“¡USA, USA, USA!”
Los aficionados mexicanos acabaron coreando a su vecino del norte
De fiasco en fiasco, México parece destinado a jugar el Mundial a la fuerza, como si no le quedara otra. El equipo que dirige el canoso Vucetich perdía en Costa Rica y se alejaba del Mundial pero dos goles en el descuento de Estados Unidos ante la entusiasta Panamá obraron el milagro. El Tri tendrá una nueva oportunidad ante Nueva Zelanda. “¡USA, USA, USA!”, se escuchó como un aullido en las calles del DF. México le debe esta vez una a sus vecinos, admirados y odiados a partes iguales.
La afición mexicana dio una lección de ciclotimia durante la hora y media de partido. Se adelantó Costa Rica y un nubarrón se posó sobre el estado de ánimo general. La ira colectiva recayó sobre el jugador estrella del equipo, el Chicharito Hernández, fallón y descentrado durante todo el encuentro. Vencido el portero en una de las ocasiones, encaró solo la portería. Un par de metros le separaban del gol. Chutó de mala manera con un gesto técnico impropio de un profesional y el balón volvió a uno de sus compañeros, en claro fuera de juego. “Tremenda noche de perros”, anticipaba el bolero (lustrabotas) Javier, tan clásico como el mobiliario del bar Covadonga de la colonia Roma, en el corazón de la capital.
México empató minutos después. Escampó. “¡Sí se puede!”, tronaba la afición. El combinado de Vucetich, que sustituyó recientemente como seleccionador a un desastroso Chepo de la Torre, agarró ritmo y por momentos empezó a enlazar jugadas en tres cuartos de cancha que animó a los mexicanos. Fue un espejismo. Costa Rica, que no se jugaba nada, adelantó líneas, presionó a la temblorosa defensa azteca y volvió a tomar la iniciativa. Un cabezazo en el minuto 63 de Álvaro Saborio adelantó de nuevo a los ticos. El gol desnudó a un México desdibujado, falto de fútbol. A esas alturas, el exalcalde de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, agarraba su chaqueta y dejaba el sitio.
Lo bueno es que la imagen de televisión se dividió en dos. A un lado, ya en el descuento, se veía al Tri agonizar. A Vutechic no le llegaba la camisa al cuello en la banda. Sus chicos habían claudicado. Al otro, el equipo de EE UU, pese a ir perdiendo y sin jugarse nada, comenzó a atacar a Panamá a dos minutos del final. “Ahora veremos si existe de verdad la virgen de Guadalupe”, señalaba Verónica. Los muchachos del alemán Klinsmann se lo tomaron muy en serio y en 90 segundos dieron la vuelta al partido. Con su profesionalidad y entrega salvaron a su enemigo número uno. “#Youarewelcome Mexico”, tuiteó la federación estadounidense. Sonaba a chanza.
La luna de miel del oro olímpico conseguido por los mexicanos en Londres duró más bien poco. El equipo que afrontó las eliminatorias de la CONCACAF ha sido tildado de pusilánime. Apenas un par de jugadores parecen tener jerarquía. Del resto se ha destacado su carácter infantiloide, entre ellos los que no están. Hace un par de días, el jugador de la Real Sociedad Carlos Vela aparecía en una foto en Twitter apoyando a sus compañeros con la camiseta de la selección y la gorra del revés. Le acompañaban Jonathan Dos Santos y Héctor Moreno en la misma actitud. Vela, que ha renunciado a representar a su país, parecía tomarse un receso durante una partida de PlayStation. Nadie se imagina a alguien como Javier El Vasco Aguirre, símbolo del futbolista mexicano corajudo y entregado, de esa facha.
Algunos se lo tomaron a la tremenda. “Humillante, vergüenza… Como para renunciar al repechaje… El destino premia la mediocridad”, tuiteó Gabriel Quadri, excandidato presidencial. El expresidentes Felipe Calderón escribió: “Otro gol de Estados Unidos!!! Repechaje cortesía de los gringos”. De esa manera el orgulloso México acabó gritando: “¡USA, USA, USA!”.
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