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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Debemos aceptar el mérito de Marc

Marc Gasol, defendido por Ibaka.
Marc Gasol, defendido por Ibaka.BILL WAUGH (REUTERS)

LeBron James ha sido el jugador más dominante de los playoffs de este año. El siguiente, un tipo de Barcelona llamado Marc Gasol.

A pesar de la importancia del Gasol más joven, pocos estadounidenses fuera de Tennessee (el Estado sureño donde se encuentra Memphis) podrían decirles el nombre del pívot titular de los Grizzlies. Esto se debe en gran parte a que la condición de extranjero de Marc Gasol evita que los periodistas estadounidenses den bombo a cada uno de sus logros. Se podría sostener que esto es natural. Todos nosotros desconfiamos de los forasteros. Los inmigrantes nos preocupan porque tememos que nos quiten nuestros trabajos. Una invasión de extranjeros casi nunca se describe como un acontecimiento positivo. Incluso nos extrañamos cuando un extraño sonríe demasiado en la calle. Entonces, no debería resultar sorprendente que el estatus de los jugadores europeos en la NBA casi nunca se corresponda con su valía. No resulta sorprendente, pero, sin embargo, resulta infantil.

Cuando era pequeño, mi padre siempre me decía que me llevase una sudadera al entrenamiento de béisbol. Yo siempre protestaba señalando que la temperatura era relativamente calurosa en ese momento. Él respondía con la verdad, que era que el tiempo tiene tendencia a cambiar, especialmente cuando se va el sol, y especialmente en Kansas. Pero yo era cabezota y tenía miedo de que mis amigos pensasen que era una nenaza si llevaba un abrigo, por lo que me pasé muchos entrenamientos de béisbol tiritando en la posición de parador en corto. Los aficionados de la NBA son como yo cuando tenía 12 años; los jugadores de baloncesto europeos son mi padre.

Marc y LeBron no se excluyen mutuamente. Pueden (y nosotros también) aprender el uno del otro

A los estadounidenses no nos gusta tener la impresión de que alguien nos está diciendo lo que tenemos que hacer, aunque tenga razón. Nos gusta pensar que hemos construido nuestra sociedad desde cero; nos gusta pensar que hemos reinventado todo. Por tanto, desconfiamos de todas las cosas europeas y nos mostramos reacios a admitir que, sí, alguien ya hizo probablemente todo esto.

Creemos que, si reconocemos que la forma de jugar al baloncesto paciente y reflexiva de Marc Gasol es mínimamente deseable, estaremos condenando la habitualmente impetuosa senda estadounidense hacia el estrellato. Creemos que estaremos dejando que nuestros antepasados gobiernen nuestras acciones.

Sin embargo, Marc Gasol y LeBron James no se excluyen mutuamente. Pueden (y nosotros también) aprender el uno del otro. A los europeos os vendría bien un poco de nuestro espíritu aventurero, y a nosotros nos vendría bien un poco de vuestro conocimiento de que esto de la civilización existe desde hace tiempo, por lo que no merece la pena exaltarse tanto por unas elecciones o un tema político controvertido.

Pero, por desgracia, somos un país joven y que parece estar anclado en un estado preadolescente. Por consiguiente, da la impresión de que tardaremos un tiempo en aprender a llevarnos nuestras sudaderas al entrenamiento de béisbol y en aprender a aceptar la grandeza de los jugadores extranjeros como Marc Gasol.

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