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La revolución de la Copa

Mourinho empezó a desarrollar el plan que tiene en vilo al Madrid en el encuentro de ida ante el Celta, donde Casillas fue suplente y Pepe ejerció de capitán

LADISLAO J. MOÑINO
Casillas y Adán,durante su entrenamiento en Valdebebas.
Casillas y Adán,durante su entrenamiento en Valdebebas.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Aunque no estaba José Mourinho, la irrupción de los jugadores del Real Madrid en el acto de la entrega del Balón de Oro fue uno de los grandes momentos de la tarde. Llegaron con retraso, pero imponentes, de traje y de la mano de sus respectivas parejas. Con todos los invitados ya presentes, la aparición de Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Marcelo, Xabi Alonso e Iker Casillas, integrantes todos del once ideal del año, causó furor entre los asistentes. En especial, los invitados se volcaron con Casillas, que recibió gran cantidad de muestras de apoyo.

Jugadores en activo y retirados, entrenadores y dirigentes, todos se empeñaron en saludar al considerado por quinta vez mejor portero del mundo. Con Florentino Pérez de testigo, se percibió en el acto que el mundo del fútbol se ha sensibilizado con la suplencia a la que José Mourinho ha relegado al capitán del Real Madrid y de la selección española en los dos últimos partidos. La gala fue una liberación de tensiones para los jugadores madridistas, incluso para Cristiano, que entre bambalinas trató de mostrarse como un tipo llano, aunque luego no le sentara bien que Messi no hablara de él en su improvisado discurso. A Casillas y a sus compañeros se les vio relajados, disfrutaron del reconocimiento que les ofreció el fútbol mundial antes de volver a ese día a día convulso e hipertenso que viven desde que su entrenador decidió cambiar de portero. Un estado nada apacible con el que se ven obligados esta noche a remontar el 2-1 con el que regresaron de Vigo para seguir adelante en la Copa. Un partido que dejó algo más que un marcador a superar. Casillas fue suplente, Pepe capitán y Benzema, sustituido en el minuto 35 por problemas en un tobillo, se sintió señalado por su entrenador cuando este dijo al finalizar el partido: “Mejor haber apostado por Morata, aunque esté verde. Tiene más ambición que la de un jugador que no quería jugar. Frío, lluvia, es Copa…”.

En la gala del Balón de Oro se percibió que el mundo del fútbol se ha sensibilizado con Iker

En Balaídos, Mourinho decidió otorgarle la titularidad a Adán, como ya había hecho la semana anterior ante el Ajax, partido en el que se atisbó su obstinación porque Pepe, un jugador de campo y uno de los futbolistas que más afecto profesa a su ideario, luciera el brazalete de capitán. Mourinho saltó como un resorte del banquillo y empezó a decir con la mano, visiblemente contrariado, que no, que el brazalete le correspondía a Pepe y no a Adán. Por antigüedad le correspondía al central portugués, pero los aspavientos del técnico rebelaron que en su cabeza estaban muy presentes los turnos que hacen correr la cinta de la capitanía, un asunto que para él no es baladí. Mourinho no toleró que el orden se alterara. No le importó hacer ver que la cuestión de la capitanía es un frente que tiene abierto. Actuó como si su autoridad en el vestuario estuviera en juego, como si la acción de entregarle el brazalete a Adán fuera un quiebro conspirativo de algunos de sus jugadores contra sus preferencias de que el mariscal de campo sea un jugador y no un portero.

Sin Casillas, ni Sergio Ramos, ambos suplentes en la noche copera de Vigo, Pepe fue capitán. Y fue en Vigo donde Mourinho empezó a desarrollar el plan que dio con Casillas en el banquillo en La Rosaleda. Aunque la derrota y la escasez de juego desató la crisis que aún mantiene al club en vilo. El posterior empate en el Bernabéu con el Espanyol (2-2) fue la coartada que encontró Mourinho para condenar a Casillas en Málaga, por el que se siente traicionado para imponer esa cultura de clan con la que maneja los vestuarios.

Desde entonces, Mourinho y el Madrid viven más al día que nunca. Con el equipo a 16 puntos del Barça en Liga, la decisión de sentar a Casillas ha supuesto que la continuidad del técnico se mida partido a partido. El Bernabéu le hizo saber el domingo que no está dispuesto a soportar el fracaso deportivo con uno de sus iconos como cabeza de turco. Según anunció Mourinho el sábado —“el que no juegue contra la Real Sociedad jugará contra el Celta”, dijo—, la titularidad será para Casillas. Se anuncia, sin embargo, otro plebiscito en el coliseo blanco, que es en lo que se han convertido los últimos partidos del equipo desde esa decisión tan controvertida de Mourinho. Ni el entrenador ni Karanka comparecieron ayer como es costumbre en la previa del partido para aclarar quién ocupará la portería. Habló Xabi Alonso, que negó la mala relación entre el técnico y el capitán: “A Iker le veo bien. No está acostumbrado a ser suplente, pero trabaja fuerte para cuando le toque jugar. Con el míster tiene una relación de respeto y cordialidad”. No en vano, el jugador le votó como el mejor técnico para el Balón de Oro por delante de Del Bosque y Di Matteo.

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Sobre la firma

LADISLAO J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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