Croacia-Serbia, ¿partido de la reconciliación?
Jugadores y técnicos envían mensajes de paz para el choque de hoy en Zagreb 17 años después de la guerra, pero los ultras declaran persona non grata al preparador serbio
“El mundo nos está mirando”, advierte Sinisa Mihajlovic, entrenador de la selección serbia, antes de enfrentarse esta tarde a Croacia en Zagreb en la clasificación para el Mundial de Brasil 2014 (18.00). “Tenemos derecho a mirar hacia adelante y demostrar respeto mutuo”, añade quien fuera defensa del Lazio y amigo del líder ultra nacionalista serbio Arkan. “Hay que superar el pasado. El comportamiento de los jugadores en este partido debe ser un ejemplo para los pueblos”, coincide Miroslav Djukic, técnico del Valladolid y exseleccionador serbio. Todo son mensajes conciliadores en medio de fuertes medidas de seguridad de la policía croata, que suspenderá el choque si hay alguna ofensa de carácter étnico. Las federaciones acordaron prohibir el desplazamiento organizado de las hinchadas. Serbia, con cuatro puntos y una media de edad de 22 años, necesita ganar para recortar distancias respecto a Croacia y Bélgica, con 10. Modric, Rakitic y Mandzukic presentan una selección mucho más experimentada.
Es imposible borrar el pasado. Aquel Dínamo de Zagreb-Estrella Roja de Belgrado, de 1990, fue un ensayo para la guerra posterior, entre junio de 1991 y septiembre de 1996, en la que murieron cerca de 130.000 personas. Un encuentro convertido en batalla campal, con decenas de heridos, inflamada por la presencia en las gradas de Arkan, el líder de los ultras serbios, desplazados a Zagreb en un grupo de 3.000. Tal fue la tensión que Boban, centrocampista estrella del Milan, le pegó una patada a un policía que a su vez agredía a un seguidor croata.
Hace 13 años ya se enfrentaron ambas selecciones. Croacia recibió a una Serbia llamada entonces Yugoslavia el 9 de octubre de 1999. Mihajlovic, como jugador, se arrodilló, se santiguó y dedicó su clasificación para la Eurocopa 2000 de Bélgica y Holanda a todos los caídos serbios en la guerra. Le llovieron insultos desde las gradas del estadio Maksimir. Croacia quedó eliminada. Una pancarta (“Vukovar, 1991”) recordaba las atrocidades de la guerra. La ciudad originaria precisamente de Mihajlovic, de madre croata y padre serbio. “Arkan fue mi amigo cuando yo era un joven jugador del Estrella Roja y él el líder de los fans. Pero no defiendo sus crímenes. Los condeno”, declara ahora el técnico en una entrevista en La Gazzetta dello Sport, justificando su elogioso obituario al exjefe ultra porque “había sido un héroe para los croatas que iban a ser masacrados”.
“Fue un periodo de la historia completamente insano (…) En una guerra no hay buenos ni malos, blanco o negro, sino el color de la sangre de los inocentes. La guerra tiene muchos culpables”, prosigue Mihajlovic, redimido como embajador de UNICEF y mecenas de víctimas de la guerra.
“Arkan fue mi amigo cuando yo era un joven jugador del Estrella Roja y él el líder de los fans. Pero no defiendo sus crímenes. Los condeno” Mihajlovic
Su objetivo al frente de Serbia es, aparte de la remota opción de clasificarse para el próximo Mundial, limpiar la imagen del fútbol serbio, en el punto de mira de la UEFA en los últimos años. En octubre de 2010, el Italia-Serbia fue suspendido en Génova después de los incidentes violentos provocados por los radicales serbios. Fue uno de muchos episodios de ataques protagonizados por grupos de ultraderecha. El presidente de la UEFA, Michel Platini, amenazó al presidente de Serbia, Boris Tadic, con eliminar a los conjuntos de aquel país de todas las competiciones internacionales. Tadic le prometió mano dura con los ultras.
De momento, Mihajlovic ya ha advertido a sus jugadores de que si, en el duelo de hoy, alguno es expulsado por comportamiento antideportivo, ya no volverá a la selección. “En Yugoslavia siempre tuvimos grandes futbolistas, pero no ganamos nada porque cada uno iba por su lado. Nos hacía falta disciplina y unas reglas”, explica el seleccionador, que obliga a sus jugadores a cantar el himno. Quien no lo haga, también queda fuera. Ha sido el caso de Ljajic, mediocampista del Fiorentina. Mihajlovic también conmina a sus chicos a aplaudir el himno de los rivales. “Quiero cambiar la imagen de Serbia después de muchos años de violencia”, concluye mientras dos jugadores del Lyon, el croata Lavren y el serbio Bisevac, proclaman su amistad en una entrevista para la FIFA. Los ultras croatas, sin embargo, siguen a lo suyo. Y ayer declararon a Mihajlovic persona non grata por sus manifestaciones en La Gazzetta. No quieren que sea el partido de la reconciliación.
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