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El futuro LeBron cuesta 65 derrotas

Un director deportivo certifica las sospechas de que varios equipos pugnan por las posiciones de cola para tener más opciones de fichar a las codiciadas perlas del ‘draft’ de 2014

Robert Álvarez
Carter-Williams intenta superar a Derrick Rose
Carter-Williams intenta superar a Derrick RoseHoward Smith (USA Today Sports)

La NBA bulle con la posibilidad de que varios equipos estén por la labor de echar una temporada por la borda para tener más posibilidades de hacerse con las estrellas que se anuncian en el draft de 2014. Las sospechas germinaron cuando empezó a configurarse la lista de los nombres rutilantes que darán el salto de la universidad a la NBA el próximo año. Un nombre está por encima de todos, el de Andrew Wiggins, un alero canadiense de la Universidad de Kansas, cuyas expectativas empiezan a compararse ya con las que despertó LeBron James cuando se declaró elegible en 2003. Varias fuentes aseguran que las firmas de ropa deportiva ya le han propuesto a Wiggins contratos de en torno a 131,5 millones de euros por diez años. La promoción de Wiggins levanta grandes expectativas, con jugadores como Julius Randle (Kentucky), Jabari Parker (Duke), Aaron Gordon (Arizona) o Andrew Harrison (Kentucky), entre otros.

“A veces, mi trabajo es entender el valor de la derrota”, afirma un director deportivo

Son varios los ejemplos de cómo una estrella puede cambiar una franquicia. San Antonio inició una era cuando en 1997 eligió en la primera ronda del draft a Tim Duncan. Cleveland se hizo en 2003 con LeBron James en una de las ediciones con más estrellas en ciernes: Carmelo Anthony (3º, Denver), Bosh (4º, Toronto) y Wade (5º, Miami), además del gatillazo de Milicic (2º, Detroit). Y un año después, Orlando echó el lazo a Dwigth Howard. Para que ello fuera posible, esos equipos tuvieron que quedar mal clasificados en la temporada previa: penúltimo San Antonio en 1997 con 63 derrotas y 19 victorias, también penúltimo Cleveland en 2003 con 65 derrotas y 17 victorias y último Orlando en 2004 con 61 derrotas y 21 victorias. El sistema les favoreció a la hora de elegir primeros en el draft. Con ese sistema, la NBA fomenta la igualdad en la competición y evita que los mejores equipos acaparen a todas las estrellas.

La tentación, la perversión del sistema, es que determinadas franquicias, para optar a hacerse con una buena elección en el draft, puedan dejarse ir, invertir ese año lo menos posible en sus plantillas, dejar marchar a jugadores cotizados y contratar a otros de segunda fila con fichas más asequibles o a jóvenes todavía verdes, o lo que sería peor, perder algunos partidos a propósito. Todo eso se sabía, a pesar de que David Stern, el comisionado de la NBA, insiste en que esa es una práctica contraproducente y que, aunque un equipo quede el último, sus posibilidades de elegir el primero en el draft son, como máximo de un 25%. Y, en cambio, se echa mano del ejemplo de Chicago Bulls, que se hizo nada menos que con Derrick Rose en 2008, a pesar de que solo tenían un porcentaje del 1,7% de asegurar la primera elección.

“En el próximo ‘draft’ hay algunos jugadores capaces de cambiar la historia de un equipo”

La semana pasada, las sospechas de tanking, que así es como se denomina en Estados Unidos la estrategia, se dispararon cuando el director deportivo de una franquicia se confesó a un redactor de la ESPN. “Hay un tremendo potencial en el próximo draft, incluso algunos jugadores capaces de cambiar la historia de una franquicia. A veces, mi trabajo es entender el valor de la derrota”, dice ese ejecutivo que pidió el anonimato. “Nuestro equipo no es lo suficientemente bueno para ganar y lo sabemos. Así que esta temporada queremos desarrollar y evaluar nuestros jugadores jóvenes, vamos a aprender de sus errores y a situarnos en una buena posición de hacernos con un gran jugador. La mejor manera de hacer eso es perder una gran cantidad de partidos. Sé que parece una locura, pero si usted es un director deportivo de la NBA como yo, el último lugar donde querrá estar es en la zona media de la tabla”. El director deportivo ofrece otro argumento: las grandes estrellas, con el tiempo, van al equipo que desean, desechando los mercados pequeños (LeBron se fue de Cleveland a Miami; Howard, de Orlando a Los Ángeles primero y a Houston después; Chris Paul, de Nueva Orleans a Los Ángeles; Deron Williams, de Salt Lake City a Brooklyn, Nueva York; Carmelo Anthony, de Denver a Nueva York...). “Necesitas súper estrellas, y es difícil para nosotros competir con eso. Una alta elección en el draft es todo lo que tenemos”.

Los equipos a los que se apunta son los Celtics, que han cambiado a Pierce, Garnett y Terry por Wallace y Humphries, Utah, que ha permitido que se le escaparan Al Jefferson y Paul Millsap, Milwaukee, que se ha quedado sin Monta Ellis, Brandon Jennings y J. J. Reddick, Charlotte, Toronto, Philadelphia y Phoenix, que apenas han reforzado sus plantillas, las peor pagadas. Michael Jordan, el propietario de Charlotte, salió a la palestra: “No creo en el tanking. Si esa fuera mi intención nunca hubiera pagado 13 millones de dólares por Al Jefferson”. Danny Ainge, el director deportivo de los Celtics, calificó las acusaciones de “ridículas”. Los Sixers de Filadelfia han respondido en la cancha, con tres inesperadas victorias en sus tres primeros partidos, ante Miami, Washington y Chicago. Pero nada impedirá que, a medida que se acerque el final del campeonato, aumenten las suspicacias. En juego estará el destino de varias promesas con marchamo de súper estrellas.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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