El Valencia cumple con oficio
El conjunto de Pizzi administra la ventaja de la ida, avanza en Europa y se enfrentará al Ludogorets búlgaro en octavos

El renovado Valencia sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Y actúa en consecuencia arreglo a sus necesidades. Y anoche al cuadro de Pizzi le requería administrar la ventaja conseguida en la ida. Y lo hizo con oficio y solvencia frente a un Dinamo de Kiev correcto, con más apariencia que fuste. Fue en un ejercicio práctico, apenas sublime de un Valencia con menos chispa en ataque de lo habitual. Con el equipo justo de efectivos, conservó el conjunto che el resultado inicial que avalaba el 0-2 cosechado en Nicosia una semana atrás. Y en octavos de final de la Liga Europa le aguarda el Ludogorets de Bulgaria, contra todo pronóstico vencedor de la eliminatoria frente al Lazio.
Dotar de una personalidad que se adapte a las características propias, resulta la alquimia a encontrar en un equipo de fútbol. Desde la llegada de Juan Antonio Pizzi, el Valencia es otro, ordenado y reconocible, con la necesaria prudencia y la justa ambición. La metamorfosis conseguida en tiempo récord por el conjunto che, la adaptación al sistema y al equipo de las últimas incorporaciones, valida la tesis de que el juego pertenece a los futbolistas y el estilo lo dota el entrenador. De la mando de Pizzi, el Valencia actual, sin alardes, compite y bien. Y la grada de Mestalla agradece la dedicación, el esfuerzo y las formas aplicadas para el bien común.
VALENCIA, 0; DINAMO KIEV, 0
Valencia: Diego Alves; Joao Pereira, Ricardo Costa (Senderos, m. 66), Mathieu, Bernat; Keita, Parejo; Michel (Barragán, m. 74), Vargas, Fede (Portu, m. 81); y Paco Alcácer. No utilizados: Guaita; Salva Ruiz, Robert y Manu Molina.
Dinamo Kiev: Rybka; Danilo, Khacheridi, Dragovic, Makarenko; Lens (Gusev, m. 76), Miguel Veloso, Vukojevic, Yarmolenko; Haruna (Bezus, m. 66) y Brown (Mbokani, m. 70). No utilizados: Koval; Garmash, Vida y Belhanda.
Árbitro: Deniz Aytekin (Alemania). Amonestó a Lens, Fede Cartabia, Vukocevic, Parejo, Joao Pereira y Gusev.
Unos 35.000 espectadores en Mestalla.
Con ocho ausencias obligadas y con cuatro chavales del filial en la convocatoria, Pizzi optó por alinear su mejor once disponible. A pesar de la clara ventaja obtenida una semana atrás en Chipre, el técnico del Valencia no quería conceder nada al conjunto del mítico Oleg Blokhin, que esta vez sí pudo contar con Yarmolenko, líder y alma del Dinamo de Kiev. Europa merece un respeto. Y desde el once inicial, el preparador argentino lanzó el mensaje de apetito instalado en Mestalla desde su llegada.
No se dio por vencido ni eliminado el conjunto ucraniano. Y en el inicio se lo hizo saber al Valencia que se dedicó en primera instancia a atemperar el ánimo del rival dotado de buen físico y aceptable toque. A partir de la organización defensiva, el Valencia resguardó de primeras la renta conseguida en la neutral Nicosia. Firme y seguro, el cuadro valenciano creció a partir de la aparición en el juego de Parejo, alma del nuevo Valencia, el futbolista con más imaginación y creatividad. Custodiado por Keita, curtido en mil batallas, el centrocampista madrileño dota de serenidad al equipo y rompe líneas contrarias con sus dulces conducciones con el balón cosido a su pie derecho. A Fede Cartabia le correspondía el papel de agitador, pero la toma de decisiones es la asignatura pendiente del joven argentino de anárquico potencial que ilusiona y exaspera a la vez.
Ante las prestaciones defensivas del Valencia, paulatinamente fue decayendo el empeño del Dinamo de Kiev, incapaz de encontrar caminos y fisuras en el ensamblado esquema valenciano y su solidaria voluntad. El mérito del Valencia fue que sucediera lo mínimo en el encuentro y que lo sustancial ocurriese lejos de Diego Alves que vivió una plácida noche europea salvo un tiro al travesaño recibido mediada la segunda mitad. Fue todo el potencial expuesto por un Dinamo de Kiev incapaz de redimirse de la derrota una semana atrás, rebajado por la profesionalidad y oficio del Valencia que crece día a día y avanza con firmeza en Europa.
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