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Trampas “con fines sociales”

La trama que llevó a diez baloncestistas sin discapacidad a ganar los JJOO Paralímpicos les dijo que así beneficiarían al colectivo

Juan José Mateo
El equipo de los falsos paralímpicos, con el oro en Sidney 2000.
El equipo de los falsos paralímpicos, con el oro en Sidney 2000.EFE

Cuando el lunes la Audiencia Provincial condenó a Fernando Martín, expresidente de la Federación de deportes para discapacitados intelectuales (FEDDI), a pagar unos 5.400 euros por muñir la trama que llevó a diez baloncestistas sin discapacidad a ganar el oro en los JJOO Paralímpicos de Sidney 2000, hizo algo más que imponer una multa. Vino a aceptar el escrito con las conclusiones definitivas presentado por el Comité Paralímpico, que avisó al juez de que el acusado ya había depositado 142.355,21 euros “para atender el pago de las responsabilidades civiles derivadas del delito” y que detalló cómo funcionaba, según su versión, el sistema que llevó a la selección paralímpica de baloncesto a figurar en el top-10 de los mayores escándalos del deporte según The Guardian.

Los miembros del equipo compitieron sintiendo que en otras selecciones se ejecutaba la misma trampa

Para la acusación, a la decena de jugadores sin discapacidad que acabaron en la selección se les indicó que estarían en el equipo "en calidad de colaboradores", que era “normal la existencia de equipos mixtos (discapacitados y no discapacitados) para reforzar y equilibrar el nivel de juego, y que contribuirían así a realizar una labor social, pues si se conseguían victorias y medallas se obtendrían subvenciones que beneficiarían al mundo de las personas que poseen ese tipo de discapacidad”. “Nunca”, según la acusación; “se evaluó la elegibilidad de los deportistas”. Se procedió a “la falsificación de los Formularios y dossiers (firmas, datos, informes anexos, etc...) de la mayoría de los jugadores [solo dos eran discapacitados] creando así la apariencia de que se había seguido un proceso correcto (...), evaluación y clasificación de cada deportista".

Aquellos veinteañeros que habían aspirado a ser profesionales del baloncesto estaban deseando ver mundo y jugar, según cuentan quienes escucharon sus declaraciones durante el juicio, y compitieron sintiendo que en otras selecciones se ejecutaba la misma trampa. Si en algunos encuentros tuvieron que contenerse para no ganar por 30 puntos, los rusos de la final olímpica les obligaron a emplearse a fondo. Eso no impidió que el núcleo del grupo acaparara el oro europeo, mundial y olímpico al juntarse desde 1998. En consecuencia, una lluvia de becas, subvenciones y propuestas publicitarias regó la FEDDI. Martín, que no quiso atender a este periódico, que también intentó contactar con su abogado, sin éxito, se habría beneficiado de parte de ese dinero, según la acusación.

La federación obtuvo 16 millones de pesetas para preparar los Juegos, 12 para becas  y 3,6 para concentraciones

Así, según la documentación recibida por la Audiencia, la FEDDI obtuvo 16 millones de pesetas en ayudas para preparar los Juegos, 12 millones para becas para los jugadores y 3,6 millones destinados a pagar concentraciones en Madrid, Pontevedra, Alicante y Malgrat de Mar (Barcelona). Esos 31,6 millones (unos 180.000 euros) nacieron y murieron en circunstancias rocambolescas. Las ayudas para preparar los JJOO se basaban en los oros europeo y mundial, fraudulentos. Los jugadores, según el escrito de acusación, “ignoraban que tenían derecho a percibir ese dinero y su firma fue falsificada en todos y cada uno de los recibos”. Finalmente, las concentraciones no se realizaron y habrían sido justificadas “mediante facturas falsas”. ¿Qué pasó con parte de ese dinero? Según el Comité Paralímpico, “Fernando Martín había dispuesto en su propio beneficio del dinero destinado a becas (…) cobrando el importe de una serie de cheques al portador emitidos contra la cuenta de la FEDDI (…), siendo el único que en ella tenía firma en su condición de presidente”.

Entonces, Marca celebró el oro de la selección publicando su foto en lo más alto del podio de Sidney. Muchos conocedores del mundo del baloncesto quedaron asombrados: aquellos rostros les eran conocidos de las Ligas nacionales, y no precisamente las de discapacitados. Y estalló el escándalo.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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