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Ni Bolt e Isinbayeva enganchan

El estadio Luzniki de Moscú no se acerca al lleno ni en los días señalados del campeonato

Amaya Iríbar
El lanzador Robert Harting, durante una prueba sin apenas público.
El lanzador Robert Harting, durante una prueba sin apenas público.D. EBENBICHLER (REUTERS)

Una imponente estatua de Lenin recibe a los aficionados que llegan al estadio Luzniki de Moscú. Como la sesión de tarde, la de las finales, no ha empezado aún algunos de ellos se han acercado a ver la modesta zona comercial: un puñado de carpas de los patrocinadores, un par de atracciones modestas —se pueden correr unos metros sobre un tartán y hacerse una foto frente al cronómetro parado en los 9,58s mágicos de Bolt o ver el listón a los 2,45m que saltó Sotomayor hace 20 años— y un diminuto puesto con productos oficiales en el que ni siquiera se puede encontrar al simpático gorrión que hace de mascota de los Mundiales. No son muchos los clientes. Muchos menos que los turistas que unas horas antes paseaban por la Plaza Roja.

La imagen es un poco forzada porque ningún evento deportivo puede competir con uno de los iconos turísticos de la ciudad, pero, a falta de datos oficiales, sirve para ilustrar la sensación que se vive desde el sábado, desde el primer día de competición. Que estos Mundiales no interesan mucho a los moscovitas y es triste si se compara con la marea feliz y numerosa que celebró el atletismo olímpico en Londres hace exactamente un año.

Las entradas diarias van de los 2,30 euros en la zona con menor visibilidad a los 114 de la sesión de clausura

Pero la imagen más potente, la más demoledora, son las gradas del Luzniki semivacías en todas las sesiones, y ya van seis. Ni siquiera Usain Bolt, el gran Bolt, el único atleta que hace rugir todos los estadios que pisa y, más importante, levanta pasiones más allá de su deporte, logró llenar el estadio, que tiene capacidad para casi 80.000 espectadores el domingo, aunque esa fue la jornada en que menos claros se advertían en las tribunas. Para mayor sonrojo de los organizadores, la misma tarde hacía su estreno Isinbayeva, el gran ídolo local.

La noche anterior fue aún más penosa. Cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, inauguró los campeonatos, antes de que estallaran los fuegos artificiales, el rojo, amarillo, y naranja chillones de los asientos era más visible.

Lo que está claro es que los organizadores no han recurrido a espectadores artificiales para disimular —¿se acuerdan de los militares en las primeras jornadas matinales de algunos deportes con poco tirón en Londres 2012?—, ni siquiera ante el presidente del país. Lo que sí han hecho según avanzan los días es cubrir algunos de los sectores vacíos en la parte alta del graderío con lonas con los colores del evento, tal vez para maquillarse ante las televisiones.

En la tarde de ayer, con la final del 100m femenino y la pértiga masculina (que tanto gusta a los rusos), el aspecto era muy pobre. De los 36 sectores del estadio, solo dos, cada uno en una punta, estaban completos. Y ambos gracias a los ucranianos, que son los más distinguibles porque van siempre en grupo y visten azules unos y amarillos otros, los colores de su bandera.

La organización cubre algunos de los sectores vacíos en la parte alta del graderío con lonas con los colores del evento

Un abono para los nueve días de competición con buena visibilidad cuesta unos 280 euros (algo más de 12.000 rublos). Las entradas diarias tampoco son caras a ojos de un aficionado español. Van de los 100 rublos (2,30 euros) en la zona alta y con menor visibilidad, donde ayer había un puñado de espectadores, a los 5.000 (114 euros) de la sesión de clausura, el domingo, en el mejor sector, junto a la tribuna de autoridades. Ver a Bolt el sábado, en la final de 200m en el mismo sitio cuesta 3.000 rublos (68,5 euros). El salario medio de un moscovita es algo más de 1.000 euros.

Algunos espectadores aluden a otras cuestiones que no son los precios. El estadio está alejado del corazón de una ciudad de grandes atascos y, en general, los moscovitas madrugan mucho como para acudir a las últimas finales del día, fijadas a las diez de la noche.

Por el momento, el comité organizador no ha dado explicaciones por el momento, ni siquiera la asistencia durante los dos primeros días. Cuando se presentaron los Mundiales sí hablaron de expectativas: atraer entre 40.000 y 50.000 espectadores cada día.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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