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A una medalla de Lewis

Pese a su cansancio confesado, Bolt vuelve a demostrar en la final de 200m, con una marca de 19,66s, que en la velocidad hay dos mundos, el suyo y el de los demás

Carlos Arribas
Usain Bolt celebra su victoria en la final de 200m
Usain Bolt celebra su victoria en la final de 200mdylan martinez (REUTERS)

Usain Bolt está viejo. Usain Bolt está cansado. Usain Bolt está en la curva descendente. ¿Hasta cuándo Usain Bolt? Y Usain Bolt, viejo, cansado, descendente, sale a la pista, corre unos de sus 200m habituales (19,66s: una marca extraordinaria para cualquier otro, una marca más para él, la décima mejor de su vida), gana, como siempre, y gana de tal manera, con tal facilidad, que, como siempre, solo se puede concluir que en la velocidad, en el atletismo, hay dos mundos, y uno lo ocupa solito un solo hombre, un gigante jamaicano que no se cansa de demostrarlo, de ganar, aunque estos tiempos ya admite que acaba cansado sus carreras.

Al entrar en la recta las piernas me pesaban, así que me relajé, levanté el pie”

A Bolt le tocó la calle cuatro, una calle que no le gusta en los 200 m porque su radio es aún cerrado en la curva de salida. Para su altura, sus piernas, su zancada amplia, la calle seis o la siete son las ideales. Y pese a eso, su salida, su curva, sus primeros 100 metros fueron un rayo de esos que regalaba en sus años más jóvenes, en Pekín o en Berlín, donde jugaba con las leyes de la física. Su presencia dominante, arrasadora, su camiseta de tigre suelta, engulló a todos rivales, a los que soltó luego, desperdigados a su espalda. Llegó con tanta ventaja a la recta, y la aumentó tanto en los primeros 20 metros, que nadie dudaba de que sería imposible, sin recurrir a trucos ni Photoshop, que el segundo apareciera en la fotografía de la llegada. Y entonces, a 60 metros de la llegada, Bolt súbitamente se relajó, acortó la zanjada, relajó el gesto. Y el océano entre él y el segundo, se redujo, y solo su relax final, permitió acercarse un poco al segundo, su amigo Warren Weir, lo suficiente para que la foto de la llegada no sea el retrato de un abuso, pues a falta de 50 metros estaba casi a 10 del inalcanzable Bolt, sino de la apariencia de una competición. “Al entrar en la recta las piernas me pesaban, me sentí cansado”, dijo Bolt. “Y mi entrenador me había aconsejado que si me sentía así no siguiera apretando, así que me relajé, levanté el pie”. Todo lo contrario hizo el norteamericano Curtis Mitchell, que entró sexto en la recta final: un magnífico sprint le permitió en la línea adelantarse por una centésima a Ashmeade y evitar un podio enteramente jamaicano.

El programa del domingo

Última día de competición. Finales: Lanzamiento de jabalina femenino (14.00). Triple salto masculino (14.45). 1.500m masculino (15.25). 800m femenino (15.50). 4x100m relevos femenino (16.10). 4x100m relevos masculino (16.40).

El último oro es el tercero consecutivo en unos Mundiales para Bolt en 200m, tres victorias a las que hay que sumar dos oros olímpicos: el perfil de un atleta único que desde 2008, desde que tenía 21 años (ahora, ya viejo, tiene 26) no ha perdido un 200m en una gran competición, y solo un 100m por salida nula. Con él suma su novena medalla en unos Mundiales (siete de oro y dos de plata, en Osaka 2007, en 200 m, derrotado por Tyson Gay, y relevo), lo que le coloca a una solamente del récord, en poder solitario del hijo del viento, del Carl Lewis que nunca pensó que sus registros pudieran ser superados. La igualada se producirá seguramente hoy en el relevo 4 x 100, donde la Jamaica de Bolt, Carter, Ashmeade y Weir, es la habitual favorita. Con Mundiales cada dos años (en tiempos de Lewis se celebraban cada cuatro), Bolt ha gozado de más oportunidades para sumar medallas, pero también puede pensarse que no solo Bolt no hace longitud, sino que su carrera puede alargarse al menos hasta los Juegos de Rio 2016, y hasta entonces aún tendrá unos Mundiales en Pekín 2015 para aumentar la cuenta.

La igualada de metales se producirá seguramente el domingo, en el relevo 4 x 100

“Mi objetivo ahora”, dijo tras la victoria, “es repetir estos títulos en los próximos Juegos Olímpicos que es algo que nunca ha conseguido nadie en la historia”. Comprobada su dominación en la materia, ya hace años que Bolt repite que su mayor deseo es convertirse en una leyenda, en ser el atleta en el que todo el mundo, pasado, presente, y futuro, piense cuando se le pregunte por uno. Para eso, explicaba Bolt, necesito récords y muchas medallas. Las medallas en su casa son tantas que aquello parece una cacharrería, y los récords también los tiene. Los de 100m y 200m los batió en 2008 y los rebatió en 2009; desde entonces no los mejora, y él es el único que puede hacerlo. O que sueña con hacerlo, porque, dice, su mayor felicidad sería poder bajar de los 19s en los 200 m, la prueba en la que destacó desde niño, la distancia más cercana a su corazón.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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