“No. Nunca. Nada”
Serrano y Vicioso niegan cualquier relación prohibida con los acusados
Un policía dedicado a desarticular bandas de traficantes de productos dopantes comentaba el otro día: “En todos los años que llevo dedicado a esto, solo dos deportistas han colaborado plenamente con mis investigaciones dándome nombres interesantes, el ciclista Moisés Dueñas y la atleta Yesenia Centeno. A ambos, las autoridades deportivas españolas les prometieron ayuda en su regreso cuando hubieran cumplido su suspensión. Los dos fueron inmediatamente rechazados por su medio, que no les permitió reintegrarse. A Dueñas, pese a ser un equipo con patrocinio público, Álvaro Pino no le permitió fichar por el Xacobeo, como quería el Consejo Superior de Deportes. A Centeno no la contrataron en más carreras. ¿Cómo se puede esperar que colaboren más deportistas si saben que perderán lo que tienen, que no sacarán nada a cambio?”
¿Cómo podía, pues, esperarse de los testimonios de Ángel Vicioso, ciclista en activo, de 35 años, y de Marcos Serrano, exciclista que busca asentarse en la vida, de 40 años, algo diferente del "No. Nunca. Nada" que, sintético el hombre, en una sola respuesta al abogado de Ignacio Labarta y Vicente Belda, encadenó Serrano, gallego instruido y conocido como Alcalde, número 13, en los listados de Eufemiano Fuentes, según la investigación policial?
Y todo ello, sabiendo que la simple citación a testificar, un compromiso que Vicioso intentó diferir lo más posible, ya suponía bastante desgracia, marginación y desprecio. Mientras todos sus colegas y excolegas del pelotón practican estos días sabiamente la estrategia de la invisibilidad, ellos deben cargar con el protagonismo negativo que pone en riesgo su estabilidad por un pasado en el que, así lo sienten, todos participaron, todos lo hacían así. Si al menos, piensan, España no fuera este país, sino Estados Unidos, donde unas memorias jugosas les podría hacer millonarios...
Y, sin embargo, sí que hubo algo más, no solo la negación, en sus comparecencias por videoconferencia como testigos de la acusación, que busca probar un delito contra la salud por los acusados.
Fuentes le pasaba consulta a Vicioso en un bar y hacía de intérprete a Serrano
Resulta que aunque todo el mundo pensaba que, tras 14 sesiones monográficas de varias horas dedicadas al culto a su personalidad, de Eufemiano Fuentes se sabía todo, había aspectos de su personalidad que aún no habían sido reflejados en la sala penal de Julián Camarillo ante la juez que impenitente no deja fleco sin comprobar. Por Vicioso se supo que, por ejemplo, el gran doctor Fuentes, especialista en ginecología, era capaz de pasar consultas de traumatología en bares de Madrid, de examinarle una rodilla allí, junto a la barra, y de aconsejarle lo mejor, una resonancia o así. Y todo gratis, como el buen amigo que era. “Le conocí cuando era mi médico en el Kelme y cuando fui al equipo de Manolo Saiz le consultaba esporádicamente cuando tenía algún problema porque le tenía mucha confianza”, declaró, bajo juramento, Vicioso, presunto número 16 en la lista de Fuentes, que rotulaba VCS en sus bolsas de sangre.
Negó el ciclista aragonés del Katusha que fueran suyos diversos documentos que le mostraron, planes de entrenamiento, programaciones de carreras, cuentas con Fuentes, todos ellos cargados de evidencias que a él conducían y de la habitual simbología eufemiánica para reflejar transfusiones y medicación dopante, como también negó que siquiera le extrajera sangre Fuentes, salvo para alguna analítica. “Quien sí que me la sacan son los vampiros de la UCI”, lamentó. “Hace una semana estuvo uno en mi casa, y yo estaba solo con mi niña de 18 meses, y la tenía en un brazo mientras me sacaba sangre del otro...” Sin embargo, no consta que Vicioso añadiera ninguna observación de queja al formulario de la visita del inspector de dopaje a su domicilio en Alhama.
Marcos Serrano debió ser ingresado de urgencia y madrugada en un hospital italiano durante el Giro de 2006 por un problema no aclarado, lo que llevó a Clara, su esposa, a enviar un mensaje de socorro al teléfono intervenido de Fuentes el 23 de mayo, cuatro días después, a las 14.30. “Fue un virus”, precisó Serrano, quien se cerró en banda también sobre su estancia posterior en el hospital Xeral de Vigo, que el juez instructor prohibió investigar a la Guardia Civil. “Le llamó a Eufemiano porque yo no me enteraba con el italiano y necesitaba un médico-intérprete de italiano”, explicó Serrano, quien volvió a correr el año siguiente en el Karpin-Galicia con Pino.
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