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Falcao-Costa, cambio de papeles

El colombiano dio el gol al brasileño con una jugada de 10 que valió la prórroga

Diego Costa controla el balón entre Sergio Ramos y Coentrão.
Diego Costa controla el balón entre Sergio Ramos y Coentrão.Claudio Alvarez

Advertía Diego Pablo Simeone en la previa de la importancia capital de que sus centrocampistas aprovecharan el potencial de su pareja de delanteros. El plan consistía en obturar al Madrid por el centro y que los medios lanzaran a los dos puntas a la espalda de Ramos y Albiol. La consigna fue repetida por el técnico argentino hasta la saciedad durante la semana. “Pase y contragolpe”, ha sido una de las frases que más se ha escuchado en el Cerro del Espino durante la semana. La pronunciaba el entrenador, su asistente el Mono Burgos y hasta el preparador físico, el profesor Ortega.

No fue ninguno de los medios los que conectaron con la pareja en el gol del Atlético. Fue Falcao, que invirtió los papeles cuando más lo necesitaba su equipo despojándose de su cartel de nueve de área para convertirse en un 10 refinado. Hacía tiempo que no se le veía al colombiano una acción lejos del área tan definitiva. Recibió una pelota de espaldas en el centro del campo, se giró, hizo una bobina la cintura de Albiol y le metió una pelota al espacio a Diego Costa. A la carrera, el brasileño se encontró en las condiciones ideales para explotar sus virtudes. Realizó un control orientado y superó a Diego López para igualar el partido y superar a Cristiano, siete goles, como máximo goleador de la competición con ocho tantos. Se fue Costa al córner a celebrar el gol y cuando sus compañeros deshicieron la melé en la que fue estrujado miró al cielo y lo dedicó. El lado norte del campo, donde estaba situada la afición rojiblanca estalló al comprobar que, al menos, su equipo estaba dispuesto a competir, acostumbrada como está en los últimos 14 años a contemplar resignada a su equipo doblando la rodilla al primer golpe del Madrid.

“Pase y contragolpe”, había sido la frase más repetida en el Cerro del Espino

No ha sido muy habitual en el último tramo de competición esa conexión que se dio ayer. Crecido por su rendimiento, Costa se ha dedicado más a finalizar sus desmarques que a tener en cuenta a Falcao como primera opción cuando recibía el balón. Había muchas miradas puestas en el carácter de Costa antes de la final. Tanto, que el jueves se revolvió cuando fue preguntado por si estaba mentalizado para no dejar al equipo con 10 en una cita tan trascendental para el Atlético. Dialogó con Ramos e incluso serenó a Cristiano, pero, ya en la banda tras ser sustituido por Adrián, lanzó el puño contra Pepe en la tángana posterior a la expulsión de CR.

Nadie como él representaba esa pancarta que lucía en el primer anfiteatro: “Muerde Atlético”. Supo esperar el goleador brasileño su momento después de varios balones largos en los que fue buscado sin ninguna precisión. Después se dedicó de nuevo, caído en la banda derecha, a trabajar y a esperar otra pelota. Vio una amarilla por una falta a Xabi Alonso en el centro del campo ya iniciado el segundo tiempo y provocó otra cuando a Coentrão no le quedó más remedio al lateral portugués que frenarle con un agarrón. En la prórroga tuvo la gloria con un mano a mano que le ganó Diego López en el primer disparo y en el rechace. Dio igual, la hinchada le despidió como a un héroe y ya un símbolo.

Falcao celebran al victoria ante el Real Madrid.
Falcao celebran al victoria ante el Real Madrid.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Tuvo que ser Falcao ese jugador preciso que tanto había demandado Simeone durante la semana. No apareció el goleador en las finales como acostumbra, pero sí emergió como pasador en el que puede ser su último gran partido vestido de rojiblanco. Desde esa perspectiva cumplió como un futbolista de altura para meter a los suyos en el partido. Si finalmente se marcha, como todo parece indicar, su virtud como jugador de grandes partidos es innegable, igual que irreprochable su mentalidad. Tuvo carácter Falcao cuando marcó el Madrid. Fue el primer futbolista que empezó a gesticular a sus compañeros para que el tanto de Cristiano no les anestesiara la competitividad. Se pegó en cada salto en los balones largos para prolongarlos y trató siempre de fijar a Ramos y Albiol en la salida del balón de los centrales madridistas. También espoleó al equipo con el torrente de remates al poste del Madrid.

En la brega de los dos delanteros se vio reflejada esa metáfora de Simeone antes de la final en la que hablaba de que el trabajo de su equipo para poder igualar el presupuesto del Madrid en una final podría servir de ejemplo en una sociedad en al que al débil le cuesta más el éxito rubricado por Miranda.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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