Sirve Messi, marca Tello
Cuatro pases de La Pulga y tres goles del extremo le dan la victoria al Barça ante el Levante, que se descompuso en el tramo final tras comenzar marcando
Desafortunado ante el gol, otra vez chocando contra los defensas granota, Messi extrajo todos sus recursos de formidable pasador. Hasta cuatro asistencias (aunque la primera acabó en el auto gol de Juanfran) repartió anoche en el Ciutat de València. Las cuatro al velocista Tello, un ciclón jugando al espacio para acabar con la tediosa retórica azulgrana de la primera hora. La última media fue una exhibición de Messi al descubrir el paraíso de Tello a la espalda de la zaga granota. En el Levante, los suplentes de este jueves no se defendieron con la fiereza de los titulares del pasado domingo. Al contrario que en la Liga, Caparrós no puso cemento en las bandas (faltaban las ayudas de Pedro López) y por ahí se le fue colando la goleada.
Levante, 1 - Barcelona, 4
Levante: Javi Jiménez; Nagore, Vyntra, Juanfran, Nikos; El Adoua, Sergio, Camarasa, Xumetra (Pedro Ríos, m. 62); El Zhar (Nong, m. 78) y Barral (Ángel, m. 72). No utilizados: Keylor Navas, Pallardó, Pedro López y Jordi César.
Barcelona: Pinto, Alves, Puyol (Mascherano, m. 57), Bartra, Adriano; Song, Xavi, Sergi Roberto; Pedro (Alexis, m. 77), Messi y Tello. No utilizados: Valdés; Alba, Cesc, Busquets y Dongou.
Goles: 1-0. M. 31. El Zhar. 1-1. M. 53. Juanfran, en propia puerta. 1-2. M. 59. Tello. 1-3. M. 80. Tello. 1-4. M. 86. Tello.
Árbitro: Fernández Fernández. Mostró la tarjeta amarilla a Nagore, Bartra y Adriano.
Ciutat de Valencia: 19.000 espectadores.
Los centrales del Barça, Bartra y Puyol, no estuvieron bien avenidos y concedieron una vía de escape para las escaramuzas de Barral y Xumetra, el primero mucho más acertado que el segundo. El capitán azulgrana hizo algo que desaconsejan todos los manuales defensivos del fútbol: despejar, desde el lateral del área pequeña, hacia el centro de la portería (el punto de penalti) con la cabeza. Allí había un pelotón de levantinistas dispuestos a reventar la pelota. Lo intentó El Zhar, respondió Pinto con los puños y el balón volvió al lugar de partida: entre el volante marroquí y Bartra, casi al alimón, batieron la portería azulgrana. Otro gol en contra a balón parado, pues venía de un centro lateral de Sergio. Un Levante todavía más reservado que el del choque de Liga, aprovechó la inercia optimista de aquel envite. Se encontró con una defensa confundida, desarbolada ante las contras.
Al Barça se le encogió el gatillo. Apenas disparó a puerta en la primera parte. A pesar de su domingo aplastante, un control preso de cierta monotonía. Le faltaba velocidad en la circulación del cuero, picante a pesar de que las alas empezaron entrando como querían: Tello por ser mucho más veloz que Nagore; Pedro, por ser más listo que Nikos. Pero los volantes no desbordaron. Y Sergi Roberto tendía a conducir demasiado. El ejército granota se defendía con todo, 11 detrás de la pelota, en su propio campo, corriendo como si les fuera la vida en ello. Y algunos como el veterano Juanfran, de 37 años, que repetía tres días después.
Cuando Xavi buscó a Puyol desde el córner derecho, la nostalgia asomó por el Ciutat de València. La acción evocó tímidamente al gol a Alemania en la semifinal del Mundial de Sudáfrica, solo que en esta ocasión el cabezazo del capitán salió pifiado. El Levante se animó tanto que adelantó sus líneas y permitió la carrera al espacio de Tello. El tiro le salió flojo y, tras el rechazo raso de Javi Jiménez, el balón quedaba reservado para la zaga granota, que se hizo el haraquiri. El despeje de Vyntra golpeó en Juanfran antes de colarse.
El gol desatascó al Barça aunque antes Puyol sufrió su enésima lesión en los últimos meses. El capitán abandonó la cancha andando por fuera de las líneas de juego y el Ciutat de València le dedicó una cariñosa ovación. Messi entendió que era un partido para pasar más que para marcar. Y uno de sus servicios permitió a Tello volver a plantarse ante Javi Jiménez. Con más potencia esta vez en el tiro para doblar las manos del meta levantinista.
El orden natural se imponía y así los interpretó el público granota, generoso con su equipo. Mientras, Joaquín Caparrós se desgañitaba delante de su banquillo, disgustado por la imagen de su equipo en este segundo tiempo, la fiesta estaba ya por encima de la competencia. Y no hay nadie que la disfrute tanto como Messi. A La Pulga no le sobran los minutos ni las eliminatorias encarriladas. Atrapó la pelota en la medular, junto al banquillo del Tata Martino. Era falta a favor. La puso rápido en juego. Avanzó en diagonal hacia el área, haciendo requiebros hasta que, tic, encontró el pase raso y entre líneas para Tello. No sería el último. Le quedaba un cuarto envío, esta vez elevado, para que el extremo rematara otra vez en solitario. Y anotara un triplete inolvidable. El día Messi demostró ser insaciable también como pasador.
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