Andreu Vivó, un gimnasta soñador
El Mini, como le llamábamos sus compañeros, practicó siempre el deporte siendo fiel a su forma de ser, arriesgado y valiente
Esta es una de esas cartas que desearías no tener que escribir nunca. Unas palabras para despedirse. Despedirse de un amigo, de un compañero, de alguien con quien has pasado de niño a adolescente y, finalmente, a emprender la vida de adulto cada uno por su lado.
Hace pocos días, nos enterábamos de la fatal noticia. Andreu Vivó fallecía por una parada cardíaca mientras corría por la montaña a la edad de 34 años. En estas líneas, me gustaría expresar que con su muerte el mundo del deporte, por lo menos el del deporte minoritario, va a notar una ausencia difícilmente reemplazable. Porque El Mini, así le llamábamos quienes compartimos con él años de entrenamiento, era especial, era único.
Una persona fiel a sus ideas. Que las defendía en todo momento aun a riesgo de ir en una dirección diferente de lo que la sociedad bien-pensante opinaba. Era soñador, creía en sí mismo y en sus posibilidades y perseguía sus sueños sin dejar que otros los menoscabaran con sus opiniones. Fue una persona que vivía intensamente lo que hacía. Y no solo eso, hacía a los demás partícipes de ello. Recuerdo cómo llamaba a todos sus amigos de la agenda del móvil en las competiciones para explicarles lo que estaba viviendo, aunque estuviéramos en Pekín o Sidney. No podía evitar compartir con los demás sus estados de ánimo. Y eso hizo que poco a poco formara parte de cada uno de nosotros. Siempre que había alguna reunión de gimnastas, españoles o de otros países, en algún momento de la conversación alguien preguntaba: “¿Cómo está el Mini? ¿Qué está haciendo ahora?”. Y la respuesta nunca era convencional. Siempre estaba embarcado en alguna de sus ideas. Siempre buscando algo. Y siempre algo relacionado con el deporte y/o con la montaña.
Siempre llamaba a todos sus amigos de la agenda del móvil en las competiciones para explicarles lo que estaba viviendo, aunque estuviéramos en Pekín o Sidney
Porque Andreu era un deportista nato. Desde los cinco años, estuvo practicando gimnasia hasta casi los 30. En la gimnasia, encontró justo lo que necesitaba. Era un deporte, era difícil, se entrenaban muchas horas, había que ser ligero además de ser valiente. Los requisitos justos para que Andreu convirtiera la afición de ir a un gimnasio cuando era un niño en su vida. Formó parte del equipo de gimnasia artística que se clasificó por primera vez en la historia para unos Juegos Olímpicos, en Sidney 2000. Además, estuvo entre los mejores especialistas del mundo en paralelas durante varios años, consiguiendo medalla en diversas ocasiones.
Practicando gimnasia, siguió fiel a su forma de ser. Fue siempre un gran competidor. Competía hasta en los entrenamientos. Además, era capaz de ejecutar elementos muy difíciles con una técnica diferente a la convencional y con resultados excelentes. Él seguía fiel a sus ideas. Además, siempre fue arriesgado y, sobre todo, valiente. Los elementos más difíciles, los más peligrosos, incluso algunas combinaciones que todos creíamos imposibles, las probaba el primero. Y lo hacía sonriendo. Teníamos más miedo los que mirábamos desde las colchonetas que él, que estaba volando a cuatro metros del suelo.
Son demasiados los recuerdos para explicarlos aquí. Sobre El Mini se puede escribir un libro. Hay miles de anécdotas, todas especiales, en muchos lugares diferentes del mundo. Es por eso por lo que los que lo conocíamos sentiremos a partir de ahora un hueco, un vacío. Porque siempre hablábamos de él; porque formaba parte de nosotros.
La gimnasia está de luto. El deporte está de luto. Andreu tenía amigos de casi todas las disciplinas deportivas y de muchos países distintos. Como uno más de ellos, y en representación del sentir de sus compañeros de equipo, solo quiero enviar un fuerte abrazo y muchos ánimos a la familia y decir que aunque ahora estemos separados, los que hemos vivido cerca de ti, te llevaremos siempre en el recuerdo. Hasta siempre Mini.
* Víctor Cano fue compañero de entrenamientos de Andreu Vivó y ambos participaron en los Juegos de Sidney 2000.
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