Pinto da vida al Camp Nou
Los azulgrana, que siguen sin coger el ritmo, superan con fortuna a una Real Sociedad tan temerosa como bien defendida por el portero azulgrana y que se quedó pronto con diez
No hay seguramente un sitio más frío hoy día que el Camp Nou. El estadio se ha vaciado hasta quedar desnudo, como si nunca se hubiera jugado al fútbol, ni actuara de local un equipo mundialmente famoso de nombre Barça. Nadie diría que es la cancha de Messi. Ni tampoco parece el mejor escenario para una entidad que presume de ser mésque un club. No es fácil explicarse tanto abandono por más que la temperatura sea baja, los partidos se disputen muy tarde y además se televisen.
Tampoco es normal que se haya ido el presidente sin más ni menos, igual que no hubiera estado nunca en el palco, presa de un sobrecogedor silencio. Fue Rosell quien prometió al fin y al cabo que arreglaría los horarios del Camp Nou. No es fácil reconocer al estadio azulgrana, a Messi, al Barça. No es que al barcelonismo le haya dado un ataque de tristeza ni tampoco se puede afirma que es víctima un proceso de desnaturalización. A falta de emoción y pasión, se impone un cierto desinterés y desafecto.
BARCELONA, 2 - R.SOCIEDAD, 0
Barcelona: Pinto; Alves, Piqué, Mascherano, Alba; Busquets, Xavi, Cesc (Tello, m. 86); Alexis (Iniesta, m. 74), Messi y Pedro. No utilizados: Valdés; Puyol, Song, Sergi Roberto y Adriano.
Real Sociedad: Zubikarai; Zaldúa, Mikel González (Carlos Martínez, m. 19), Ansotegi, Iñigo Martínez, José Ángel; Elustondo, Gaztañaga, Zurutuza; Griezmann (Seferovic, m. 82) y Vela (Canales, m. 72). No utilizados: Bravo; Xabi Prieto, Pardo y Ros.
Goles: 1-0. M. 44. Busquets. 2-0. M. 60. Zubikarai, en propia puerta.
Árbitro: González González. Expulsó con tarjeta roja a Iñigo Martínez por protestar y amonestó a Mascherano, Vela, Elustondo, Gaztañaga, Messi y Zubikarai.
Camp Nou: 38.505 espectadores.
Hiberna seguramente el Barça a la espera de mejores tiempos, como por ejemplo de la final de Copa, ahora mismo bien enfilada después de una esforzada y afortunada victoria contra la Real, sorprendentemente temerosa, rematada seguramente por el árbitro, muy desacertada y bien defendida por Pinto. El portero suplente del Barça fue la figura en un sucedáneo de partido presenciado por 38.000 espectadores, muchos en distintos estadios, muy pocos para un club como el Barcelona.
A juzgar por el ambiente pareció un encuentro furtivo, nadie hubiera dicho que se jugaba una semifinal de Copa si no es por las alineaciones de los entrenadores.
A excepción de Pinto, Martino dispuso el equipo titular, el mismo que perdió también contra el Valencia en la Liga. Nada nuevo por otra parte respecto a la temporada pasada salvo que Cesc ahora va por delante de Iniesta. No solo se trataba de vencer sino de convencer, dos apuestas en una, después del desconcertante resultado del sábado: 2-3. No se dio la combinación: ganaron los azulgrana por su trabajo y competitividad, por saber estar en una cancha anónima, dichosos en las acciones decisivas, muy escasos de fútbol.
También Jagoba Arrasate le dio un tratamiento especial al encuentro. Ayer no era cuestión de jugar por jugar ni tampoco de quedar bien, signos de identidad de una Real admirable por su manera de interpretar el fútbol. Quería el técnico que el pase a la final se decidiera en Anoeta y creyó que la mejor manera era plantar una defensa de cinco con dos medios en el Camp Nou y rematada por dos balas como Griezmann y Vela. No le salió bien la jugada al técnico de la Real.
A los locales les faltó fluidez y velocidad de balón contra 11 e igualmente contra 10
No atinaron los dos delanteros en el mano a mano, reducidos Griezmann y Vela por Pinto, y tampoco cerró bien el pelotón de zagueros, sorprendidos a la salida de un saque de esquina, disminuidos por la expulsión de Íñigo Martínez, retratados en un segundo gol disparatado: Cesc habilitó a Alexis, el chileno remató al palo, la pelota se salió hacia Elustondo y el volante la rechazó hacia dentro, en dirección a su propia portería, hasta el punto que rebotó en el cuerpo del portero: 2-0.
La Real se dejó someter demasiado tiempo por el Barcelona. Quizá se confió demasiado, animada porque cada vez que Vela y Griezmann se arrancaban en el campo descuartizaban a la zaga azulgrana y tumbaban a Mascherano. Tuvieron dos ocasiones muy claras hasta que tomaron el 1-0. Vencido Zubikarai y en inferioridad numérica no le quedó más remedio al equipo de Arrasate que cubrirse ante Messi. Tampoco resultó porque Elustondo, un volante reciclado como central por la expulsión de Íñigo Martínez, puso la pata y venció a su portero: 2-0.
Al Barcelona le faltó fluidez y velocidad de balón contra 11 y contra 10. Anda el equipo aturdido, incluso torpe, reincidente en la pérdida del cuero, nada clarividente cuando hay que ganar espacios interiores, poco profundo por las bandas, vulnerable en defensa. Únicamente se aceleró a partir de los arrebatos de Pedro y Alexis y de un par de aceleraciones de Messi, muy rebajado, nada inspirado, ni como falso 9 ni como 10, sin suerte. Marró un remate fácil con la derecha y mandó un libre directo a la cruceta derecha de Zubikarai.
Griezmann y Vela, dos balas, no atinaron en sendos mano a mano contra el meta azulgrana
Los goles delataron al fin y al cabo la confusión que reinó siempre en el área de la Real. A falta de creatividad y sorpresa, y sobre todo de precisión y finura, se imponía la presión, la intensidad y la intimidación, el juego a balón parado, valores comunes que habitualmente conducen al desorden, al alboroto y a los rechaces. Así fue como llegó el gol de Busquets y la derrota de la Real. Abatido su guardameta, Íñigo Martínez pidió explicaciones al árbitro porque en la jugada precedente no había pitado penalti y expulsado a Mascherano por derribar a Vela.
El colegiado dio continuidad a la jugada, abortada finalmente por Pinto, y en la transición ofensiva azulgrana llegó el gol de Busquets. Ya no tuvo posibilidad de réplica la Real, que no solo se limitó a defender sino que se metió el segundo tanto en la propia puerta de Zubikarai. Ni contra diez mejoró el Barcelona. No le hizo falta porque le regalaron el 2-0. Un resultado espléndido si se tiene en cuenta que el Barça no es el Barça, Messi no se parece a Messi, Xavi nada tiene que ver con Xavi y el Camp Nou ha desaparecido desde que se ha proyectado el nuevo Camp Nou.
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