Brincos para borrar a Sotomayor
Bondarenko gana la altura con unos magníficos 2,41m, que bate el récord de los campeonatos e intenta, en vano, 2,46m para superar la histórica marca del cubano
En un periodo de cinco años mágicos, entre 1991 y 1995, cuatro de los más grandes atletas de la historia, Javier Sotomayor, Serguéi Bubka, Mike Powell y Jonathan Edwards fijaron cuatro récords en los cuatro saltos —altura, pértiga, longitud y triple— que, retirados sus dueños, aún permanecen en los libros, tanta distancia marcaron con el pasado y con el futuro. Y casi 20 años después se han ganado el título de casi imposibles. En una noche fresca y magnífica en el Luzniki, uno de los atletas legendarios, Javier Sotomayor, empezó a ver cómo sus 2,45 m logrados en Salamanca en 1993 empezaban a parecer más que alcanzables, maduros. De hecho, el gigante cubano perdió una de sus plusmarcas, la del récord de los campeonatos, fijada en 2,40m en los Mundiales de Stuttgart. La perdió fruto de un duelo magnífico, uno de los mejores momentos del campeonato, entre dos jóvenes que no se cortaron lo más mínimo y pelearon intentando alturas nunca vistas en un campeonato. Dos jóvenes con físico zancudo de flamenco, de centro de gravedad elevadísimo, magníficos tendones de Aquiles y una fragilidad ósea aparente, como de pajarito, que esconde unas determinación y osadía espléndidas. De repente, gracias a ellos, la altura retrocedió (o sea, avanzó) a su edad de oro, a los tiempos en que los duelos de los divos Sjoberg, Tranhardt, Sotomayor, Mogenburg, la convirtieron en la especialidad reina. O así lo vivieron los aficionados.
El ucraniano no habría llegado a tales cotas si no es por la oposición del catarí
Ganó, y solo necesitó cuatro saltos para ello (2,29 y 2,35m a la primera, 2,41m a la segunda) el ucraniano Bogdan Bondarenko, de 23 años, 1,95m de altura, 75 kilos, quien tras superar el listón en 2,41m, la cuarta mejor marca de la historia, por segunda vez en la temporada, intentó, como hace dos veces en Lausana, saltar 2,46m para borrar definitivamente los récords de Sotomayor. No habría llegado a tales alturas, de toda manera, si no hubiera sido por la dura oposición del catarí de cara de niño Mutaz Essa Bashim, delgadísimo, ligero e interminables (22 años, 1,92m, 70 kilos), quien tras un primer nulo en 2,41m, hizo dos cercanos intentos sobre 2,44 m. Mientras Bondarenko (el heredero de Rudolf Povarnitsyn, ucraniano que compitió como soviético y fue el primer hombre en pasar 2,40m, en 1985) representa la continuidad de la vieja escuela soviética, que aúna en sus bases potencia y velocidad, Barshim, nacido en Doha, hijo de atleta y mimado en las instalaciones petrodoláricas de Aspire, es más, curiosamente, de la escuela sueca, que prima más la velocidad y la ligereza a la hora de comprimir al máximo el muelle del tendón de Aquiles. Le entrena el polaco-sueco Stanislas Szczyrba y reparte su tiempo entre Varsovia y Estocolmo. También Barshim ha saltado este año 2,40m. También el árabe tiene a su alcance el listón Sotomayor.
El regreso de Bolt y la final de 200m femenino marcan la jornada de hoy
La tarde moscovita también sirvió para empezar a sentar las bases de los duelos de velocidad que animarán el fin de semana. Si el 200m masculino, el gran regreso de Usain Bolt, comienza el viernes con series y semifinales (la final, el sábado), la final del 200m femenino se disputará como un nuevo enfrentamiento entre Shelly Ann Fraser, la bomba jamaicana y sonriente que ganó los 100m, con todo Estados Unidos, encabezado por la gacela Allyson Felix, una que no da nunca sensación de correr tan deprisa como lo hace, tan relajado es su gesto técnico: un estilo y un arte que se sitúan en las antípodas de la escandalosa jamaicana.
Las finales del viernes
Lanzamiento de martillo femenino (17.00).
Salto de longitud masculino (17.30).
Lanzamiento de peso masculino (18.10).
5.000m masculino (18.45).
200m femenino (19.15).
4x400 relevos masculino (19.30).
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