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Vettel enseña los galones

El enfrentamiento con su compañero Webber demuestra que el alemán de Red Bull hace valer su estatus como tricampeón y es tan contundente en la pista como fuera

Oriol Puigdemont
Vettel, ayer en Montmeló.
Vettel, ayer en Montmeló. mark thompson (Getty)

Los pilotos transmiten de una forma muy particular la tensión que recorre su cuerpo, aunque cada uno lo hace a su manera. Sebastian Vettel, por ejemplo, cambia el paso a medida que se acerca del domingo. El viernes se mueve por el paddock andando e incluso se para a saludar, el sábado acelera su frecuencia al caminar y el domingo, antes de la carrera, esprinta los 50 metros que puede haber entre la carpa de Red Bull y el taller, para impedir que nadie le rompa el proceso de concentración en el que está inmerso. A sus 25 años, el tricampeón del mundo más joven de la historia está más que acostumbrado a manejar una presión tremenda, aunque la que ha tenido que soportar en este arranque de temporada ha hecho que, por primera vez en su trayectoria, se vea a un corredor distinto, igual de rápido que siempre dentro de la pista pero mucho más directo y menos diplomático fuera.

El punto de partida de este cambio de actitud aún perdura en la retina de todos los aficionados que vieron el último Gran Premio de Malasia, la segunda carrera del año, aquella en que Vettel no obedeció las órdenes acordadas y se fue deliberadamente a por Mark Webber, su compañero en Red Bull, hasta que le adelantó y se llevó la victoria. La relación entre ambos, que se había ido deteriorando desde 2010 a raíz de varios incidentes, terminó de enmarañarse. Vettel pidió perdón desde el podio de Sepang, Webber remarcó que aquel episodio en su contra no era más que otra muesca del muestrario, y la cosa quedó allí, en reposo, hasta que viajaron a China dos semanas más tarde.

El germano marca el mejor tiempo en los entrenamientos libres, por delante de Alonso

Cuando todo el mundo pensaba que las aguas habían vuelto a calmarse, el alemán saltó a la palestra en Shanghái y atacó frontalmente a su vecino, del que despotricó hasta quedarse a gusto: “Yo respeto las órdenes pero Mark no se merece que le ayude porque él no lo ha hecho nunca que le he necesitado”. Las dos semanas que pasaron entre el encontronazo en Malasia y el momento de la andanada llevan a pensar que aquel discurso no fue fruto de un calentón. “La prensa tiene el poder de mostrar las cosas de una forma equivocada, pero por suerte uno sabe cuál es la verdad. Lo que pasa es que muchas veces la verdad no conviene decirla porque la gente no está lista para aceptarla en ese momento”, sostiene Vettel. “Sebastian dijo basta. Llevaba muchos días respondiendo a las mismas preguntas, que siempre estaban hechas para demonizarle. Hasta ahora siempre había medido mucho sus palabras para tratar de no ofender a nadie. Pero en ese momento pensó que era el momento de decir lo que sentía abiertamente”, asegura una fuente del entorno del germano. Y añade: “Ahora, con todo el bagaje que tiene a sus espaldas, con lo que ha ganado y la madurez y la experiencia que acumula, se ha visto en la posición de poder decir lo que realmente piensa, aunque nunca desde la arrogancia”. La seguridad de estas aseveraciones contrasta con la preocupación que ha causado en el piloto y su alrededor cómo se ha visto el conflicto.

Cuando Vettel dijo que Webber nunca le ayudó se refería sobre todo al último Gran Premio de Brasil, donde Baby Schumi se jugó la corona con Fernando Alonso. El chico de Heppenheim considera que el australiano fue tremendamente agresivo, algo que, dadas las circunstancias, no se olvida fácilmente. “Lo que ocurrió en São Paulo fue muy importante para Seb. Por eso, en China, decidió hablar claro”, zanja esta persona cercana al campeón. La batalla vuelve ahora a Montmeló, donde ayer Vettel marcó el mejor tiempo de los entrenamientos libres, por delante de Fernando Alonso y de Mark Webber.

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