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Alfombra roja para Nadal

El mallorquín gana a Robredo 6-0, 6-2 y 6-2 y competirá con Gasquet las semifinales sin haber cedido un break en todo el torneo

Juan José Mateo
Nadal celebra su victoria ante Robredo.
Nadal celebra su victoria ante Robredo.AFP

“¡Vamos Rafael, agresivo!”, se escucha en medio de la noche, pese a que ya está todo el pescado vendido. Toni Nadal pide golpes que sirvan para el futuro, tiros que sirvan para mañana, en la batalla por el título. Rafael Nadal, su sobrino y pupilo, se sigue aplicando entonces en su feroz propuesta y así llega hasta las semifinales sin perder un saque en todo el torneo, pisando la alfombra roja: 6-0, 6-2 y 6-2 en cuartos a Tommy Robredo, el hombre que había derribado al gran Roger Federer en octavos. El número 22 del mundo, un tipo hipercompetitivo, orgulloso con fundamento, se llevó una buena tunda. Perdió el primer set en 22 minutos. Tardó 39 en apuntarse un juego. Nadal le adelantó en el primer peloteo y ya solo vio muy de lejos su matrícula hasta que se dieron la mano a la 1h 40m de partido.

“El primer set es el camino a seguir: hice todas las cosas que se espera que hagas bien. Estoy muy contento con cómo me moví en la pista, con mi derecha y mi revés. Fui más agresivo”, resumió el campeón de 12 grandes. “No esperaba poder jugar a ese nivel de agresividad”.

Robredo no tiene armas para hacerle daño a Nadal. Sin un saque supersónico ni un tiro definitivo, el catalán compite sus partidos desde la intensidad, la inteligencia y el alto ritmo. Esa receta le valió para tumbar en octavos a un Federer menor, pero no para arañar la armadura del mallorquín, que pareció levantar el pie del acelerador cuando ya había quedado claro que no habría debate en su partido. Todo lo que consiguió defender Robredo con su revés a una mano lo remató Nadal con su derecha, un arma temible y perfectamente engrasada durante toda la noche. El número dos mundial causó estragos con ese tiro, que es con el que intentará marcar diferencias frente a los mejores, y hasta perdió un puñado de puntos intentando ajustar la mirilla, apostando por su nuevo y ambicioso camino. “¡Vamos Rafael, agresivo!”, le conminaba su tío.

Nadal se enfrentará ahora a Richard Gasquet, un tenista al que conoce desde que eran unos niños y al que domina 10-0 en el cara a cara. Con las armas a punto (llegó a sacar a 200 kilómetros por hora) y las piernas frescas, el número dos mundial tiene la oportunidad de asaltar el título en una situación idílica. No pierde el saque desde las semifinales del Masters 1000 de Cincinnati (82 juegos seguidos defendidos). No ha tenido que afrontar más que 6 bolas de break en Nueva York. Su derecha dispara balas de cañón y el revés le acompaña con algunos altibajos episódicos. En competición, sin embargo, nada es lo que parece. Si Nadal apretó tanto los dientes contra Robredo, si tanta agresividad le pedía su banquillo, es porque tiene claro que la autopista se acaba. Llegan las semifinales. Ahora vienen curvas

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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