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EL CÓRNER INGLÉS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Isla pequeña, fútbol viejo

Inglaterra necesita un cambio o dejará de competir seriamente en el escenario mundial

Gerrard, en el Inglaterra-Moldavia del pasado viernes
Gerrard, en el Inglaterra-Moldavia del pasado viernesADRIAN DENNIS (AFP)

Tres datos.

“Gran Bretaña ha inventado la mayoría de las cosas que han merecido ser inventadas, sin excluir todos los deportes jugados hoy en el mundo”.

David Cameron, primer ministro británico, esta semana

De los siete jugadores que el Tottenham compró con el dinero recibido de la venta de Gareth Bale al Real Madrid ninguno de ellos es inglés. Ni galés. Ni siquiera británico.

De las cuatro selecciones británicas que, por una alegre aberración histórica, compiten en la fase clasificatoria del Mundial 2014, tres – Gales, Irlanda del Norte y Escocia – ya no tienen posibilidad de llegar a Brasil mientras que Inglaterra no tiene en absoluto el billete asegurado.

De los 11 jugadores en el campo para el Swansea City, modesto pero simpático equipo de la Premier League inglesa, en el primer partido de la actual temporada, seis eran españoles.

Conclusión (apoyada en muchos más datos similares): el comentario que un portavoz del gobierno ruso hizo esta semana sobre Gran Bretaña – “una pequeña isla a la que nadie presta atención” – generó previsible indignación entre los súbditos de Su Majestad, pero en el caso de que el hombre de Putin hubiese estado hablando del nivel de los futbolistas isleños nadie hubiera tenido nada que objetar. Empezando por Greg Dyke, el nuevo presidente de la Football Association, el máximo organismo del fútbol inglés, la asociación de fútbol más antigua del mundo, donde todo empezó. “El problema es muy, muy serio,” dijo Dyke en un discurso esta semana. La falta de talento entre los jugadores nacidos en Inglaterra es “alarmante”; la tendencia actual “da miedo”; si no se hace algo urgentemente “Inglaterra dejará de competir seriamente en el escenario mundial”.

Hay bastantes que dirían que ese día ya llegó. No solo hay que remitirse a las estadísticas, elocuente muestra del fracaso inglés en competición internacional desde el Mundial de 1966. Un vistazo a los partidos que disputaron la selección inglesa y la española el viernes por la noche fue suficiente para medir la distancia que separa a Inglaterra del máximo nivel del fútbol actual. Ambos ganaron -Inglaterra contra Moldavia, España contra Finlandia– pero un extraterrestre recién aterrizado hubiera concluido que jugaban dos deportes diferentes. La torpeza del mejor once inglés en la elemental disciplina del pase al pie estaba a años luz de la fluida coreografía del once español. Desde el punto de vista inglés, como bien dijo Dyke, daba miedo.

Podría empezar por imitar la disciplina, organización y seriedad del modelo español. En la preparación de niños para jugar al fútbol, España está a años luz de Inglaterra

¿Qué puede hacer Inglaterra si va a tener la más mínima posibilidad de cumplir el reto que Dyke propuso a la nación en su discurso, ganar el Mundial de 2022? Podría empezar por imitar la disciplina, organización y seriedad del modelo español. En la preparación de niños para jugar al fútbol, España está a años luz de Inglaterra.

Para entender lo mal que juega la selección inglesa no hay más que ver las condiciones tercermundistas en las que la gran mayoría de los niños ingleses se entrena. Los campos suelen ser parques donde entre semana la gente pasea con sus perros. No hay líneas pintadas para delimitar el terreno de juego. La hierba es alta –cuando la lluvia no ha reducido todo a barro– y muchas veces tal es el desnivel del campo que un equipo tiene que jugar la mitad de un partido cuesta arriba; el rival, cuesta abajo. Lógico, entonces, que los jugadores ingleses no cojan el hábito de pasarse limpiamente el balón, que su recurso habitual sea lanzar la pelota para arriba a ver qué pasa.

En España, en cambio, prácticamente todos los niños de seis años para arriba que quieran jugar al fútbol disponen de campos de hierba artificial que impulsan el juego asociativo y la inteligencia táctica y que cuentan, además, con preparadores que saben lo que hacen. En Inglaterra, en cambio, la gente encargada de organizar los entrenos y explicar el deporte, por más voluntariosa que sea, casi nunca está a la altura. Existen razones por ello. Un artículo en el Daily Telegraph esta semana contaba que en Inglaterra hay 1.161 entrenadores con licencia de la UEFA grado “A”, en España, 12.720; a nivel profesional Inglaterra tiene 203, España, 2.140.

Es tremendo, además de curioso, el descuido en el que ha caído el fútbol base en el país que lo inventó. Si el señor Dyke fuese a ver cómo se lleva el tema en España no solo le daría miedo lo que hay en su país, le daría pena.

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