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Benzema: “No me forzarán a cantar ‘La Marsellesa”

El Frente Nacional de Le Pen ataca al jugador por reconocer que no canta el himno

Benzema, junto a Gomis, durante un entrenamiento de Francia en Clairefontaine.
Benzema, junto a Gomis, durante un entrenamiento de Francia en Clairefontaine.

Sin carné de conducir por exceso de velocidad y ahora también sin La Marsellesa, se diría que Karim Benzema no para de renunciar a cosas. El martes, el delantero del Real Madrid produjo la cólera del avispero ultraderechista francés al asumir públicamente su rechazo a cantar el himno nacional. “Nadie me forzará a cantar La Marsellesa. Zidane, por ejemplo, no cantaba forzosamente La Marsellesa. No veo dónde está el problema de no cantar La Marsellesa. Todo se interpreta mal. Pero hay aficionados que tampoco la cantan”, dijo el atacante en  declaraciones efectuadas a la emisora Radio Monte Carlo.

Las razonables palabras de Benzema, que añadió que “es un sueño” para él jugar con Francia, sentaron como un tiro en el Frente Nacional (FN), que reaccionó de forma inmediata pidiendo que el delantero no sea convocado nunca más. En una nota firmada por Erico Domard, miembro del Buró Político del FN y consejero de asuntos deportivos de Marine Le Pen, se lee que Benzema siente “un desprecio inconcebible e inaceptable por la camiseta nacional que tiene la suerte de vestir”.

Mezclamos todo. Zidane, por ejemplo, tampoco cantaba el himno"

Para el Frente Nacional, Benzema es nada más que “un mercenario del fútbol que gana 1.484 euros a la hora”, y su actitud insultante “ensucia una vez más la ya dañada imagen del equipo nacional”. Aunque es en efecto el futbolista francés que más cobra, Benzema no es la única obsesión del Frente Nacional, que lleva años agitando la polémica los futbolistas mestizos y negros de los bleus.

No pocos franceses creen que en esas críticas de la derecha y la ultraderecha contra los deportistas de origen subsahariano y magrebí —Benzema nació en Lyon, ciudad a la que llegó su abuelo desde Argelia— laten ramalazos de la islamofobia, la xenofobia y el racismo. Tras el fiasco del Mundial de Sudáfrica, bajo el mandato de Nicolas Sarkozy, Francia vivió un intenso y a ratos lamentable debate, rayano en la caza de brujas, sobre las características de los jugadores de piel oscura, a quienes se llegó a acusar de ser tan fuertes físicamente como torpes en la táctica y la técnica.

Las numerosas páginas web de ideología neonazi, como la del Bloque Identitario, han condenado en los últimos tiempos las salidas de tono de algunos jugadores originarios del norte de África, como Sami Nasri, quien insultó a los periodistas durante el último campeonato de Europa, e incluso a los integrantes de la selección sub-21. La tradición es antigua, porque ya en 1996 Jean-Marie Le Pen, el fundador del Frente Nacional y padre de Marine Le Pen, dijo que era “artificial hacer venir a los jugadores del extranjero y bautizarlos como selección francesa”.

La líder del Frente Nacional, que logró un 19% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales de mayo pasado, figura hoy en algunos sondeos por encima del propio presidente de la República, François Hollande, quien durante la última Eurocopa elogió y puso como ejemplo para Francia el juego de España.

Otras dianas habituales de los neofascistas son el PSG, adquirido por la monarquía de Catar, y Franck Ribéry, del Bayern de Múnich. Después de que se declarara seguidor de la selección argelina, Eric Domard le recomendó que se postule para jugar allí.

 

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