Las pacientes

Ya tenemos el pase para octavos garantizado. Sabíamos de la dificultad que iba a tener un partido raro como el de Paraguay. Tuvimos que estar concentradas y tensas en todo momento, para así poder evitar sufrir alguna lesión. Creo que nunca había jugado un partido así. Lo que más me impactó fue que Silvia Navarro defendiese la portería de esa forma. ¡Dejó a 0 a las paraguayas, es una crack!

No voy a negar que fue un día especial. Era mi partido 150 con la selección. Mucho ha llovido desde el primero. Creo que fue en 2003, en un torneo de Alemania. Recuerdo muchos nervios, ansia por querer hacer las cosas bien y miedos que ahora ya no tengo. Entonces jugaba en Valencia y fue un año de muchos cambios. Salí del Bera Bera después de cinco temporadas en Donosti. Fue duro porque me separé de todas mis amigas del equipo, pero sobre todo de mi hermana melliza Patri por primera vez en 23 años. Pero creo que mereció la pena el sacrificio de estar lejos de los míos; pude jugar con grandes jugadoras, como Montse Puche o Eli López en Sagunto, y conocí un balonmano nuevo para mí. Tenía grandes maestras en el equipo, además de Cristina Mayo, la entrenadora, de la que aprendí mucho.

Pero bueno, no voy a hablar solo de mí. Durante años mi compañera de habitación, de confidencias, de todo ha sido Vero Cuadrado. Bueno, en realidad eso ya lo sabe casi todo el mundo. Este ha sido el primer gran torneo sin ella. Creo que cualquiera de nosotras se adapta a todo, son muchos años juntas, pero es verdad que siempre tienes más afinidad con unas que con otras, así que nos suelen poner como nos gusta en los campeonatos. Para este Mundial, en Madrid me tocó compartir habitación con Bea Fernández, a la que conozco desde hace tiempo y que es un tesoro, y ahora en Serbia con Marta López.

A Bea la conocí en 2004, en Sagunto, pero ha sido en los años con la selección y cuando volvimos a juntarnos en 2011 en el Bera Bera cuando nos unimos más. Es una chica increíble, sensata, amiga de sus amigas y tiene mucha empatía con la gente. La quiero mucho, me encanta. Es cántabra, como Vero, será que conecto bien con la gente de allí… A Bea y a mí nos han pasado muchas cosas juntas. Ya no sé qué vais a pensar de nosotras, pero a mí ahora me viene a la mente una historia similar a la que conté el primer día. Para que quede claro que estamos mejor calladas. También fue en Rotterdam. El día de la cena libre, salimos a tomar unas copas y vimos a un chico que estaba como un queso. Empezamos a hablar entre nosotras de él, que estaba al lado nuestro…. Pues resultó que era de Murcia. Otra vez los colores…

Con Marta nos estamos conociendo cada vez más y es simpatiquísima, creo que hemos conectado. Espero que ella tenga la misma impresión de mí. Como Bea, al menos tiene algo básico para aguantarme: paciencia, la madre de la ciencia. Algo que yo no tengo. Aunque se la vea serie en la pista, Marta es muy divertida. Si le llegas te lo hace ver y sentir. Nos reímos mucho juntas. Además, somos dos mujeres pegadas a un móvil, estamos hechas unas tuiteras. Tiene solo 23 años, así que Bea y yo la llamamos “niñata”, pero con un cariño… ¡es que le sacamos unos cuantos años! Ella se ríe cuando se lo decimos. Es una niñata estupenda.