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La niña que temía a las tormentas

Jennifer Pareja, mejor waterpolista del torneo, es el nexo entre dos generaciones

Jennifer Pareja, durante el Mundial.
Jennifer Pareja, durante el Mundial.alexander hassenstein (Getty)

Jennifer Pareja era un suspiro de niña, blancucha y larguirucha, tímida y callada. Nacida en Olot (Girona) hace 29 años, las noches de tormenta se metía en la cama de su hermana Thais, muerta de miedo. Pero en bañador, con el gorro y las gafas, se transformaba. “Nació para el waterpolo”, dice Albert Estiarte, médico de la federación y hermano de Manel. Pareja lideró el viernes al equipo español para lograr su primer título mundial, desde el corazón y el sentido común, y fue nombrada mejor jugadora del torneo. Jenny es de oro.

Campeona de Cataluña infantil nadando para el CN Olot, Jenny se aburría y se hartó de viajar sola con el entrenador así que se apuntó al equipo de waterpolo. Se transformó en lo que es, una mujer grande, sincera, que mira a los ojos cuando habla y que ya no teme a las tormentas. La capitana de la plata en Londres el verano pasado, de este oro en Barcelona, está morena, y atiende a los medios con soltura, nada que ver con su timidez infantil.

“Tiene una mala hostia que no veas”, confiesa una de sus mejores amigas en el equipo. “Es corazón, todo corazón. Mata por ti”. Testosterónica como ninguna en el equipo, tenía un oso rojo con los ojos negros y las orejas azules que su hermana guarda para cuando Ariadna sea algo mayor. La primera sobrina de Jenny no se ha perdido un partido de la tieta. Ayer estuvo en la final: la vio hacer historia, con las uñas pintadas de colores.

Jenny tiene el armario lleno de bolsos y camisetas, una sonrisa que desmonta, y un brazo que destroza a sus rivales en la piscina — “nunca sabes dónde va a tirar”, se admira Roser Tarragó—. Antes, sin embargo, tenía una debilidad: resultaba fácil sacarla del partido. “He aprendido a controlarlo”, explicaba antes de la final. Pareja marcó dos goles en el último partido lo que eleva a 16 el número total de los que llevan su firma en el torneo.

Empezó en la natación, pero se aburría en la piscina y cambió de especialidad

Oca, el seleccionador, no dudó nunca de que si a esta selección la representaba alguien desde la capitanía era ella, y la entendió desde que la vio, será porque él era famoso por soltar un puño cuando menos se lo esperaba nadie. Pareja resulta un perfecto nexo de unión entre la generación del 2003 —“era un bebé, la más pequeña”, recuerda— y las niñas de Trieste en el Mundial de 2011.

Puro talento, dicen que jugando se parece a Dani Ballart. Fue su pareja muchos años y asegura que lo de Jenny es un talento innato para el medio. “Tiene una grandísima natación. Por eso tiene facilidad para salir a por los balones y tirar contras”, explica Ballart. Si en algo ha crecido últimamente Jenny es en su capacidad defensiva. “Ahora disfruto”, admite.

Adriana será una malcriada por culpa de su tieta, pero siempre podrá contar que estuvo en la Picornell el día que se colgó la medalla de oro en el cuello, el día que muchos en el equipo vieron llorar a Jenny como una magdalena. Empezó al final del partido y seguía emocionándose de madrugada mientras bromeaba con la idea de montar un desfile por Barcelona para festejar el triunfo. Claudio, el segundo entrenador, la tendrá que subir a caballito por el kilómetro y medio de cuesta del CN Montjuïc. Se lo prometió si ganaba el oro. Y Jenny es de oro. La niña que temía las tormentas es la mejor del Mundial 2013.

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