Un Federer “impresionado y triste”
Jo-Wilfried Tsonga elimina al suizo y se cita con David Ferrer, que intentará por sexta vez llegar a su primera gran final
“Impresionado”. “Triste por el nivel de juego”. “Sufriendo para encontrar el ritmo”. “Decepcionado”. Así se despide Roger Federer, campeón de 17 grandes, en los cuartos de Roland Garros. Jo-Wilfried Tsonga le derrota 7-5, 6-3 y 6-3 sin apelar a la heroica, remontando un break en la primera manga y propinándole un 5-0 que luego extiende a 8-1. “¡Tsonga! ¡Tsonga!”, truena la Philippe Chatrier, que sueña con un nuevo Yannick Noah, con que un francés herede su trono de París justo 30 años después del último triunfo. “¡Tsonga! ¡Tsonga!”, celebra la grada la victoria, que empareja al ídolo local con David Ferrer, vencedor por 6-1, 6-1 y 6-3 de Tommy Robredo, el número 34, y atento a lo que pasa en el partido de Tsonga. “Ha ganado a Federer en tres sets. Eso, en cualquier pista, es muy difícil. Me ha sorprendido”, dice el alicantino de su contrario de semifinales.
El número ocho despide a palos a Federer, ahogado en errores no forzados (34), lento de movimientos, a un paso de cumplir los 32 años y de llegar a la hierba de Wimbledon sin haber ganado un título en 2013. El francés, sin embargo, también está atento a lo que ocurre en el otro duelo de cuartos. Igual que una fiera, Ferrer devora a Robredo, ruge de peloteo en peloteo, se mueve como un tigre sobre el albero. Lograda la victoria, a su alrededor se levanta un muro como una burbuja. Nadie de su equipo habla. Nadie quiere convocar al mal fario. Ferrer no ha perdido ningún set en el torneo. Solo ha cedido 36 juegos. Siente que está ante otra gran oportunidad, olfatea su primera final grande a los 31 años tras cinco intentos fallidos.
El número ocho despide a palos a Federer, ahogado en errores no forzados (34), lento de movimientos, a un paso de cumplir los 32 años y de llegar a la hierba de Wimbledon sin haber ganado un título en 2013
El asalto de Ferrer nace en sus piernas. En 2012, cuando también llegó a las semifinales, el número cinco había disputado 15 partidos sobre la arcilla europea y unos cuartos a cara de perro contra Murray. En 2013, imperial y fuerte, Ferrer pisa el albero sin notar las cadenas del cansancio: 10 encuentros sobre tierra y un plácido caminar hasta la penúltima ronda.
“Y saber eso ayuda”, explica. “Saber que llegas bien físicamente, haber llegado hasta aquí sin mucho desgaste, hace que mentalmente esté con las ganas y la chispa de afrontar un partido de cuatro horas, a cinco sets”, argumenta. “En un grande eso es muy importante. El tenis está muy igualado. Es complicado. Está claro que los cuatro mejores [Djokovic, Federer, Murray y Nadal] han sido y son mejores. Entre los demás, está todo al límite”, añade sobre Tsonga. “Esto es algo muy importante para mí, pero no deja de ser un partido más. No voy a meterme películas en la cabeza, sueños o la música antes”.
“En el momento en el que está David lo importante era llegar a Roland Garros lo más fresco posible”, explica Alex Corretja, el seleccionador. “Ya tiene la experiencia, el nivel y ha demostrado que no necesitaba tantos partidos como otros años. Llega mejor que nunca, en plenitud, tras usar la primera semana para ponerse a tono”, prosigue el ex número dos. “David hizo un parón [tras perder la final de Miami]. No fue a Montecarlo. Creo que es un detalle de que él tenía claro que lo importante era llegar aquí lo más fresco posible. Ha llegado en su mejor estado de forma, mental, físico y tenístico. Le debe aportar tranquilidad. Si estás físicamente fresco, tu cabeza piensa mejor, también la experiencia es lo que te lo hace. Lo he visto muy bien desde el primer día. Con una tranquilidad asombrosa”.
A Ferrer le espera Tsonga, tremendo pegador, y el fantasma de Noah. Se cumplen 30 años desde que un francés ganó Roland Garros. El sacador de Le Mans, tan fino de forma como para desencantar a Federer sin ceder un set, siente que es la hora de reclamar esa herencia. En medio, David Ferrer, su derecha endemoniada y sus piernas frescas.
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