La ola de la crisis golpea al CEAR
El centro especializado de Santander, sede del equipo olímpico, se queda con solo cuatro trabajadores tras los despidos de la Federación, que lamenta la falta de ayudas públicas
El Centro Especializado de Alto Rendimiento Príncipe Felipe, en Santander, sede del equipo olímpico español de vela, cuenta desde hace pocos días con solo cuatro trabajadores. Su director, Jane Abascal, una persona en la recepción de las instalaciones (contratada a media jornada) y dos monitores. Es el esquelético organigrama con el que subsiste después de los dos últimos despidos de la Federación Española, que gestiona el centro, los de Antonio Bolado y Rubén Morán, que realizaban trabajos de mantenimiento, cuidado de la equipación, gerencia de recursos y entrenamientos diversos.
Sostiene Abascal que el despido de sus dos colaboradores es un golpe de muerte para el CEAR, y esgrime la federación que no ha encontrado otra salida ante el recorte de las ayudas públicas. “Esta es la sede del equipo olímpico, y cuando vienen los deportistas ha de estar en condiciones. Cuatro personas es un grupo totalmente insuficiente”, explica Abascal, envuelto en mitad de la tormenta. El oro olímpico en Moscú 80, el primero de la vela española (el deporte más laureado en los Juegos, con 19 medallas), fue director deportivo de la Federación hasta diciembre pasado, cuando José Ángel Rodríguez sustituyó en la presidencia a Gerardo Pombo, y es además director de Infraestructuras del Mundial 2014 de vela, organizado precisamente en Santander dentro de 10 meses. Desde su experiencia y posición se queja de los despidos, por el fondo y por las formas. “Es muy perjudicial para el CEAR. Aportaban mucho. Es un golpe realmente duro para la instalación. Y además estoy muy dolido porque no me han consultado, siendo el director. Me enteré al mismo tiempo tiempo que los despedidos. Hay otras salidas, otras maneras de hacer las cosas”.
Es un golpe muy duro para la instalación Jane Abascal, director del CEAR
“Se ha aguantado lo máximo. No podemos tener a más personas fijas. Es así de cruel”, argumenta Manuel Torres, secretario general de la Federación; “el CSD nos ha recortado un 70% las ayudas desde el último año postolímpico, 2009, hasta el siguiente, este 2013. Es una cantidad muy importante. Y estamos hablando de un centro especializado en vela, no de un CAR [Centro de Alto Rendimiento]. Antes había 16 personas fijas, pero ahora las condiciones no dan para más”.
Las “condiciones” de las que habla Torres son un fondo de ayudas públicas de 1.785.695 euros, un 39,1% menos que en 2011. El CEAR depende totalmente de estas subvenciones a la federación, que es la gerente del centro. Con un presupuesto anual de unos 600.000 euros, el CEAR es la sede del equipo olímpico —ahí se entrenan por ejemplo Iker Martínez y Tara Pacheco para los Juegos de Río en una nueva clase de catamarán—, acoge a tripulaciones extranjeras y celebra cursos de titulaciones naúticas y de vela en su escuela, el alimento para formar los navegantes del futuro.
La Federación asegura que intentó un ERTE antes que los despidos, pero que no funcionó y no halló otra solución. “Hemos reducido los técnicos de la escuela de vela, que daba muchos gastos y poca rentabilidad. Al final se estaba destinando más dinero a la escuela de vela que al equipo olímpico”, explica Torres. “Esto no afecta al programa olímpico, en absoluto. Antes que eso tocaremos por otro lado. El futuro del CEAR ha de ser el equipo olímpico, y eso no se toca. Seguirá funcionando”.
La Federación argumenta que la escuela daba muchos gastos, y que esto no afecta a los olímpicos
Morán, uno de los despedidos, lamentó en Buenos Días Cantabria el golpe “en un año clave para la vela”, con el Mundial en el horizonte: “Se dan pasos para un desmantelamiento de todo el trabajo que venimos haciendo desde 1996... A este paso la vela volverá a ser un deporte para ricos en el que solo compita aquel que su padre tenga dinero para un barco”.
La Federación habla de “reajuste global”, y asegura que contará de manera eventual con los instructores ahora despedidos. Mientras, el CEAR teme por el futuro si se sigue recortando desde la base.
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