Tiger junta los pedazos
Tras superar sus problemas físicos, ganar cinco torneos en un año y recobrar su mejor juego, Woods anuncia su noviazgo con la campeona olímpica de esquí Lindsey Vonn
En sus largos años de dictador del golf, de 1997 a 2009, Tiger Woods era el compendio perfecto: físicamente el más fuerte —fue él quien revolucionó la preparación de los golfistas, mandándolos al gimnasio—, una técnica de robot y una mentalidad y una fortaleza mental insuperables. Nadie le tosía. Nadie podía imaginar el fin de su reinado... Hasta que, con la violencia de una explosión, todo saltó en pedazos. Los problemas físicos en las rodillas le obligaron a parar. El escándalo por sus infidelidades matrimoniales amenazó con destruir su carrera. De pronto, Tiger lo perdió todo. Cedió el número uno mundial, su nombre desapareció entre los ganadores de grandes, muchos patrocinadores le abandonaron, le dejó su mujer, los seguidores le dieron la espalda y hasta su madre le reprendió.
El más grande estaba en lo más bajo. Entre 2010 y 2011 no ganó ningún torneo, y en junio de ese año se hundió hasta el puesto 58 del mundo.
Solo le queda un peldaño, el definitivo, vencer su 15º grande
Pero, claro, la historia del héroe caído es también la historia del héroe resucitado. Lentamente, Woods fue recogiendo y juntando los pedazos de lo que fue. El quirófano le devolvió unas articulaciones machacadas; los cambios de entrenador le hicieron reiniciarse en su juego; el golf descubrió cuánto necesitaba su regreso, en el campo y sobre todo fuera; volvieron los títulos, tres campeonatos en 2012, dos en lo que llevamos de año; y, quizás más causa que efecto de todo ello, el Tigre recuperó la estabilidad personal, emocional. La publicación por iniciativa propia de su noviazgo con la esquiadora estadounidense Lindsey Vonn —campeona olímpica y mundial— supone el último paso en su vuelta a la normalidad, la superación de sus traumas.
“La temporada está siendo genial hasta ahora y estoy feliz con mis victorias en Torrey Pines y Doral. Algo bonito que ha sucedido fuera del campo es haber conocido a Lindsey Vonn”, comentó. Una foto de la pareja abre la página web de Tiger. Nada de Woods golpeando la bola, celebrando un título o con algún patrocinador. Su vida personal al desnudo. “Hemos sido amigos por un tiempo, pero en los últimos meses la relación se ha hecho más estrecha y ahora estamos saliendo juntos. Agradecemos el apoyo y el respeto a nuestra privacidad. Queremos continuar nuestra relación de forma privada como una pareja normal y seguir compitiendo como deportistas”. Es un nuevo Woods. El jugador más hermético del mundo, aquel que apenas mira a los lados cuando anda por un campo, siempre la mente cerrada a todo lo que no sea el siguiente golpe, hablando de sus sentimientos.
Hombre nuevo, golfista nuevo. En enero ganó el Farmers Insurance. Este mes, el Cadillac Championship con 27 birdies, a uno de su récord personal, y solo 100 putts, su mejor marca histórica, gracias a los casuales consejos de Steve Stricker. Si este domingo gana el Arnold Palmer Invitational, recuperará el número uno mundial después de 870 días —lo cedió en octubre de 2010—. No sería un relevo cualquiera, sino que destronaría a Rory McIlroy, el joven de 23 años que había ocupado su lugar. Woods tiene 37 y ya es el favorito en las apuestas para ganar su quinta chaqueta verde del Masters de Augusta (del 11 al 14 de abril), por delante del norirlandés y de Phil Mickelson.
Este domingo puede volver al número uno mundial y es el favorito para el Masters de Augusta
De repente, todo ha hecho clic. Las piezas del puzle han vuelto a juntarse. Solo queda un último peldaño, el definitivo: ganar su 15º grande y arañar la distancia con los 18 de Jack Nicklaus —el último, a los 46 años—. La cuenta del Tigre se paró en 2008 con un US Open ganado medio cojo. “Tiger es todavía muy joven. Un regreso como el suyo no es fácil. Los próximos años verán una gran competencia con McIlroy”, comenta Miguel Ángel Jiménez.
La leyenda no deja de crecer. Tiger suma 76 victorias, solo por detrás de Sam Snead, 179 torneos entre los 10 primeros clasificados y 103 millones de dólares (79,93 millones de euros) en ganancias, publicidad aparte. En febrero jugó unos hoyos con el presidente Obama. El Cadillac Championship registró un aumento del 42% de audiencia respecto al año pasado, cuando Woods no participó. El juego con los hierros le acerca mucho más a la bandera, y es sabido que cuando entra en acción su mejor putt no parece de este mundo, como si pudiera embocar con los ojos cerrados. Si el mítico Arnold Palmer le espera, como es costumbre, al final del hoyo 18 de Bay Hill como ganador del torneo, el Tigre será otra vez el número uno del mundo. Todo encajará otra vez.
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