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Aduriz es la pausa de San Mamés

El tanto del ariete sostiene a un acelerado Athletic y acaba con un Celta sin alternativas ofensivas

GORKA PÉREZ
Herrera lucha por el balón con Hugo Mallo
Herrera lucha por el balón con Hugo Mallo Miguel Toña (EFE)

Solo Aduriz parece empeñado en agarrar la tranquilidad para el Athletic. Lo hizo de nuevo ante el Celta, con su octavo tanto en la Liga, probablemente la única cifra a destacar de los rojiblancos hasta el momento, la única pausa en este inicio acelerado. Lo padeció, sin embargo, el Celta, demasiado atado a la figura de Iago Aspas, limitado si no reluce el delantero. Tampoco fue un baile de reflejos; bastó la puntería del ariete guipuzcoano y la incapacidad de los gallegos para encontrar un plan alternativo.

El único gol del partido llegó en un centro de Ibai Gómez desde la banda izquierda que Aduriz cabeceo sin apenas torcer el cuello. Señal de que al envío le venía puesta la dirección final. Más cómodo tras el tanto, el Athletic empezó a intercambiarse el balón con otro gesto. Ahora tuya, después mía, otra vez tuya porque ya no te molesta, y así hasta hilar varias conversaciones. Casi siempre terminaban con un centro desde la banda derecha, la más habladora. Ramalho, un central reconvertido a lateral, solucionó el desenlace de muchas charlas con varios centros enroscados. Una solución que subsana la incapacidad de los rojiblancos para asociarse cerca del área rival.

ATHLETIC, 1 - CELTA, 0

Athletic: Iraizoz; Ramalho, Ekiza, Amorebieta, Aurtenetxe; San José, De Marcos, Herrera (Laporte, m. 89); Susaeta (Toquero, m. 88), Ibai (Muniain, m. 76) y Aduriz. No utilizados: Llorente, Igor Martínez y Morán.

Celta: J. Varas; Hugo Mallo, J. Vila, Tuñez, Roberto Lago; Oubiña, Natxo Insa (De Lucas, m. 60); Augusto Fernández, Bermejo (Toni, m. 75), Krohn-Dehli y Iago Aspas. No utilizados: Sergio; Bustos, Bellvis, Park y Antón.

Goles: 1-0. M. 33. Aduriz cabecea frente a Javi Varas un centro desde la banda izquierda de Ibai Gómez.

Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Amorebieta, San José, De Marcos, Natxo Insa, Augusto Fernández.

San Mamés, unos 35.000 espectadores.

El Celta, atrevido en la querencia del balón, padece una dependencia similar. Todo el ataque gallego depende de Iago Aspas. Un jugador inquieto, de esos que desmelenan al Athletic y a cualquier equipo al que le tiemblan rápido los andamios. La velocidad del punta gallego provocó, por ejemplo, que a Amorebieta se le girase el punto de orientación.

Con Bermejo como marca fija, Aspas pivota sin dejar rastro. Se sabe que pasó por ahí cuando se advierte que algo acaba de suceder. Con Oubiña y Augusto Fernández por detrás, la libertad de creación en ataque es cosa de pocos nombres.

En el Athletic los patrones de creación son más dispersos. Salvo por el dictado de Herrera, no se adivina cierta conexión en el origen de las jugadas. Alrededor del medio pulularon De Marcos, Susaeta y San José, un central reconvertido a medio centro. Una compañía que se dispersa a la hora de atribuirse las instrucciones.

Más ordenado el Celta, trató de organizarse a partir de la distribución en corto del balón. Aun así, el gol, transformó la pausa en necesidad y de ahí se nutrió el Athletic. Más que nada, para observar los espacios en vez de inventárselos. Con Ibai abierto en la banda izquierda los de Bielsa depositaron el juego en el lado contrario en la segunda mitad. Bastó para atraer la atención y aprovechar lo que aguardaba vacío al otro lado. Tuvo Aduriz en varias cabalgadas la posibilidad de apretar el resultado, pero no llegó el lazo al contragolpe.

Parada la combustión de Iago Aspas, al equipo gallego se le escapa la chispa

Desaparecido Susaeta, solo Khron-Dehli aprovechó la incapacidad del extremo para asomar la cabeza. Tampoco su gesto llamó demasiado la atención, pero si provocó que Aspas se librase del marcaje de Ekiza. Detenida la combustión del delantero centro, al Celta se le escapa la chispa. Cansado Bermejo, Paco Herrera introdujo a De Lucas, pero la fórmula seguía produciendo el mismo efecto.

Recuperó el balón, eso sí, a falta de un cuarto de hora para el final, cuando los nervios afloran y las prisas provocan espasmos. Poco acostumbrado este año el Athletic a dominar los biorritmos del partido, ni siquiera los suyos, sufrió para encontrar la manera de congelar la situación. Le bastó con achicar lo que encontró, que fue bastante, y tirar poco a poco de un oficio al que tiempo atrás se había acostumbrado.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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