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La policía cree “totalmente veraz” que Carballo abusó de gimnastas menores

El técnico, apartado por el CSD, ha sido denunciado por una atleta olímpica que afirma que en los setenta sufrió el maltrato durante años y a la que apoyan varios testigos “Me destrozó la vida”, dice

A. IRÍBAR
Carballo, en 1990.
Carballo, en 1990.Miguélez

La denuncia de una exgimnasta por abusos sexuales continuados contra Jesús Carballo, de 69 años y seleccionador nacional de gimnasia femenina durante más de 30, ha conmocionado al deporte español. La policía considera “totalmente veraces” los hechos, que se remontan a los años setenta y ochenta y se cometieron presuntamente cuando la denunciante era menor de edad, según el informe de diligencias al que ha tenido acceso este diario. EL PAÍS ha podido hablar con la mujer que presentó en diciembre la denuncia, hoy de 48 años, así como con compañeras suyas en el equipo nacional que corroboran su versión y aseguran que los abusos se sucedieron con diferentes víctimas hasta al menos mediados los ochenta. Todas piden no dar sus nombres por respeto a su intimidad y de sus familias, a las que, en algunos casos, ni siquiera hoy han contado lo sucedido.

Carballo negó ayer todas las acusaciones a través de sus abogados. El caso ha sido sobreseído provisionalmente por un juzgado madrileño, decisión que han recurrido tanto la deportista como el Consejo Superior de Deportes (CSD) ante la Audiencia Provincial de Madrid.

En su declaración ante la policía, la mujer detalló los abusos y agresiones sexuales a los que supuestamente fue sometida desde los 12 hasta los 15 años por el exseleccionador, que incluyeron penetraciones y se produjeron “en los entrenamientos, hoteles de concentración del equipo, así como en el propio vehículo del denunciado”, como recoge el informe policial. Carballo, que se había hecho cargo de la selección femenina tras dirigir un tiempo la masculina, tenía entonces 33 años.

"Tenía gran habilidad para someternos a su voluntad", afirma otra de las deportistas

“Él me decía que era mi padre y lo cierto es que yo pasaba más horas con él que con mi familia. Tenía sentimientos encontrados: le admiraba, le quería, pero a la vez tenía terror y me sentía obligada a soportar cosas”, recuerda ahora esta mujer, una de las mejores gimnastas españolas a finales de los años setenta. “Me volvía loca intentando averiguar qué había hecho mal porque unas veces me trataba bien, otras mal y otras me ignoraba sin motivo aparente”.

Por aquella época las chicas que formaban parte del equipo nacional se entrenaban unas cinco horas diarias entre semana y hasta ocho los sábados y domingos en las antiguas instalaciones del INEF de Madrid. Aunque no vivían juntas, algo habitual a partir de mediados los ochenta, realizaban varias concentraciones al año, en hoteles o chalets alquilados por la federación española.

El informe añade 14 testimonios que acusan al entrenador de trato vejatorio

Otra gimnasta del equipo, que compartía habitación con ella, fue testigo de los abusos en uno de esos hoteles. Ante la policía ha apoyado el relato de su compañera. “Nos concentraron en un hotel antes de los Juegos de Moscú. Casi todas las noches Fillo [como se conoce a Carballo en el mundo de la gimnasia] venía a la habitación. Esa noche, como muchas otras, a mí me dio un masaje para soltarme la espalda. Luego le oí en la cama de al lado. Yo estaba paralizada por dentro. Cerré los ojos y me hice la dormida. Era tan duro que nunca nos atrevimos a hablar de ello entre nosotras. Fue muy traumático”, asegura en conversación telefónica.

No todas sufrieron abusos sexuales, solo “las elegidas”, siempre según la versión de las denunciantes, a la que la policía da total credibilidad. “Él tenía una psicología increíble. Sabía perfectamente con quién podía y con quién no. Tenía una gran habilidad para someternos a su voluntad”, continúa el relato la compañera de equipo, de 47 años y que también fue olímpica. “Conmigo intentó algún acercamiento sexual sin éxito. En una ocasión me dio un beso en los labios en contra de mi voluntad y luego me dijo: ‘Quería ver cómo es en realidad lo que vivo en mis sueños’ o algo así. Apunté en mi diario: ‘Es el día más repugnante de mi vida”.

El juez sobreseyó el caso porque el delito ha prescrito y no hay pruebas de otros

El clima en que se desarrollaban los entrenamientos era de control total por parte del seleccionador, aseguran varias compañeras que también aportaron sus testimonios a la denuncia policial. “Al principio compartíamos sala de entrenamientos con los chicos, pero en cuanto él llegó puso un muro entre medias. Nos prohibía mirarlos, hablar con ellos. Nos decía que los hombres eran el demonio. Empezamos a vivir con miedo”, relata una de ellas. “El ambiente entre nosotras era raro. Algunas estaban absorbidas emocionalmente por Carballo, competían por sentarse con él en el coche, por estar siempre con él. Tiene el don de la manipulación. Todas teníamos una confianza total en él. Era un ambiente de amor desmedido y al mismo tiempo de miedo real”, añade otra. En esa época no había médicos o psicólogos ni fisioterapeutas que atendieran a las atletas en la sala de entrenamientos y era el propio Carballo quien, por ejemplo, se encargaba de dar masajes a las niñas.

Según la investigación policial, dos de las gimnastas aseguran que en los años ochenta denunciaron estas situaciones a una directiva de la federación, sin que su queja tuviera consecuencias.

La denunciante y el CSD han recurrido ante la Audiencia Provincial de Madrid

Los agentes, que forman parte de una brigada especializada en delitos sexuales, han entrevistado a decenas de personas, entre ellas varias componentes del equipo nacional, actual y de otras épocas. “Muchos (…) no han querido prestar declaración o no han querido involucrarse por temor a represalias en el ámbito laboral al señalar a Jesús Carballo como la persona que monopoliza el mundo de la gimnasia artística”, asegura el informe. El exseleccionador no ha sido citado porque no ha sido imputado.

Los abusos sexuales a menores prescriben en España cuando han transcurrido 20 años desde que la víctima alcanza la mayoría de edad. La policía no ha encontrado “indicios suficientes” de que el entrenador haya abusado de otras gimnastas en épocas posteriores, aunque no lo descarta. Si aparecieran nuevas denuncias o indicios de casos posteriores podría reabrirse la investigación.

El juzgado de instrucción número 11 de Madrid sobreseyó el caso porque el delito está prescrito y no hay pruebas de otros casos. Ahora debe pronunciarse la Audiencia Provincial de Madrid sobre los recursos presentados por la denunciante y el CSD. El CSD declinó hacer comentarios sobre el asunto, aunque fuentes del organismo subrayaron que su actuación en todo el proceso “ha estado presidida por la prudencia y la firmeza que la situación y los acontecimientos requerían”.

A raíz de la denuncia, el CSD decidió apartar a Jesús Carballo de su puesto en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid a finales de enero y le prohibió el acceso a las instalaciones. Los abogados de Carballo pidieron que se revocaran las medidas, a lo que el CSD se negó. Ante la imposibilidad de acceder a la sala donde se entrena el equipo, el exseleccionador pidió la baja voluntaria en la federación, presidida por su hijo, Jesús Carballo. Carballo padre tiene cuatro hijos de un primer matrimonio y un quinto con su segunda mujer, que fue gimnasta de su equipo.

El proceso que llevó a estas mujeres a dar el paso de denunciar unos hechos que ocurrieron hace más de tres décadas ha sido largo y tortuoso. Cuentan que cuando dejaron la competición se alejaron también de la gimnasia, un deporte en el que la mayoría había empezado cuando apenas tenían seis o siete años y al que habían dedicado toda su infancia y adolescencia. El año pasado volvieron a encontrarse ya como adultas y empezaron a hablar con claridad de lo que habían sufrido. “A raíz de ese reencuentro nos dimos cuenta de que no éramos las únicas víctimas y que habíamos sido gimnastas de varias generaciones las que sufrimos sus abusos. Nos entró el pánico. Pensamos que igual esto seguía ocurriendo y decidimos pedir ayuda al CSD”, recuerda la denunciante. “Solo dimos este paso cuando nos sentimos unidas, fuertes y psicológicamente preparadas. Solo queremos sanar y que Fillo sepa que sus actos nos hicieron mucho daño cuando solo éramos niñas”.

La actuación policial no se ha limitado a posibles delitos sexuales. Hay 14 testimonios más que señalan “episodios de tratos vejatorios, humillaciones e insultos de Jesús Carballo hacia las gimnastas, así como en algún caso se indica que como consecuencia de este trato se pudiera haber causado lesiones que impidieron continuar la carrera deportiva”, prosigue el escrito policial. “La mayoría de las declaraciones hace referencia a aspectos como control absoluto, dominación, sumisión de las gimnastas, y aislamiento con respecto a otros equipos (…) así como al hecho de que este habría mantenido varias relaciones sentimentales con algunas de las gimnastas que estaban a su cargo cuando estas eran menores de edad, todo lo cual a juicio de esta instrucción podría suponer una mala praxis”.

Para la denunciante el daño fue mayor. “Carballo me destrozó la vida. Las consecuencias del abuso las sigo padeciendo hoy. La sala verde [una dependencia del gimnasio] sale en todas mis pesadillas”, asegura, y precisa que hasta el año pasado ni siquiera fue capaz de hablar del tema. Cuando lo hace ahora aún se nota que sigue siendo un trago muy difícil para ella, tanto que no puede evitar las lágrimas. “Entre las cosas que más me duelen es que digan que intentamos cargarnos este deporte. Amamos la gimnasia, fuimos pioneras en una época en que las condiciones eran muy diferentes. Este asunto no tiene nada que ver con la familia Carballo, ni siquiera con la gimnasia. Es un caso de abusos físicos, psicológicos y sexuales a menores. Durante todos estos años he pensado que en algún momento de mi vida Fillo me pediría perdón. Hoy ya no lo creo”.

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Sobre la firma

A. IRÍBAR
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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