Bielsa se va sin que se sepa por qué
Urrutia apela a la suma de motivos deportivos e institucionales para explicar la no renovación del técnico argentino, pero no anuncia al sucesor en el banquillo del Athletic
Se acabó. Marcelo Bielsa dejará el 30 de junio de ser entrenador del Athletic, aunque realmente dejó de serlo ayer al mediodía cuando el presidente Josu Urrutia le comunicó la decisión “unánime”, explicó el mandatario, de la Junta Directiva rojiblanca “por la mezcla de razones deportivas e institucionales”, según indicó en una conferencia de prensa convocada con cierta urgencia. Nada más trascendió de las explicaciones del presidente del Athletic —tampoco se hizo público el sucesor en el banquillo— , que se limitó a explicar que consideraron que “era lo mejor para la institución”, después de haber consultado a distintos estamentos de la entidad antes de tomar la decisión “una vez lograda la salvación matemática en el campeonato de Liga”. Estamentos entre los que no figuran los futbolistas: “ellos están para jugar y para estar preparados para jugar. Eran otros estamentos a los que hemos consultado para contrastarlos con la opinión de la Junta y acabar alcanzando una decisión unánime”, dijo.
Poco más se supo de los motivos que inducen a la Junta Directiva del Athletic a prescindir de un técnico que se va de Bilbao con 113 partidos dirigidos desde que debutara en agosto de 2011 con un 0-0 contra el Trabszonspor, turco, en la Liga Europa. Un empate que hizo fruncir el ceño a algunos aficionados, más aún cuando hasta la octava jornada el Athletic no logró su primera victoria. Y, sin embargo, lo que plantó Bielsa fue un camino de rosas que concluyó con dos finales —Liga Europa y Copa del Rey— perdidas tras reponer al Athletic en el selecto club de los equipos europeos magistrales. Hacía tiempo que el Athletic no visitaba esos salones alfombrados. La entrada VIP la sacó en la eliminatoria contra el Manchester United y el éxtasis llegó con la semifinal frente al Sporting de Portugal.
Que no es fácil trabajar con Bielsa lo sabía Josu Urrutia y su Junta Directiva. Que con Bielsa los equipos trabajan sin desmayo, también. Que venían nuevas formas, nuevos hábitos, hasta un nuevo fútbol, siempre arriesgado, suicida en ocasiones, no había ninguna duda. Que Bielsa no renuncia jamás a sus principios y que los detalles no son accidentes, sino manifestaciones del trabajo, son una constante en el trabajo del técnico rosarino. Que puede ser tan vehemente ante el error, como en el caso de las obras de Lezama que lastraron sus relaciones individuales. Que los futbolistas mejoran generalmente tras su trabajo es obvio. Por todo eso Urrutia le trajo a Bilbao sabiendo que se metía en un “fregao” que le ilusionaba y que ha ilusionado a todo Bilbao hasta el punto de despedir a San Mamés, el miercoles, al grito de “¡Bielsa, quédate!”.
El técnico quería culminar un trabajo que le apasionaba con un equipo que le ilusionaba
Porque, al parecer, Bielsa, que el año pasado esperó hasta el último día para renovar, quería seguir, quería culminar un trabajo que le apasionaba con un equipo que le ilusionaba. En la despedida de La Catedral, botó y se le mencionó con Iribar, mientras alguno de los miembros de su equipo de colaboradores lloraban en el campo adivinando su salida. Pero su tiempo se acabó ayer, después de que Bielsa se hubiera ganado a Bilbao y de que Bilbao se hubiera ganado a Bielsa. El empate, en este caso no vale.
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