Arreón inicial y nana del Espanyol
La solidez posterior del equipo de Aguirre bastan para anudar al Betis (1-0)
Se salió con la suya el Espanyol, que le alcanzó con un arreón de inicio y una nana prolongada, acaso la brega de Stuani y la genialidad de Sergio García, también la muralla defensiva. Un cóctel explosivo y un buen somnífero, un fútbol más que suficiente para trepar en la tabla y rebajar al Betis, carente por completo de recursos y pegada.
El mejor Espanyol duró un cuarto de hora. El primero, el que salió al césped eléctrico y en combustión, el que desmontó al Betis en un santiamén. Después ejerció la táctica del cangrejo, esa en la que se da un paso atrás para resultar más contemplativo y menos ambicioso, con el resquemor de dilapidar los réditos obtenidos. Pero no perdió, sin embargo, la compostura, la armonía en las dos líneas defensivas, el orden ni la pelota de vista. Suficiente para anular la iniciativa del Betis, paciente en la composición del juego, sobre todo en los pies de Nono -al que parece aguardarle un futuro alentador-, aunque agitado en la definición. Una penalidad gorda, subrayada con la ausencia del lesionado Rubén; definitiva en las manoplas de Casilla.
Para el Espanyol, sin la acentuada intención de ocupar casa ajena, la tarea de repartirse el balón tendió a ramplona, aunque efectiva. Todo pasaba por encontrar a Víctor Sánchez, la palanca, prolongar en Verdú, el quarterback, y alcanzar a Stuani en el costado derecho, toda vez que Simão se borró del duelo, sin regate ni carrera, fútbol estático, agua de borrajas. Pero tiene la aquiescencia de Aguirre, firme en esa decisión de que los veteranos involucrados suman por dos porque dan experiencia y arrastran a los demás, pero desatento con Víctor Álvarez, que en La Catedral dio dos pases de gol y provocó un penalti para descomponer al Athletic. Pero Stuani fue otra historia.
ESPANYOL, 1 - BETIS, 0
Espanyol: Casilla; Mattioni (Javi López, m. 62), Colotto, Moreno, Capdevila; Víctor Sánchez, Raúl Rodríguez; Stuani, Verdú (Cristian Gómez, m. 88), Simão; y Sergio García (Longo, m. 90). No utilizados: Cristian Álvarez; Petrov, Christian y Víctor Álvarez.
Betis: Adrián; Chica, Amaya, Paulao (Perquis, m. 84), Nacho; Rubén Pérez, Beñat, Nono (Juan Carlos, m. 60); Campbell, Molina y Pabón (Ángel López, m. 83). No utilizados: Casto; Mario, Alex Martínez y Molins.
Goles: 1-0. M. 6. Sergio García.
Árbitro: Gil Manzano. Amonestó a Víctor Sánchez, Mattioni, Paulao, Capdevila, Simão, Verdú y Perquis.
Cornellà-El Prat. 20.410 espectadores.
El futbolista del antifaz [recuerdo de una rotura de pómulo] se ha despendolado. Acostumbrado a batallar por una pequeña parcela en el área rival, a los codos y pisotones, ahora disfruta a campo abierto, desatado y sin corsés tácticos porque recorre toda la banda y tira al centro cuando le viene en gana, gracias a la libertad de la interpretación. Y, además, absorbe el balón aéreo por castigo, de salto generoso y capacidad de cobrarse la posición. Le llegó la primera, se giró y soltó un zapatazo que acabó con un guiño de ojos del balón al poste. A la siguiente jugada, con un centro desde el ala opuesta -el juego estático de Simão-, Stuani puso su maraña de pelos para ceder el cuero a la llegada de Sergio García, que meció el balón, se revolvió en un soplo y sacó un disparo mordido que besó al palo antes de hacer lo propio con las redes. El Espanyol que abrió el partido, el que duró poco.
Pero reculó el equipo de Aguirre y reclamó protagonismo el Betis, de pase diligente en posiciones retrasadas, aunque entrecortado en campo rival. Atrapado Beñat, dosificó el cuero Nono y también Rubén Pérez, que ensancharon el campo gracias a la profundidad que otorgaban Pabón, tan rápido como torpe en el quiebro, y Campbell, con un regate o dos de más que le hacían tener un pase de menos. El resto lo hacía la ordenada zaga blanquiazul, estupendamente comandada por Colotto y Moreno, apenas desfigurada por unos laterales de focos cortos, y abrochada por Raúl Rodríguez y Víctor Sánchez, sobrado de piernas y pulmones, hasta el punto de que pisó el área contraria con la única barrera del portero, infranqueable para su disparo.
Solo asustó el Betis con balones aéreos bien acunados por Casilla y un par de disparos torcidos de Chica, el lateral. Nada más. Estaba dormido, absorto en el canto de sirena del Espanyol, en un una buena nana.
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