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el corner inglés
Columna
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La época dorada española

Lampard marca de penalti el tercer gol del Chelsea ante el Stoke City.
Lampard marca de penalti el tercer gol del Chelsea ante el Stoke City.P. POWELL (EFE)

          “Sólo pido la oportunidad

           de demostrar que el dinero

           no me hará feliz”

                      —Spike Milligan, cómico irlandés

Quizá las nubes negras de la crisis económica lo oscurecen todo, o quizá la gente se ha acostumbrado a pensar que esto es normal, pero da la sensación de que no ha calado del todo en los españoles la innegable verdad de que el fútbol en este país vive una época dorada de aplastante dominio mundial. El uno, dos, tres del Balón de Oro y el once ideal de la FIFA: todos jugadores de la Liga española; el mejor entrenador del mundo, el seleccionador español; el equipo referencia del fútbol mundial, el Barcelona; el que el Planeta Fútbol considera el principal rival del Barcelona en la Champions esta temporada, el Real Madrid. Etcétera.

Para ayudar a asimilar la dimensión de lo que se ha logrado vale la pena echarle un vistazo al fútbol inglés, aún el más rico y el más seguido de la tierra y hasta hace tres o cuatro años igual de potente, o más, que el español.

Primero, hagamos un análisis comparativo de los datos que recogen las votaciones globales para el Balón de Oro. Según The Times de Londres, jugadores de la Liga española acumularon el 89,3% de los votos; jugadores de la Premier, 2,97. Devastadora estadística, y especialmente alarmante para los ingleses si se toma en cuenta lo dramática que ha sido su caída desde 2008 y 2009, cuando cinco de los jugadores del once de la FIFA jugaban en su país.

Lo jugadores de la Liga española acumularon el 89,3% de los votos en el Balón de Oro; jugadores de la Premier, el 2,97

Segundo, por más que el resto del mundo siga mostrándose dispuesto a pagar mucho más por ver la Premier en televisión que la Liga, dentro de Inglaterra se empieza a palpar un inquietante runrún. Curiosamente es en el Arsenal, el equipo que en su mejor versión despliega el juego más vistoso de Inglaterra, donde se detectan las primeras señales de amotinamiento. Leyendo la prensa y hablando con fans del equipo en Londres se nota que muchos se empiezan a considerar víctimas de una estafa. Las entradas más baratas a su estadio, el Emirates, cuestan 62 libras, 75 euros, y existe la creciente percepción de que en cuanto a calidad-precio (el Arsenal va sexto en la Liga, a 18 puntos del Manchester United) la oferta se ha vuelto insultante.

Tercero, el vecino londinense del Arsenal, el Chelsea, es el emperador desnudo de la Premier, la imagen del mal que corroe la cima del fútbol inglés. La discrepancia es colosal entre las cantidades de dinero derrochadas en jugadores y el fútbol que despliega en el campo. El dueño ruso del Chelsea, Roman Abramovich, se ha gastado 1.000 millones de euros en jugadores y la nómina de la plantilla le cuesta 200 millones anuales. Sin embargo, el equipo es, en el mejor de los casos, inestable; en el peor, un desastre. Por un lado, ayer ganó por cuatro goles en el complicado campo del Stoke City; por otro, perdió 1-0 contra el colista Queens Park Rangers en casa el 2 de enero y este miércoles 2-0, también en casa, contra el Swansea en semifinales de la Copa de la Liga.

La victoria de ayer ofrece un buen ejemplo de la desconcertante imprevisibilidad del Chelsea, pero difícilmente será suficiente para apaciguar los ánimos de la afición. La derrota contra el Swansea fue, para muchos de ellos, el colmo. Abuchearon al entrenador, Rafa Benítez, a lo largo del partido, con rabia in crescendo. Aunque el español no deja de ser un síntoma de los males del club, es con él que la afición se desahoga. Con él y, ahora, también con Fernando Torres, que estuvo en el banquillo ayer. La heroica paciencia de la afición del Chelsea con Torres se ha agotado. Visto como cómplice número uno de Benítez, que fue fichado en parte para intentar recuperar al desmoralizado delantero español, en la derrota del miércoles fue objeto de los silbidos sistemáticos de la afición por primera vez desde que llegó al club hace dos años. La presencia en el campo de la ganga de la temporada, el español Michu, dejó ineludiblemente en evidencia el fracaso de Torres. Michu costó 25 veces menos que Torres pero a día de hoy el exrayista ha resultado ser 15 veces más rentable por gol marcado que el exatlético. No existe dato más revelador del grotesco despilfarro en el que ha caído el Chelsea.

Se dijo en la prensa inglesa esta semana que Abramovich le ha ofrecido a Pep Guardiola 22 millones al año para que venga en el verano a arreglar el lío. Si dijera que sí, sería aceptar un cáliz envenenado. El Chelsea es el mejor ejemplo que hay de que el fútbol inglés, por más dinero que tenga, está sobrevalorado. Especialmente comparado con el español.

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