A Europa de golazo en golazo
El conjunto donostiarra jugará la Champions tras maniatar al Lyon con dos tantos de Vela, el segundo una genialidad, que se suman a los de Griezmann y Seferovic en la ida
El factor mental es clave en el fútbol. Los partidos se ganan a veces con el corazón y también con el empuje de la hinchada. De eso anduvo sobrada la Real para sacar adelante su partido contra el Olympique de Lyon, un grande de Europa. Pero las grandes victorias, aquellas que colocan a los equipos entre los privilegiados de la Liga de Campeones, se consiguen fundamentalmente desplegando un buen fútbol. Y de esto la Real también derrochó casi todo. Aunque vino de Francia con la eliminatoria muy a su favor (0-2), el cuadro realista agrandó su figura con un juego digno de los mejores campeones.
Una salida intimidadora del Olympique, un comienzo demasiado condescendiente de la Real, estaba previsto en el guion. Dos equipos en su papel. Los franceses, apremiados por las prisas y la necesidad de remontar un resultado muy desfavorable de la ida; los donostiarras, excesivamente retrasados, pero sin perder la compostura. Pero las urgencias de aquellos trajeron las oportunidades para estos. Una arrancada de Seferovic por la izquierda, alternando el puesto con Griezmann, permitió hilvanar un contragolpe de libro que el jugador francés quiso resolver como mandan las grandes ocasiones, con una vaselina que cayó como un copo de nieva en las manos de Lopes.
REAL SOCIEDAD, 2; OLYMPIQUE DE LYION, 0
Real Sociedad: Bravo; Estrada, Ansotegi, Iñigo Martínez, De la Bella; Xabi Prieto (Chori Castro, m. 78), Markel Bergara (Elustondo, m. 83), Zurutuza; Vela, Seferovic y Griezmann (Granero, m. 81). No utilizados: Zubikarai; Cadamuro, Javi Ros y Rubén Pardo.
Olympique de Lyon: Anthony Lopes; Miguel Lopes, Koné, Umtití, Bedimo; Fofana, Gonalons (Ferri, M. 84); Grenier, Benzia (Fekir, m. 46), Gourcuff (Bahlouli, m. 76); y Lacazette. No utilizados: Gorgelin; Mvuenba, Plea y Malbranque.
Goles: 1-0. M. 66. Vela. 2-0. M. 90. Vela.
Árbitro: Damir Skomina (Eslovenia). Amonestó a Vela y Umtiti.
28.995 espectadores en Anoeta.
Los de Arrasate consiguieron equilibrar el choqe en cuanto Xabi Prieto, Zurutuza y Griezmann comenzaron a recibir balones. La consigna era aprovechar la endeblez defensiva y la querencia atacante de los franceses. En cuanto los blanquiazules tomaron la pelota, despertó la genialidad de Vela y Seferovic. Zurutuza trazó un pase al mexicano, que buscó un desmarque casi en el área pequeña, burló al portero con un pase elevado a Seferovic, pero su cabezazo se encontró con un defensa, el único obstáculo que tenía delante. Después llegaron sendos disparos, muy ajustados, de Vela y Griezmann, y un posible penalti al mexicano.
Una apisonadora que unas veces entraba por la derecha con Vela; también por la izquierda con Griezmann y siempre con un Seferovic que se ofrece y cae a las bandas para abrir huecos, con la repetidora preparada para ajusticiar. La Real reencontró su fútbol, obligó al Olympique a tomar más precauciones, alejarse de las zonas donde Grenier, Benzia y Gourcuff se encuentran cómodos y son muy peligrosos. Y puso al descubierto las carencias defensivas del Lyon. Había que evitar el desorden y poner en práctica la orden de la pizarra de Arrasate: “Salimos de cero”.
Se esperaba la salida en tromba del Olympique en la segunda mitad, un equipo que otrora paseaba su potencial en la Champions, que fue bestia negra del Real Madrid y ganaba los campeonatos de su país de carril. Pero fue la Real la que siguió con el mismo comportamiento tras el descanso, superior al rival, con más alternativas, y más valientes, para buscar la portería contraria.
A Gourcuff, sus seguidores solo le vieron lanzando desde la esquina. Fue el jugador francés que mejores ocasiones creó… para la Real. Cuando el Lyon subía en un córner, los blanquiazules tenían preparada su estrategia para salir por los tres carriles del campo hacia la portería rival. Así llegó un zarpazo de Seferovic, con un martillo en la bota izquierda, que dio en el poste tras una veloz triangulación a la contra de Bergara y Vela. Y otro lanzamiento del delantero suizo tras una carrera por relevos entre Vela y Griezmann.
Hasta que llegó el más listo de la clase, el pillo, el futbolista más inteligente, un jugador que emplea la picardía y la intuición en todos sus movimientos. En un córner, Vela, uno de los jugadores más chatos del campo, se alzó en el área pequeña, desafiando a tres gigantones defensores y al portero, para cabecear el primer tanto del partido. Y cuando Anoeta celebraba con palmas y cánticos su regreso a la Copa de Europa diez años después, Vela logró el segundo. De vaselina (la tercera vez que lo intentaban así los blanquiazules) tras una poderosísima cabalgada, un cambio de ritmo zigzagueante que dejó tirados a tres defensas franceses. Solo podía terminar con una genialidad así.
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