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“La hierba es la superficie más complicada para la rodilla”

Un año después del partido que abrió su periodo de siete meses de baja por lesión, Nadal vuelve a la hierba de Wimbledon

Juan José Mateo
Nadal, ante Nishikori
Nadal, ante NishikoriDan Istitene (Getty Images)

Hace más frío en la habitación que en la calle. “Congelado”, Rafael Nadal aparece con un polo que deja al aire dos brazos como dos troncos, sonriente en su vuelta a Wimbledon, donde en 2012 nació una historia increíble: el mallorquín se inclinó ante Rosol en segunda ronda, luego se perdió siete meses de competición con una rotura parcial de ligamento rotuliano y una hoffitis en la rodilla izquierda, y desde su vuelta celebró siete títulos y dos finales en nueve torneos. La conquista de Roland Garros, su dominio sobre el resto de top-10 y el nivel de juego dan seguridades al campeón de 12 grandes. En su mente, sin embargo, aún quedan preguntas, exámenes, pruebas a superar: por ejemplo, cómo se adaptará la articulación al césped, una superficie que exige jugar agachado, con el culo pegado al suelo y los músculos sometidos a cambios de dirección radicales.

“Muscularmente, no tengo ningún problema”, arranca el mallorquín, que por primera vez llega a Wimbledon sin haber disputado un torneo de preparación sobre césped. “Espero que la musculatura esté preparada. Otra cosa es la rodilla, que es verdad que es un reto para mí jugar en hierba. En los torneos en tierra y el de pista rápida (Indian Wells) que he jugado hasta ahora he obtenido un buen resultado en cuanto a sensaciones físicas”, añade. “La hierba, de sensación física es un reto”, subraya. “Quizás es la superficie más complicada para la rodilla”, insiste, y comienza a argumentar la afirmación: “Son posiciones bajas, de mucha flexión, a cinco sets, [ahí] es donde la siento más [la rodilla]”, cierra, tras entrenar el saque con precaución por los problemas de codo que sufrió en Roma y París.

“Espero que la musculatura esté preparada. Otra cosa es la rodilla, que es verdad que es un reto para mí jugar en hierba”, cuenta el mallorquín

Cuando Nadal habla de tenis sobre hierba, no lo hace un cualquiera. Este tenista ha disputado cinco finales seguidas en Wimbledon (2006-2011), ha ganado dos títulos y se ha impuesto también en el Queen’s. Muy pocos competidores en la historia del tenis pueden presumir de un currículo tan brillante. Sin ese torneo de preparación, el mallorquín, que debutará el lunes contra el belga Darcis (“Si consigo estar bien, sólido con mi servicio, estoy jugando contra uno que a priori podré jugar, no es un cañonero”), apura los entrenamientos en Londres desde el martes. Busca lo que separa al ganador del finalista: reflejos competitivos acertados en situaciones extremas.

“Este es un juego de sensaciones, de tener automatismos, de tener ideas claras de cómo salirte de las situaciones complicadas, integrados dentro de tu cabeza”, razona Nadal sobre el tenis sobre hierba, que premia a los agresivos y castiga a los diletantes. “Hay que solucionarlo todo de manera muy rápida… Y los automatismos se cogen compitiendo”.

Nadal ya calienta el asalto de Londres. Por el Aorangi Park ya se oyen los cañonazos que pregonan sus derechazos. Hoy, toca Wimbledon, la catedral del tenis. Mañana, dijo el mallorquín, quién sabe: en función de la respuesta de la rodilla elegirá el calendario de la segunda mitad de año, que tiene como citas destacadas el Abierto de Estados Unidos y la Copa de Maestros

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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