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Nadal, de tortura en tortura

El número uno, maltrecho por las ampollas, y Federer, de vuelta a las semifinales de un grande, se citan en la lucha por la final

Juan José Mateo
Nadal descansa durante el partido ante Dimitrov.
Nadal descansa durante el partido ante Dimitrov.DAVID CROSLING (EFE)

“El vendaje de la mano le pone muy difícil a Rafael Nadal sentir la raqueta como siempre. Que haya superado eso contra un jugador como Dimitrov es un homenaje a su dureza mental”. Jim Courier, que ganó cuatro grandes, se asombra con lo que ha visto: al búlgaro llorando porque ha perdido 3-6, 7-6, 7-6 y 6-2 un partido en el que el número uno le cedió la primera manga; tres dobles faltas en un solo juego (y break) en la segunda; y tres puntos de set en la tercera. Este Nadal que pierde roturas de ventaja en el segundo y tercer parcial no es un Nadal granítico. Al contrario, es un Nadal humanizado, “un gran competidor”, que dirá luego Toni, su tío y técnico, porque llega a semifinales pese a que las ampollas que le queman la mano izquierda envenenan sus golpes. El drive pierde filo. El saque, velocidad (168 km/h de media). Tras sentirse poseído por los nervios y una sensación “terrible”, el “miedo” a que se le resbale la raqueta en el saque, Nadal jugará por la final con Roger Federer (6-3, 6-4, 6-7 y 6-3 a Murray).

El problema de la mano hace que el saque pierda velocidad y que surja el miedo

Al encuentro, mañana, llega el suizo con la raqueta echando humo, igual que el pistolero que dispara primero en un duelo. Con Stanislas Wawrinka y Tomas Berdych enfrentados hoy (9.30) al otro lado del cuadro, el campeón de 17 grandes ha estrenado una cabeza de raqueta más grande (632 centímetros cuadrados, casi 23 más que la anterior), que le ha permitido ganar fuerza y controlar mejor los ataques de los pegadores contra su revés. “Logro potencia más fácilmente en el saque”, explicó Federer tras llegar a sus primeras semifinales grandes en un año. “Me ayuda también en el resto. Las piezas se han ajustado”.

Wawrinka aguarda en la final

J. J. M. / Melbourne

El suizo Stan The Man Wawrinka, que eliminó en cuartos al serbio Novak Djokovic, ya está en la final del Abierto de Australia. Para clasificarse para el primer partido decisivo en un grande de su carrera, el suizo, de 28 años, se deshizo de Tomas Berdych por 6-3, 6-7, 7-6 y 7-6. El checo vivió agarrado a su servicio, que le permitió alcanzar dos tie-breaks, pero naufragó al resto, donde no consiguió apuntarse ni un break. El número ocho sufrió para abrochar el pulso: cometió doble falta en el primer punto de partido.

En el mejor momento de su vida deportiva, al suizo, un tenista de lo más completo, le espera un auténtico Himalaya para levantar la Copa. Este es su historial frente a los otros dos semifinalistas. Solo ha ganado un partido de catorce a su compatriota Roger Federer, y en los doce que le han medico contra Rafael Nadal no se ha apuntado siquiera un set.

La apuesta de Federer retrata a un campeón dispuesto a sacrificarse a los 32 años y con la vitrina repleta. En 2013, y tras caer en segunda ronda de Wimbledon, cedió con el número 114 y el número 55. Fue el tributo exigido por estar probando raquetas con vistas a 2014. El impuesto a pagar por abandonar su herramienta de trabajo de los últimos 10 años, que son los de mayor éxito de un tenista en la Era Abierta. ¿Por qué tomar ese riesgo? “Porque su raqueta era de los tiempos de los dinosaurios. Tenía que hacer algo. ¡No gana un grande desde Wimbledon 2012!”, se escandaliza Mats Wilander, vencedor de ocho grandes. “Era madera contra metal, si comparamos su raqueta anterior con la de Nadal y Djokovic”, prosigue. “Cuando la vida cambia tan drásticamente como lo ha hecho la suya en los tres últimos años, con dos niñas (y un tercer bebé en camino), no estás hambriento todos los días. Si lo estuviera, eso tendría consecuencias para su mujer y sus hijos, porque en esa situación tienes que ser un poco egoísta”, avisa. “¿Está hambriento para ganar más grandes? No lo sé. Juega por instinto, y su instinto es al mismo tiempo su mejor arma y su mayor desventaja. Federer necesita ser predecible de nuevo”.

“Cuando le veo contra Nadal, pienso que debería entrar más en la pista, no quedarse demasiado tiempo en la línea de fondo, porque ahí Rafa es el mejor de lejos”, le continúa Yannick Noah, el último ganador francés de un grande (Roland Garros, 1983). “Pienso en que debería mezclar más. Poner en práctica más ideas. Ser más artístico. No debe querer luchar contra él, debe querer jugar con él. Pero lo dice un viejo cantante”.

Así llega Federer al cruce con Nadal, favorito por edad (27 años contra 32), precedentes (22-10 en el cara a cara) y momentos de forma (número uno contra número seis): confiado en que la inspiración de Stefan Edberg, su nuevo técnico, y la nueva raqueta puedan hacer la diferencia. Como dijo Goran Ivanisevic, que cree en el destino porque ganó Wimbledon como invitado del torneo: “Federer es un mago, y todos los magos guardan trucos en los bolsillos”.

Fuente: ATP.
Fuente: ATP.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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