante. En las pruebas físicas de Yugoslavia era el mejor, aunque no lo parecía. Saltaba más, era el más ágil, el más explosivo. Y técnicamente privilegiado. Podía jugar de base. Ha sido el mejor sexto hombre de la NBA. Jugar con Jordan y Pippen parece fácil, pero no lo es. Él encontró su sitio al lado de los mejores del mundo. Su potencial no lo he visto en nadie. Petrovic y él han sido los mejores europeos. Drazen tenía ganas de ganar todos los días, era un líder del trabajo. Sabía todas las estadísticas de los rivales.
P. ¿Le interesa la política?
R. Sí, pero me lo guardo para mí, no para hablar de ello.
P. ¿Cómo afectó al baloncesto?
R. Durante el Mundial 90, en Croacia ganó el partido nacionalista y en Serbia se desató una revuelta. Durante el Europeo 91 empezó la guerra en Eslovenia y Juri Zdovc se fue de la concentración. Vivíamos cada uno para su pueblo. Esa guerra acabó con la mejor generación yugoslava de la historia. Quizás en los Juegos de Barcelona contra Estados Unidos la historia hubiera sido diferente... pero nunca lo sabremos.
P. En ese Europeo 91 jugó usted el último partido de Yugoslavia, la final ganada a Italia...
R. Sabía que sería la última vez con esa camiseta. En Croacia morían cada día 20 personas. Se preparaba una guerra grande. A los 15 días empezó. Es muy difícil hablar de ello después de 30 años.
P. Ya con Croacia, ¿a quién marcó en la final contra el dream team de Barcelona 92?
R. Un rato a Jordan. Jugué poco. Entramos al partido como una fiesta. Hoy un equipo europeo entra a ganarles. Nosotros no competíamos. El baloncesto europeo no había entrado en el corazón de la NBA. Petrovic, el mejor de Croacia, tenía que jugar ante Jordan.
P. Como jugador pedía las llaves del pabellón en sus días libres para entrenarse. ¿Cómo era?
R. Peculiar. Conocía mis defectos, y debía trabajar mucho. Llegué más lejos de lo que mi físico y mi talento hacían pensar. Petrovic fue mi ejemplo. En el 83, con 18 años, hicimos la mili juntos seis meses. Le vi entrenarse todos los días, a veces sin sentido. Con chalecos con pesas, corriendo muchísimo. Era malo para su cuerpo, pero lo hacía.
P. ¿Es el carácter yugoslavo?
R. Cuando yo empecé, de cuatro cosas que me decían, tres eran. “Si te entrenas más, serás mejor”. Esa ambición te empujaba. En la Jugoplastika competíamos a ver quién trabajaba más. Eso ha cambiado. Los jugadores quieren dinero rápido. Los jóvenes son diferentes. Mi hijo mayor, de 22 años, viene a comer con la tablet. Para él es normal.
En el Madrid hay más libertad y en el Barça, más orden. Yo intento buscar el equilibrio
P. ¿Esa mentalidad la mantiene como entrenador?
R. Sí, siempre queda. Nuestra lema, Cultura del esfuerzo, es la manera de ver las cosas de nuestro dueño [Juan Roig]. No importa perder si das lo máximo. La disciplina es parte del trabajo. En una anarquía no se puede jugar bien. Crees que el equipo está jugando bien, dejas de estar un poco encima y entra en la anarquía muy rápido.
P. ¿Al jugador hay que darle libertad o controlarle?
R. Es complicado. Hay jugadores que les cuadras demasiado y no juegan bien. Yo no soy tan cuadrado. Intento dar libertad. Pero corres el riesgo de que se pierda el orden y se entre en la anarquía. Hay que estar encima. En el Madrid hay más libertad, y en el Barcelona, más orden. Son dos maneras diferentes de ver el juego. Yo intento buscar el equilibrio.
P. ¿Como espectador no le gusta más el juego del Madrid?
R. Sí, pero yo no soy espectador, y me gusta también mucho el juego del Barça, porque veo otras cosas. Nosotros corremos mucho y con orden. Para jugar con esa libertad hay que tener jugadores de muy alto nivel, que entienden el baloncesto muy rápido, con talento para ver cosas en tres segundos, y no todos los equipos los tenemos. Eso cuesta dinero.
P. ¿Puede el Valencia competir con los grandes?
R. Somos el quinto presupuesto de la Liga. No es normal estar por delante del Barcelona. Nos hemos ilusionado. A ver si llegamos sanos a los playoffs.
P. ¿El sistema de la Euroliga?
R. Nos perjudica. Era más justo antes: dos equipos con tres años de licencia y dos cada año se la ganaban. Luchabas por algo. Pero los grandes no lo querían así. El Madrid jugó una Eurocup...
P. ¿Cómo es Juan Roig?
R. Muy amable y muy natural.
P. ¿La situación en Ucrania?
R. Estas cosas se descontrolan tan rápido que no puedes creerlo. Yo nunca creí que podía empezar la guerra. Pero lo peor del hombre sale. Cuando hay muertos, ya no hay vuelta atrás. Yo lo viví en Yugoslavia. Lo pagó el baloncesto.
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