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Andy ya no es de gelatina

Un Murray más maduro frente a las adversidades se cita con Djokovic en la final tras superar en cinco sets a Federer, que le rompió cuando servía por el partido

Juan José Mateo
Murray celebra un punto contra Federer.
Murray celebra un punto contra Federer. BARBARA WALTON (EFE)

Si el miedo se expresa a gritos, dos chillidos resumen la transformación de Andy Murray, finalista del Abierto de Australia, donde el domingo (9.30, Eurosport) jugará por el título contra Novak Djokovic porque ayer derrotó por 6-4, 6-7, 6-3, 6-7 y 6-2 al suizo Roger Federer en un partido hecho de bilis, tripas y emociones para fuertes.

“¡Tengo las piernas de gelatina! ¡Tengo las piernas de gelatina!”, grita desesperado el británico hace cuatro meses, agotado, asfixiado y lleno de pánico durante el encuentro que finalmente le convierte en el primer británico ganador de un grande (Abierto de EEUU) desde 1936 (Fred Perry). “Fuck! (¡joder!)”, chilla ayer más de una vez el suizo Roger Federer, tan silencioso normalmente, sorprendido por la fortaleza de carácter de Murray, uno que sigue siendo igual que siempre por fuera pese a que ha cambiado mucho por dentro. El Murray previo a los Juegos de Londres, en los que se coronó con el oro, no habría aguantado lo que el Murray de ayer superó apretando los dientes: a Federer rompiéndole el saque cuando servía para ganar el partido; a Federer diciéndole algo más que “amigo” en la red durante el duelo (“simplemente nos preguntamos cómo estábamos”, ironizó luego el suizo); a Federer cargando con todo en la quinta manga, apurando las cuatro horas olfateando la posibilidad de luchar por el título. Ese sitio ya es de Murray, que se enfrentará al serbio Novak Djokovic en la final por segundo grande seguido.

Ganar los Juegos y el Abierto de EEUU le han dado más paz Roger Federer

“Estoy muy satisfecho porque había perdido algunos partidos muy duros contra él en los grandes”, dijo luego Murray, recordando, entre otras, la derrota en la final del Abierto de EEUU 2008 (su primer duelo decisivo en los grandes) o en la del Abierto de Australia 2010 (tampoco se apuntó ni un set). “Creo que hice las cosas bien. Estoy feliz por cómo respondí a perder el segundo y el cuarto set. Él \[por Federer\] luchó extremadamente bien para forzar un quinto set. Cuando iba por detrás en el marcador, jugó algunos puntos grandísimos”, añadió. “Eso es lo que siempre ha hecho”.

Federer tuvo chispazos gloriosos. Obligado a jugar con extremo riesgo (cometió 60 errores no forzados para 43 ganadores, por los 47 y 62 de su contrario), su reacción cuando Murray sacaba por el partido en la cuarta manga solo está al alcance de los elegidos. Un puñado de golpes mágicos impulsó al campeón de 17 grandes a su segundo partido a cinco sets consecutivo, lo que jamás le había ocurrido en los grandes. Eso pone en perspectiva el mérito de Murray, capaz de flotar por encima de los vaivenes de un partido tormentoso: Federer vendió carísima la derrota.

“Andy me ganó justamente”, dijo el suizo, que lleva tres años sin competir la final de un grande sobre cemento. “No tengo nada que echarme en cara. Parece que sus victorias en los Juegos y el Abierto de EEUU le han dado más paz cuando juega”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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