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El Madrid da un recital

El equipo de Mourinho, con Cristiano y Di María al mando, golea totalmente a placer tras un primer tiempo primoroso ante un Valencia desfigurado en todas sus líneas

Di María celebra su primer gol, el segundo del Madrid, con Cristiano Ronaldo
Di María celebra su primer gol, el segundo del Madrid, con Cristiano Ronaldogonzalo arroyo moreno (GETTY)

Con los mejores y en su sitio. Así vapuleó el Madrid al Valencia en una primera parte de dos velocidades. La velocidad punta del conjunto de Mou en contraste con el parsimonioso trote del equipo de Valverde. Recuperado Di María para la causa, mucho más parecido al de la temporada pasada, Özil gobernó el juego con naturalidad. Y el Madrid disfrutó tanto de su verticalidad que se permitió descansar en una segunda parte sin ninguna historia. El Valencia retrocedió un mes en solamente media hora. Olvidó todas las mejoras incorporadas por Valverde y volvió a la casilla de salida, sin un triste argumento que defendiera su juego ni su prestigio. A la espera del choque de vuelta de Copa del próximo miércoles, ya sin ninguna esperanza, dada la sideral ventaja del Madrid tanto en el marcador (2-0) como en el fútbol.

VALENCIA, 0 - REAL MADRID, 5

Valencia: Alves; Ricardo Costa, Rami, Víctor Ruiz, Guardado; Banega, Gago (Barragán, m. 46), Tino Costa; Piatti (Bernat, m. 71), Soldado (Valdez, m. 65) y Jonás. No utilizados: Guaita; Cissokho, Jonathan Viera y Canales.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Albiol, Varane, Coentrão; Khedira (Callejón, m. 75), Alonso (Essien, m. 58); Di María, Özil (Modric, m. 67), Cristiano; e Higuaín. No utilizados: Adán; Nacho, Carvalho y Benzema.

Goles: 0-1. M. 8. Higuaín. 0-2. M. 34. Di María. 0-3. M. 36. Cristiano. 0-4. M. 41. Cristiano. 0-5. M. 45. Di María.

Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes. Amonestó a Arbeloa, Jonás, Coentrão, Gago, Di María, Banega y Essien.

Unos 50.000 espectadores en Mestalla.

Animado por la derrota del Barça en Anoeta, Mourinho aparcó las cuitas con Casillas y tampoco se privó del concurso de Cristiano Ronaldo, a pesar de la bronca entre ambos en el reciente partido de Copa en el Bernabéu. El resultado fue un Madrid relajado y poderoso desde el principio, mostrando su inmenso repertorio en ataque. Primero a la contra y después de cualquier manera, zanjó la controversia arbitral con un recital de velocidad y precisión.

Ante la lentitud del centro del campo local, siempre tarde en la presión, Özil encontró lo más parecido al paraíso. Desde allí lanzó a un Di María ahora sí dispuesto a hablar en el campo, con un trepidante cambio de ritmo que rompió todas las cinturas de la zaga valencianista. A la fiesta no podía faltar un goleador tan ávido como Higuaín, a pesar de haber pifiado el primer remate, solo ante la portería, tras un centro de Arbeloa desde la derecha. Y, por supuesto, tampoco Cristiano Ronaldo. Situado como extremo izquierdo, el portugués se halló en su camino a su paisano Ricardo Costa, una bicoca. Sancionado João Pereira, Valverde desconfió de Barragán para el lateral derecho y reubicó al central Ricardo Costa en ese lado. Fracaso total. Ricardo recordó en esa posición a cuando se midió a Villa en el Mundial de Sudáfrica en 2010.Con el mismo resultado. Cristiano lo hizo añicos: un recorte por aquí, otro por allá y, zas, el centro raso al otro palo, por donde entraba Di María completamente solo para marcar de nuevo ante Diego Alves. A Costa le crujieron todos los huesos.

Cristiano olió la pólvora y se fue a por ella para explotar Mestalla. Culminó otra escapada poco después y, no contento con eso, remachó una dejada de espuela de Özil con un tiro a bote pronto. Era ya tiempo de exquisiteces. Y en eso el alemán es insuperable. Antes de acabar la primera parte, con el demoledor 0-5 en contra, la gente se iba yendo de Mestalla, totalmente decepcionada.

El Valencia había sido un cero a la izquierda en defensa y otro en ataque, sin una acción de mérito que llevarse a la boca, sin excusas de ningún tipo, ni siquiera arbitrales después de la ridícula caída de Jonas dentro del área ante un leve contacto de Higuaín. La parsimonia del centro del campo valencianista —formado por Gago, Ever Banega y Tino Costa— fue un regalo demasiado goloso para Khedira, Di María y Özil. El trío de argentinos en la medular del Valencia fue el mismo que le costó la cabeza en el banquillo a Mauricio Pellegrino, después del 2-5 ante la Real Sociedad, del pasado 1 de diciembre. Gago venía de varias semanas de inactividad, pero fue señalado igualmente por el público. Y también por Valverde: el técnico lo sustituyó en el descanso. Tan mal vio el panorama el Txingurri que lo sustituyó por Barragán y adelantó al central Víctor Ruiz al medio centro. Un invento improvisado ante las bajas de David Albelda y Parejo.

La segunda parte ya fue un entrenamiento. Mourinho le dio descanso a quien no suele dárselo: Xabi Alonso. Los siguientes serían Özil y Khedira, todo el centro del campo obtuvo un merecido respiro. El Madrid había saciado su hambre y el Valencia no tenía manera de recuperar la autoestima, pisoteada en una infame primera parte. También Valverde pensó en reservar fuerzas de cara a la vuelta de la Copa el miércoles, y a próximos encuentros ligueros, retirando a Soldado, aplaudido por la grada a pesar de la humillación: la gente entendió que su capitán poco podía hacer dentro de la mediocridad general.

La electricidad del primer tiempo del Madrid había vaciado Mestalla. El poco público que quedaba, aburrido y desinflado, se acordó entonces de su presidente, Manuel Llorente, y le pidió repetidamente su marcha por enésima vez.

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