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siete metros
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un cambio defensivo clave

Nagy intenta lanzar ante Aitor Ariño.
Nagy intenta lanzar ante Aitor Ariño.JAVIER SORIANO (AFP)

Gran partido de balonmano el que se vivió anoche en la Caja Mágica, sobre todo en la primera mitad en la que, al contrario de lo que cabía esperar, los ataques se impusieron claramente a las defensas, y en el que Hungría confirmó que no tenía nada que ver con la que se enfrentó a Croacia.

Los dos equipos presentaron similares credenciales, defensa 6:0 con dos cambios defensa ataque. Lo esperado por parte de España, pero un cambio más en este campeonato de la selección húngara, que optó por el exazulgrana Barna Putics en lugar de Kornel Nagy.

La selección española, en su ataque posicional, encontraba por fin a Dani Sarmiento, al que hasta ayer no se le había visto con la chispa que le caracteriza, aunque no terminaba de acertar en su juego con el pivote, Julen Aginagalde. Hungría, sin embargo, prefería aceptar lanzamientos lejanos antes que dar pie a los del irundarra. Habían aprendido la lección los magiares de su enfrentamiento en los Juegos Olímpicos, donde el jugador del Atlético fue la clave de la victoria española.

Pero el ataque posicional de los de Valero Rivera no acababa de estar fluido y Hungría, además, optó por sacar rápido después de cada gol, evitando así los cambios españoles, algo que hizo mucho daño al combinado.

El seleccionador húngaro movió mucho más el banquillo de lo que suele acostumbrar

Si el equipo magiar dominó durante gran parte del primero tiempo fue gracias a lo acertado que anduvo su ataque estático y su gran estrella, Laszlo Nagy. Además, el seleccionador, Lajos Mocsai, movió mucho más el banquillo de lo que suele acostumbrar, lo que hacía presagiar que su equipo podía llegar más fresco a la parte final del encuentro.

Fue en el segundo tercio del primer tiempo cuando llegó el cambio táctico defensivo clave por parte de Valero. Ante el daño que les estaba causando Laszlo Nagy, ordenó sobre él una defensa individual 5+1 que resultó determinante. Los húngaros no supieron atacarla en ningún momento y el peso del ataque recayó más en los centrales, que no estuvieron para nada acertados en todo el partido.

Ya en el segundo tiempo, todo volvió más o menos a la normalidad y las defensas fueron netamente superiores, a lo que también contribuyeron continuos desaciertos en el ataque. En el caso de España, ante los errores en el lanzamiento de Aitor Ariño y la ausencia de Valero Rivera Folch por lesión, el técnico español optó por colocar a jugadores de primera línea en el extremo.

España se mantuvo uno o dos goles arriba en el marcador hasta que los robos propiciados sobre todo por Ariño en el avanzado y las paradas de Sterbik acabaron por decantar un partido en el que el resultado final, con seis goles de diferencia, es un poco engañoso.

Antonio Carlos Ortega, entrenador del Veszprem, húngaro, fue 147 veces internacional con España

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