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La Real se va en silencio

El Bayer Lekerkusen vence en Anoeta y se clasifica para octavos de final

Bergara y Castro pugnan por el balón
Bergara y Castro pugnan por el balónRAFA RIVAS (AFP)

La línea que separa al que quiere y al que necesita es más gruesa de lo que parece. El que quiere, intenta; el que necesita, ansía. La Real, con la única ambición de agradar en su despedida europea y hacer un poco de caja, jugaba con la ligereza que proporciona la falta de tensión. Por eso presionaba con tenacidad, pero se partía con frecuencia. Había más ganas de atacar que de recular cuando el intento era baldío. El Bayer Leverkusen necesitaba seguir en la Champions y podía hacerlo siempre y cuando no perdiera en San Sebastián y el Shakhtar no tomara Old Trafford. Cabía esperar una acometida brutal por parte del necesitado frente al voluntarioso que ya no aspiraba ni a la repesca. Pero el conjunto alemán se lo tomó con calma. El Bayer no es un equipo de artistas, es lo que en el ciclismo se llamaría un equipo de rodadores. Así que durante veinte minutos tropezó una y otra vez contra la presión en todo el campo de la Real, aunque a los 10 un libre directo de Gonzalo Castro hizo temblar el poste derecho de la portería de Zubikarai, ayer titular. La Real, mientras tanto, asustaba en las contras generalmente culminadas por el ansioso Griezmann, vertical, velocísimo y sorprendente.

Real, 0-Bayer Leverkusen, 1

Real Sociedad: Zubikarai; Carlos Martínez, Ansotegi, Mikel González (Gaztañaga, m. 66), José Ángel; Markel Bergara, Elustondo (Xabi Prieto, m. 62), Rubén Pardo; Vela, Agirretxe (Seferovic, m. 80) y Griezmann. No utilizados: Enrique Royo; Zaldua, Javi Ros y Sangalli.

Bayer Leverkusen: Leno; Donati, Toprak, Spahic, Can; Rolfes, Bender, Castro; Hegeler (Kruse, m. 46), Kiessling (Derdiyok, m. 85) y Song (Kohr, m. 90). No utilizados: Lomb; Stafylidis, Wollscheid y Oztunali.

Gol: 0-1. M. 49. Toprak.

Árbitro: Tom Harald Hagen (Noruega). Mostró tarjeta amarilla a Bender, Rolfes, Markel Bergara, Ansotegui, Gaztañaga y Castro.

Unos 25.000 espectadores en Anoeta.

Pasados un par de sustos en ambas porterías, a eso de los veinte minutos, el Bayer ya se había hecho con el partido impulsado por el trabajo incansable de Rolfes y Bender. El problema, es que no sabía qué hacer con él. A Kiessling, su matador, le faltaba tacto para culminar sus buenas pretensiones y el surcoreano Song Heung-Min tenía la noche torcida: todo lo que su equipo le entregaba -que era mucho- lo empeoraba, cuando no lo regalaba al contrario impulsando a la Real que se había volcado decididamente al contragolpe. En uno de ellos, a Vela le faltó un centímetro, un taco largo, para empujar un centro precioso de Griezmann.

El primer bocado a su estado de necesidad lo dio el Bayer a los cinco minutos de retornar tras el descanso. Lo que tanto había buscado con más persistencia que ahínco durante 45 minutos lo encontró en un barullo donde a priori había poco que rascar. Pero el central Toprak encontró petróleo en un agujero entre los defensas y acabó empujando el balón a la red. Más fáciles eran después los cabezazos a placer de Kiessling que desacreditaron su condición de cabeceador clásico alemán y afamado goleador.

La Real se enfrió. Anoeta se constipó y el centenar de seguidores alemanes se adueñó de la música ambiental, solo rota con algunos silbidos cuando la Real se dormía mirando el minutero del partido. La línea entre el querer y la necesidad, la rompía Griezmann con sus diagonales siempre intencionadas, siempre peligrosas pero mal concluidas. Y en ese toma y daca, el Bayer comenzó a malgastar ocasiones, a jugar con fuego, sin saber, quizás, que el Manchester estaba doblegando al Shakthar, el rival de los alemanes en esta pugna a distancia por seguir en la máxima competición europea.

La Real asumió riesgos. Porque el riesgo era más anímico que real y tocó a rebato, atacando a veces con tantos futbolistas que en una ocasión, el despeje de la defensa alemana cayó a los pies de Song, con un compañero a su lado y ningún rival por delante, más que el portero Zubikarai. El surcoreano fiel a su mala noche se hizo tal lío con el balón que a Carlos Vela le dio tiempo a robárselo viniendo desde Pernambuco. Pero el gol del barullo le sirvió al Bayer para ser segundo de su grupo dejando la plaza de la Liga Europa para el Shakhtar. La Real se fue sin ninguna victoria, un empate y un gol como único equipaje. Con la experiencia vivida a la espera de una segunda oportunidad.

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