¡Suerte, Madrid!

Si hoy en día algo puede cambiar la historia, el desarrollo y la calidad de vida de una ciudad, es una Olimpiada. Barcelona lo vivió en su propia piel. Incluso los más recalcitrantes, que los hubo, aceptaron que sin los Juegos Olímpicos de 1992 Barcelona nunca habría podido abrirse al mar, llevando las vías férreas hacia el interior y soterrándolas. Nunca habría podido cambiar el barrio industrial del Pueblo Nuevo en una magnífica Villa Olímpica, habitada hoy por familias que se bañan en las playas de delante de su casa, cuatro, cinco o seis meses al año. Nunca habría podido costearse una campaña de publicidad que llenara materialmente la ciudad de turistas cada año. Nunca habría dispuesto de presupuesto para limpiar cientos de fachadas que han descubierto a propios y extraños la brillante arquitectura barcelonesa de principios del siglo XX. Nunca habría podido unir tanto a sus ciudadanos, que vibraron al unísono y se convirtieron en voluntarios, con o sin uniforme, dispuestos a ayudar a lo que fuera y a quien fuera. Nunca se habría podido desarrollar un sentido de pertenencia tan grande y tantas y tantas otras cosas positivas para la ciudad y sus ciudadanos.

Si hoy en día algo puede cambiar la historia, el desarrollo y la calidad de vida de una ciudad, es una Olimpiada

Pues bien, todo esto le puede pasar a Madrid si gana la nominación el sábado, 7 de septiembre. Bueno, con la excepción de bañarse en el mar delante de la Villa Olímpica, pero, a cambio, con la posibilidad de disfrutar de mil cosas que existen ahora y no existían en 1992. Madrid podría convertirse en una ciudad con conexión a Internet en cada rincón. En el lugar donde experimentar los automóviles sin conductor que algunas empresas automovilísticas ya están desarrollando seriamente. En una ciudad tan limpia que se percibiera, incluso, en el aire. Madrid podría ser pionera en energías renovables. En la utilización de las redes sociales. En una ciudad con una sanidad que buscara tanto la prevención como la curación. En un centro de excelencia escolar y universitario. En una ciudad cada vez más habitable para los que viven en ella y para los que la visitamos con frecuencia. En una plaza ideal para poder desarrollar cualquier actividad profesional. En una ciudad más atractiva para todo tipo de emprendedores. En un lugar donde todo el mundo pueda encontrar un trabajo adecuado a sus capacidades. En una ciudad que tire del carro para sacar al país de la crisis…. Y no sigo, para no poner más presión en los políticos que tendrán la inmensa suerte de llevar este proyecto adelante.

Por eso, desde mi Barcelona natal quiero desear suerte a Madrid. Que todo lo que fue bueno para nosotros, lo sea ahora para vosotros. Y que lo disfrutemos todos.

Luis Bassat fue responsable de la creación y realización de las Ceremonias Olímpicas Barcelona’92