El patio del Camp Nou
El equipo ‘B’ del Barcelona ofrece más goles que juego para superar con holgura al Levante
No acompaña el formato de la Copa, jerárquico porque exige la doble confrontación, sin cabida para las machadas y de escasas alegrías inesperadas, acaso la del Racing. Al menos con los dos gigantes del fútbol español enchufados, conscientes de la crudeza europea y de la batalla sin igual que plantea el Atlético en la Liga y allá por donde pisa. Así, considerado un trofeo menor hasta los próximos duelos, la Copa resulta bien apetecible para cualquiera de los tres, a la espera del reparto definitivo. No extraña entonces que ya quedara damnificado el Levante en la ida (1-4), con un encuentro abrasivo por parte del Barcelona, con la reaparición de la mejor versión de Messi, esa de goleador que en las últimas fechas ha cambiado por la de quarterback. Pero anoche, de tan resuelta que estaba la eliminatoria, ni Leo compareció. Tiempo para oxigenar las piernas de unos; para avivar las de otros. La hora del equipo b, lejos de ser sosia del original, con un juego pesaroso pero bien resolutivo, con goles por castigo.
Barcelona, 5 - Levante, 1
Barcelona: Pinto; Montoya, Puyol. Bartra, Adriano; Sergi Roberto, Song, Iniesta (Pedro, m. 45); Alexis (Mascherano, m. 77), Cesc (Afellay, m. 68) y Tello. No utilizados: Valdés, Piqué, Jordi Alba y Messi.
Levante: Javi Jiménez; Nagore, Vyntra, Juanfrán, Nikos; Camarasa, El Adoua, Sergio Pinto (Nong, m.31); Pedro Ríos, Ángel (Pallardó, m. 58) y Rubén García (Jordi César, m. 71). No utilizados: Leandro, Diawara, Pedro López y Expósito.
Goles: 0-1. M. 9: Vyntra. 1-1. M.27: Adriano. 2-1. M.44: Puyol. 3-1. M.49: Alexis. 4-1. M.51: Alexis. 5-1. M.68: Cesc.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Sergi Roberto, Sergio Pinto, Song, Camarasa y El Adoua.
Camp Nou: 25.551 espectadores
Despistado en las segundas jugadas y torpe en la conjugación, al Barça le costó tejer su fútbol. No le ayudaba la encerrona del Levante, pero tampoco la moqueta endiablada, rápida a más no poder. La pertinaz tempestad, mezclada con la carestía de intérpretes principales —se contaron dos teóricos titulares, Iniesta y Alexis, de inicio— originaba miedo en el desplazamiento, la convicción de que era mejor un toque de más que un pase de menos. Toda una losa porque benefició al principio la propuesta del Levante, abrochado en el área, empecinado en restar huecos y líneas de enlace. Cesc bailaba por todo el frente sin mecer el cuero, a Tello se le escapaba de las botas y Alexis rompía en carrera pero se encasquillaba en el centro, pasado de vueltas y de revoluciones, también de frenada. Sí que pretendía Iniesta tirar de la flema que le caracteriza, con conducciones y paredes, único peligro natural, más allá de un rebote que malogró Tello, que chutó al bulto cuando se abría la portería. Pero Adriano es otra historia, anárquico y necesario, más que nada porque tiene metralleta, porque no se lo piensa dos veces.
Fue en una de esas jugadas kilométricas, con una circulación de lado a lado y velocidad parsimoniosa, cuando el cuero le llegó a Adriano, en la terraza del área. Recortó hacia fuera —porque tanto le da chutar con una que con otra pierna—, oteó el horizonte y soltó el latigazo con la zurda, con un efecto abierto hasta llegar a gol. No lo vio Javi Jiménez y lo festejó el Barcelona, que selló el pasaporte para la semifinal, toda vez que el gol inicial de Vyntra daba pie a los condicionales, al “y si…”. Fue a la salida de un saque de esquina, un mal reincidente de difícil solución. Fue, también, culpa de un resbalón de Puyol, que perdió la marca y facilitó el remate de Vyntra (ya le hizo una diana en la Liga), desviado hasta que lo encauzó la pierna de Sergi Roberto.
Se desquitó sin embargo Puyol, que en un córner a favor se levantó por encima de todos, viejo recuerdo del Mundial, y cruzó el esférico a la red. Se llevó la ovación de la noche, toda vez que la lluvia, el irreverente frío y un estadio en los huesos expresaron lo desabrido del duelo. Penalidad, en cualquier caso, para un Levante al que no se pasó por la cabeza ir a por el partido, medroso de que no le cayera otra reprimenda. Y se equivocó de pleno, conforme con la derrota.
Validado por la escasez rival, el Barça estiró las líneas y se animó, sabedor de que las oportunidades son pocas y los partidos muchos. Por lo que Montoya inició una conducción en diagonal y, tras pasar el cuero, se envalentonó al abordaje. Le atendió el desmarque Tello y a su disparo replicó Javi Jiménez con otra cantada, al escapársele la pelota de los guantes, bandeja de oro para que Alexis la empujara. Lo mismo hizo un suspiro después, cuando Adriano sacó a pasear de nuevo su fusil, cuando el balón se estampó en la pierna de un rival y después en el larguero. Y, persistente en sus fallos, lento en la corrección, Javi Jiménez no atrapó el cuero y sí Alexis.
La guinda la puso Cesc con una nueva diana y la algarabía corrió por parte de Afellay, que disfrutó de sus minutos y el aliento del público, y de Mascherano, que no jugaba de mediocentro azulgrana desde 2011. Lo que empezó entrecortado acabó con goleada de arrea, un resultado que avala las rotaciones de Martino, anoche de recreo en el patio del Camp Nou.
“Puyol es un especialista”
El Barcelona conoce bien su punto débil: el balón parado. Y Martino insiste en que el problema no es cómo defender la estrategia (si en zona o al hombre) sino la envergadura de sus jugadores. El Barça ha encajado 22 goles; y de ellos siete de córner, dos de falta y uno de penalti (10 en total). Ayer reincidió en el error. Puyol perdió la marca con Vyntra después de un resbalón y el central griego, afortunado (el cuero pegó en Sergi Roberto y se coló en la portería de Pinto), cantó el 0-1. En cualquier caso, el capitán se reivindicó. A falta de Xavi y Messi, Tello lanzó el córner y Puyol se elevó en el primer palo. Segunda celebración del Barça, segundo tanto consecutivo de estrategia.
“Cuando un equipo marca en zona, no tiene que ver que el jugador vaya a un sitio especifico, sino que se mueva”, explicó Martino sobre el gol de Puyol; “hemos intentado tirarlo a ese lugar y que nuestros jugadores más especializados hagan su trabajo, y en este caso Puyi es un especialista”. El técnico valoró también la reacción de sus jugadores: “Cuando las eliminatorias de 180 minutos se encarrilan en los primeros 90, siempre hay una sensación de dejarse ir en los segundos 90. Me preocuparon los primeros 15; me pareció que no estábamos lo intensos que debíamos estar. Pero después jugamos 75 minutos con buena capacidad. Incluso hemos marcado a pelota parada”.
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